Viajes a otro tiempo
El productor y realizador madrileño evidencia su pasión por el Prado, los platos tradicionales, las ediciones añejas y los trayectos serenos
1. Restaurante Asturianos. Gran cocina la de doña Julia Bombín. Unas extraordinarias sardinas, excelsa salsa de los mejillones, fabes, verdinas… Y para la carrillada no hay adjetivos en la lengua española. Alberto y Belarmino, sus hijos, no sólo hacen unos grandes vinos en Toledo, también distribuyen lo mejor de Jerez (Vallehermoso, 94).
2. Sala Velázquez. Pienso en El niño de Vallecas. “El Prado es casi como un manicomio al revés, un manicomio de cordura, de realidad, de certidumbre. Afuera está la realidad ilusoria, la vida sueño; pero la pintura para el español es despertar”. Ramón Gaya lo dijo y yo estoy de acuerdo (Paseo del Prado, s/n).
Fascinante Jerez
Este fin de semana se proyecta en la cineteca del Matadero su documental El misterio del palo cortado, otra demostración de que son el tiempo, la emoción y las personas lo que mueve el trabajo de López Linares (Madrid, 1955).
3. Sacha. El mejor restaurante de Madrid. Lo que hacen el señor Ormaechea y su equipo en esa cocina son milagros y los hacen todos los días, menos los domingos. El tuétano y el tocino de cielo son muestras ineludibles de esta casa (Juan Hurtado de Mendoza, 11).
4. Marcial Pons. Me produce una alegría tranquila traspasar el umbral de esta librería. Antes de entrar, sé que voy a encontrar algo que no buscaba, especialmente en el piso de arriba, casi secreto, casi una genizah. (Plaza del Conde Valle Suchil, 8).
5. Chamberí. Nuestro barrio, el de mi mujer y nuestros hijos. La leyenda cuenta que su nombre viene de un destacamento francés que en la guerra de la Independencia acampó en lo que es ahora plaza de Chamberí. El regimiento la llamaba “Chambéry” y eso finalmente dio nombre a todo el barrio.
6. Plaza de Cervantes. El centro histórico se ha salvado de la demolición gracias a la iniciativa privada de los vecinos que formaron La Sociedad de Condueños de los Edificios que fueron Universidad en 1851 con el único objetivo de preservarlos. Hasta hoy lo han conseguido. Está en Alcalá de Henares, pero merece la pena acercarse para comprobarlo.
7. Casa de Lope de Vega. El patio de esta casa es como entrar de golpe en el siglo XVII. Lope se habrá llevado un buen disgusto al enterarse de que a la calle donde vivió y murió le han cambiado el nombre y ahora se llama calle Cervantes; tenía que ser él, no había otro que don Miguel (Cervantes, 11).
8. El quinto vino. Luis Roldán consigue hacer las mejores croquetas de Madrid. Así que, como dice mi amigo Alberto Luchini, entonces son las mejores del mundo. Sin dudarlo, animo a probarlas maridándolas con una copita de palo cortado VORS de Bodegas Tradición (Hernani, 48).
9. Eje Castellana-Prado. No hay muchas calles en el mundo como esta. Es uno de los mejores paseos de Madrid y además te lleva al Museo del Prado. Lo recomiendo para un domingo bien temprano por la mañana o cualquier día al atardecer. Me gusta ir desde la esquina de Nuevos Ministerios hasta la cuesta de Moyano.
10. Iglesia de San Antonio de los Alemanes. Si no vas preparado, la impresión entre el discretísimo exterior y el impresionante interior puede producir un shock. Jordán, Ricci y Carreño no dejaron un centímetro cuadrado sin pintar. Difícil concentrarse para rezar, pero no imposible (Puebla, 20).
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