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El ‘caso Imelsa’ perturba la campaña de Fabra y Barberá

Las grabaciones de Benavent salpican a la candidata de Valencia y EU amaga con que podrían amenazar al candidato a la presidencia de la Generalitat

Miquel Alberola
Alberto Fabra junto a Alfonso Rus y Rita Barberá en un acto del partido en 2012.
Alberto Fabra junto a Alfonso Rus y Rita Barberá en un acto del partido en 2012.CARLES FRANCESC

El Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) brindó el viernes una alfombra roja al PP valenciano para entrar en campaña con expectativas de mantener las dos principales plazas: la Generalitat y el Ayuntamiento de Valencia. A pesar del desmoronamiento electoral que sufre el partido con el amplio espectro de casos de corrupción protagonizado por su cúpula orgánica e institucional desde diversas Administraciones, un eventual apoyo de Ciudadanos podía maquillar los resultados del próximo 24 de mayo, que son mucho peores para los sondeos realizados por otras empresas, como el de Metroscopia publicado por EL PAÍS el pasado 19 de abril

Para los estrategas del PP valenciano, con el ímpetu del CIS hinchando la vela hacia la urna, solo había que apropiarse del repunte económico, exhibirlo como una consecuencia de las políticas aplicadas desde la Generalitat (cerrando algunos frentes sociales abiertos por los recortes en el sistema público) y aderezarlo con las consecuencias catastróficas que supondrían un triunfo de una izquierda dispersa para la reanimación lograda.

La receta para las elecciones autonómicas estaba preparada desde hacía mucho tiempo. Sobre ese esquema, había que proyectar al candidato Alberto Fabra como el hombre que ha cortado la hemorragia económica causada en la Generalitat por sus predecesores, se ha desvivido por conseguir un nuevo modelo de financiación autonómica y ha adecentado un partido agusanado aplicando líneas rojas contra los imputados.

Sobre ese patrón, el Ayuntamiento de Valencia era un objetivo accesible. La larga experiencia de mayorías absolutas de Rita Barberá era el mejor freno contra el desmoronamiento del partido y el “batiburrillo” (como lo designa el propio argumentario del PP) de los partidos de la oposición. Para ello, Barberá tendría que restañar lo máximo posible la herida de El Cabanyal (aunque no renunciara a su plan de prolongación de la avenida Blasco Ibáñez, al menos tenía que volver a conceder licencias de obra en el barrio), hacer gestos económicos y volver a pasear su encanto por los mercados.

Sin embargo, la filtración de algunas de las grabaciones realizadas por el exgerente de la empresa pública Imelsa, Marcos Benavent, están complicando ese trayecto diseñado para ambos candidatos. El estallido del caso Imelsa, que ha llevado a la suspensión cautelar de militancia del presidente de la Diputación de Valencia, Alfonso Rus (valedor político y padrino de boda de Benavent), ha llenado de piedras el camino de Fabra y Barberá.

El pasado fin de semana, en el momento de máxima presión de Fabra para que el presidente de la Diputación y alcalde de Xàtiva dejara partido y cargos, el entorno de Rus empezó a poner en circulación una posible presencia del presidente de la Generalitat en las conversaciones grabadas por Benavent y que Esquerra Unida (EU) ha llevado a la Fiscalía.

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Fabra se ha excluido del impacto de este caso, en el que la Diputación pudo pagar por trabajos no realizados a empresas pantalla del exgerente de Imelsa que, supuestamente, han servido como red de financiación irregular del partido: “No sé ni quién es Benavent; no lo he visto en mi vida”.

En el debate electoral organizado por la SER, el candidato de EU, Ignacio Blanco, llegó a preguntar hasta tres veces a Fabra si conocía al presunto recaudador, incidiendo en que Richard Nixon tuvo que dimitir tras haber negado tener conocimiento de la trama del Watergate. Fabra, con una tensión facial muy explícita, no contestó ninguna de las tres veces. Además, en el plano político, Rus le ha mantenido el pulso, poniendo en duda su liderazgo. Mantiene su agenda de presidente de la Diputación y alcalde de Xàtiva como si nada hubiese pasado, mientras su entorno, en una batalla que se libra en clave de derrota electoral, trata de amarrar los restos del naufragio del día después del 24-M, en el que Rus asegura que desvelará de dónde surge el “complot” contra él.

Las grabaciones de Benavent también se han llevado por delante a María José Alcón, exconcejal de Cultura del Ayuntamiento de Valencia, y todavía asesora de Rita Barberá. Alcón, esposa del ex vicealcalde Alfonso Grau, ha tenido que renunciar al puesto que ocupaba (el número 16) en la lista de Barberá por sus conversaciones con el desaparecido exgerente de Imelsa por el presunto cobro de una comisión. En ellas hay varias referencias a la alcaldesa como “la jefa”.

Pero Benavent también grabó conversaciones con Alcón que revelan favores políticos a un sobrino de la alcaldesa, Quique Sospedra Barberá, que está vinculado a empresas con las que el Ayuntamiento de Valencia contrató servicios de azafatas en eventos municipales. Barberá quiso salir al paso aduciendo “una ansiedad irrefrenable” por llevar su nombre “a las portadas vinculado a líos”. Lo más llamativo fue que, sin que nadie se lo pidiera, desveló que su hermana y su cuñado tenían un concesionario que vendía coches al Ayuntamiento pero que cuando ella llegó a la alcaldía dejó de comprárselos. Imelsa ha perturbado sus argumentarios y se ha metido de lleno en la campaña.

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Sobre la firma

Miquel Alberola
Forma parte de la redacción de EL PAÍS desde 1995, en la que, entre otros cometidos, ha sido corresponsal en el Congreso de los Diputados, el Senado y la Casa del Rey en los años de congestión institucional y moción de censura. Fue delegado del periódico en la Comunidad Valenciana y, antes, subdirector del semanario El Temps.

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