La orquesta que canta
René Jacobs se apunta otro triunfo con 'Don Giovanni' en el Palau de la Música
De nuevo, René Jacobs se ha anotado un triunfo personal en el ciclo de óperas de Mozart que viene ofreciendo en el Palau en versión de concierto. Tras La flauta mágica (2012) y Las bodas de Fígaro (2013), el miércoles cerró el ciclo Palau 100 con una lectura de Don Giovanni que tuvo sus mayores alicientes — y esto es una constante del ciclo— en la memorable respuesta de la Orquesta Barroca de Friburgo.
MOZART: DON GIOVANNI
Johannes Weisser, Marcos Fink, Birgitte Christensen, Alexandrina Pendatchanska, Sunhae Im, Jeremy Ovenden, Sunhae Im,Tareq Nazmi. Cor de Cambra del Palau. Orquesta Barroca de Friburgo. René Jacobs, director. Palau de la Música Catalana, 27 de mayo
En el sonido de la formación alemana, una de las mejores del mundo en la práctica con instrumentos originales y criterios de época, admira tanto la calidad individual de los instrumentistas como la flexibilidad a la hora de recrear con precisión los mil detalles exigidos por Jacobs. Es una orquesta que canta y arropa las voces con calidez y elocuencia. Maravilla también el meticuloso trabajo realizado para dar a los recitativos la máxima vitalidad teatral, factor clave en el binomio Mozart/Da Ponte.
Si lo que se busca es una versión de autor, una recreación del estilo mozartiano desde criterios historicistas, basada en un profundo conocimiento de la partitura y el estilo mozartiano, Jacobs tiene hoy día poca competencia. Pero hablamos de ópera, y en este género no basta el encanto orquestal: hacen falta voces de primer nivel, y más cuando la butaca de platea cuesta 175 euros.
Tres de los cantantes que actuaron en el Palau grabaron hace nueve años esta ópera con Jacobs en Harmonia Mundi; el barítono noruego Johannes Weisser es un buen Don Giovanni, de voz bien manejada y mucho desparpajo escénico, pero no tiene el carisma vocal de los grandes intérpretes que han dejado huella en tan apasionante personaje. De las dos sopranos que grabaron este dramma giocoso con Jacobs, la búlgara Alexandrina Pendatchanska convenció con una temperamental, aunque irregular Donna Elvira, mientras que la surcoreana Sunhae Im fue una dulce Zerlina, de voz muy liviana.
Destacaron, y mucho, la soprano noruega Birgitte Christensen, que combinó lirismo y perfección técnica en una interpretación de Donna Anna de impecable estilo, y el bajo kuwaití Tareq Nazmi, que resolvió un arriesgado doblete como Masetto y Commendatore con medios muy convicentes. El barítono-bajo argentino Marcos Fink fue un Leoporello eficaz en los recitativos, pero de voz gastada, y el tenor inglés Jeremy Ovenden fue un correcto Don Ottavio, muy atento a las ornamentaciones.
El Cor de Cambra del Palau de la Música no tuvo problemas para dar brillo a sus intervenciones y animó con energía la sencilla acción teatral de la versión de concierto, pero tiene cierta tendencia al exceso de decibelios que debería intentar controlar. En cuanto a la acción teatral, Jacobs se empeñó en situar a los cantantes al fondo del escenario, perjudicando en las grandes arias tanto la proyección como la intensidad de las voces.
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