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“Si no quiere que estemos aquí, que nos lleve a su palacio”

Los sin techo y la oposición comentan la propuesta

Pablo León
Un sin hogar en la Puerta del Sol, de Madrid.
Un sin hogar en la Puerta del Sol, de Madrid. kike para

“¿Dónde he dejado el tabaco?”, pregunta Mai, de 25 años a su grupo de amigos. Pasan las 19.30 de ayer y comparten un par de pitillos de liar en una calle de Malasaña. Están esperando a que en el centro social aledaño empiecen a dar la cena. “La semana pasada la pasé en la calle”, cuenta Mónica, extremeña de 21 años, “pero ya no podía más”. Hace un par de días, consiguió cama en un centro del SAMUR Social. “La calle es muy dura. Vives con miedo a que te roben, te agredan…”, cuenta José, francés de 39 años. Todos han oído la propuesta de Esperanza Aguirre, candidata popular al Ayuntamiento de Madrid, de limitarles dormir al raso para no afectar a la imagen de la capital. “¿Qué vamos a hacer?”, se pregunta Mai. “Si no quiere que estemos en la calle, que nos lleve a su palacio”, añade.

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“Aguirre no tiene sensibilidad social”, opina Manuela Carmena, que opta a la alcaldía por Ahora Madrid. “Si la tuviera, tendría en cuenta que está hablando de personas con derechos”. En Madrid hay 1905 personas sin hogar de las cuales 764 duermen a la intemperie cada noche, según el Ayuntamiento, aunque varias ONG elevan esa cifra. La red pública de centros sociales cuenta con 1.478 plazas, que en momentos puntuales (olas de frío) aumentan en 500 más.

“Cuando vino el Papa ya nos echaron”, recuerda Mai. No es la primera vez que dormir en la calle provoca una trifulca política. Antes que Aguirre, el exalcalde Alberto Ruiz-Gallardón reclamó una ley estatal para, en caso de que hubiera servicios públicos suficientes, limitar que la gente durmiera al raso. En aquel momento Aguirre le censuró. Por su parte, Botella, alcaldesa de la capital, describió a los mendigos como “una dificultad añadida” para mantener limpio Madrid. “Llevo siete años en la calle”, reconoce Mario, que pasa los 50, junto a los cartones con los que se cobija en un soportal cercano a la Glorieta de San Bernardo. “Alguna vez he dormido en un albergue, pero no siempre he encontrado sitio”.

Ibrahim, senegalés de 28 años, sí que ha encontrado cama para esta noche. “Son como unas butacas reclinables y compartimos habitación, pero es mucho mejor que quedarse fuera”, dice. También ha escuchado las palabras de Aguirre y le parecen indignas. “Aguirre debería saber que no solo cuenta la gente importante, sino que toda la gente importa”, opina Antonio Miguel Carmona, candidato de los socialistas a la alcaldía. Algo parecido a lo que dice Begoña Villacís, la candidata de Ciudadanos: “Los mendigos son personas que tienen que ser objeto de nuestra protección”.

“Los políticos no están en la calle”, dice César, carnicero de 30 años. Lleva varios meses sin trabajo ni hogar. También espera la cena en el centro social. “Primero hacen leyes para desahuciar a la gente y echarla de su casa y ahora quieren echarnos de la calle”, exclama. Como el resto, puede votar en las elecciones del 24 de mayo. Alguno de ellos lo va a hacer: “Espero que [Aguirre] pierda”, dice José, el francés.

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Sobre la firma

Pablo León
Periodista de EL PAÍS desde 2009. Actualmente en Internacional. Durante seis años fue redactor de Madrid, cubriendo política municipal. Antes estuvo en secciones como Reportajes, El País Semanal, El Viajero o Tentaciones. Es licenciado en Ciencias Ambientales y Máster de Periodismo UAM-EL PAÍS. Vive en Madrid y es experto en movilidad sostenible.

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