_
_
_
_
_

La ciudad, paso a paso

Varias iniciativas públicas y privadas reivindican el acto de andar en un Madrid tradicionalmente hostil a los peatones. Más allá del paseo por el parque, los pies son el medio de transporte que enriquece la vida en las calles

Sergio C. Fanjul
El Kilómetro Cero del proyecto Walking People se encuentra en la plaza de Jacinto Benavente. Allí confluyen las dos rutas principales.
El Kilómetro Cero del proyecto Walking People se encuentra en la plaza de Jacinto Benavente. Allí confluyen las dos rutas principales.Carlos Rosillo

“Camino, luego existo”, dijo el filósofo y astrónomo Pierre Gassendi en respuesta al cartesianismo y queriendo mostrar que somos una conjunción de mente y cuerpo que revela su naturaleza en el mero acto de caminar.

Si Gassendi levantara hoy la cabeza diría que existimos poco, porque caminamos poco. Desplazarse sobre dos pies es una característica propia del ser humano desde que bajó de un árbol y es humano; sin embargo el coche, la bici, el metro, el autobús y, sobre todo, la vagancia, nos alejan de esta práctica fundamental. Últimamente varias iniciativas madrileñas abogan por eso de recorrer la ciudad gastando suela.

La última campaña de la asociación de viandantes A Pie nos habla de un gimnasio. Un gimnasio que es la ciudad entera. Con la campaña Activa Madrid la asociación quiere reivindicar el acto de caminar. También alejar la idea de caminata de la Sierra o la Casa de Campo en domingo (que también) y hacer entender que los pies pueden ser un medio de transporte eficaz en desplazamientos diarios y cotidianos: al trabajo, a la compra, a la cita con los amigos, mejor poniendo un pie delante del otro. “Caminando se consiguen mejoras para uno mismo y mejoras para el ambiente”, dice María Cifuentes, miembro de A Pie y profesora de urbanismo en la Universidad Politécnica, “No contamina y los peatones son los que dan vitalidad a plazas, parques y calles, son la vidilla de la ciudad”.

Uno de los tópicos sobre la capital, además de que una vez tuvo una chispeante vida nocturna, es que Madrid está para andarla. A pesar de las cuestas y los picos de contaminación, suele hacer buen tiempo y buena parte de este poblachón manchego, sobre todo en su almendra central, es accesible caminando. Y si uno pone rumbo a pie hacia destinos más periféricos comprobará con sorpresa que tampoco están tan lejos.

En el servicio Madrid Salud del Ayuntamiento han creado un menú de nueve rutas para que los peatones transiten la ciudad dentro de la iniciativa europea Walking People que ya se ha puesto en funcionamiento en otras ciudades como Florencia o Dresde. El kilómetro cero de este sistema está en la plaza de Jacinto Benavente donde, cerca de la estatura del Barrendero, hay un panel que muestra los caminos. Precisamente en esta plaza es donde se cruzan las dos rutas principales: una que va de Norte a Sur y recorre 10,4 kilómetros entre Plaza de Castilla y el parque Tierno Galván y otra de Este a Oeste que recorre 6,8 kilómetros entre el parque de Roma y Madrid Río-Casa de Campo. Las otras siete rutas transcurren cerca de los Centros Madrid Salud de Arganzuela, Ciudad Lineal, San Blas, Villa de Vallecas, Usera, Vicálvaro y Villaverde.

“Hay que cambiar de forma de vida: la mitad de los madrileños tenemos sobrepeso”, dice Mercedes Martínez, de Madrid Salud. “Existe la percepción de que todo está muy lejos, pero es porque no probamos a ir a pie. Y muchas veces llega una a un lugar andando y quien les espera le pregunta asombrado ‘¿has venido caminando?’, como si fuera algo raro. Esto tiene que cambiar”.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Otra iniciativa municipal en pos del caminar son los paseos que se organizan bajo el nombre Caminar por Madrid. Se trata de caminatas colectivas de 75 minutos que salen desde los Centros Deportivos Municipales, en varios barrios. Esta temporada se celebrarán hasta el 30 de junio.

Por supuesto, no todo es color de rosa para los peatones. “En realidad los peatones somos los últimos monos en la cadena de desplazamiento”, dice la profesora Cifuentes. Desde la asociación A Pie denuncian problemas como las aceras estrechas en el centro, los bolardos que amenazan las rodillas, la poca visibilidad en los cruces o la profusión de plazas duras, sin bancos, sin fuentes y sin árboles que den sombra, aunque ideales para mercadillos y promociones comerciales. Es difícil estar en esas calles que, más que para la vida, están diseñadas para la publicidad o la compraventa.

¿Y las peatonalizaciones del centro? “Están bien”, dice Cifuentes, “pero preferimos pequeñas acciones dispersas para mejorar los aspectos anteriormente citados que grandes obras para ponerse medallas. Además producen un efecto ‘reserva india’: los conflictos se trasladan a los límites de la zona peatonalizada, donde el coche recupera su poder”.

En las zonas nuevas, como los PAU, caminar tampoco es demasiado agradable: “En 500 metros en el centro ocurren un montón de cosas, hay gente, comercio, diferentes arquitecturas, muchas calles. En un PAU recorres 500 metros y solo hay monotonía. Y eso también influye en el caminar”. Porque, claro, también se camina por gusto.

Y por salud: “Hay mucha gente en Madrid, sobre todo a partir de 40 años, que no hace nada de ejercicio. Y caminar es ejercicio. Para tener una vida saludable, sobre todo cuando surgen problemas de hipertensión, diabetes o sobrepeso, es conveniente trasladarse andando. También para prevenir problemas cardiovasculares”, dice el epidemiólogo Manuel Franco, de la Universidad de Alcalá, que realiza un estudio sobre cómo influye el entorno madrileño en la salud de sus habitantes. Si se puso de moda la bicicleta —sobre todo en los barrios más modernos— y cada vez vemos más gente corriendo por doquier perfectamente equipada (los runners), tal vez la próxima tendencia sea caminar (¿los walkers?).

De hecho, se oye últimamente mucho sobre el power walking, ese caminar a paso rápido que raya en la carrera y que es un ejercicio muy completo. “Hay mucha gente que necesita hacer ejercicio y no puede correr por diversas razones, entonces puede caminar”, dice Franco. “Si vas a las instalaciones deportivas de Canal, verás que casi hay más gente caminando que corriendo”.

Mens sana in corpore sano: el caminante también viaja con la mente y grandes pensadores como Thoreau, Robert Walser, Gary Snider, André Breton o Walter Benjamin eran aficionados a reflexionar de esta forma. “Caminar, como toda lectora de Thoreau sabe, inevitablemente lleva a otros temas. Caminar es un tema que siempre está desviándose”, escribe Rebecca Solint en el libro Wanderlust. Una historia del caminar, recientemente editado por Capitán Swing, en el que se explica cómo andar ha configurado parte de nuestra cultura e interesado a filósofos, poetas o montañeros.

En la misma editorial se publicó hace unos años el clásico Muerte y vida de las grandes ciudades, de la urbanista y activista Jane Jacobs, defensora de la ciudad compacta y viva, y experta en paralizar megalómanos proyectos de autopista en Manhattan o Canadá. Inspirados en esta autora se celebran, desde 2010 en Madrid (y también por todo el planeta), los Jane Walks (Paseos de Jane), unas rutas a pie que se realizan para observar los problemas (o virtudes) urbanísticas de la ciudad.

En su última edición, el sábado pasado (se celebran anualmente con motivo del cumpleaños de Jacobs, que falleció en 2006), visitaron los alrededores de lo que hubiera sido el macroproyecto Mahou-Calderón o los mercados de Guillermo de Osma o de Frutas y Verduras de Legazpi.

Entonces ¿será el caminar la nueva moda? “Bueno”, dice Cifuentes, “la figura del flâneur [un término de origen francés muy popular en la literatura decimonónica que define al caminante urbano sin rumbo] siempre ha sido bastante cool. Pero, claro, para vagabundear todo el día por la ciudad como los flâneurs de Walter Benjamin o Baudelaire hay que tener la vida resuelta”.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Sobre la firma

Sergio C. Fanjul
Sergio C. Fanjul (Oviedo, 1980) es licenciado en Astrofísica y Máster en Periodismo. Tiene varios libros publicados y premios como el Paco Rabal de Periodismo Cultural o el Pablo García Baena de Poesía. Es profesor de escritura, guionista de TV, radiofonista en Poesía o Barbarie y performer poético. Desde 2009 firma columnas y artículos en El País.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_