El coleccionista discreto
Can Framis organiza la primera exposición con las obras reunidas por el abogado Ventura Garcés
Hay coleccionistas que anhelan compartir con cuanta más gente posible sus obras y otros que llevan su pasión mucho en privado. El abogado Ventura Garcés (Barcelona 1930-2008), hijo del poeta Tomàs Garcés, vivía el coleccionismo como un proyecto íntimo y personal, que compartía con unos pocos elegidos. Eso pese a que mantenía la gran mayoría de sus 500 obras instaladas según criterios museológicos en una decena de salas anexas a su despacho legal, en un maravilloso edificio de Coderch. Por algo su hermano es el arquitecto Jordi Garcés, responsable de la reestructuración y sucesivas ampliaciones del Museo Picasso de Barcelona.
Ahora, a los seis años de su fallecimiento, sus cuatro hijos han accedido a exponer por primera vez una selección representativa del fondo de su padre en el marco del ciclo El Arte de Coleccionar, que el historiador y crítico del arte Daniel Giralt-Miracle organiza en Can Framis, sede de la colección Vila Casas. El ciclo, que se estrenó en 2010, llega a su octava entrega con un coleccionista enamorado de la pintura y los grandes formatos, que no hesitó en comprar artistas madrileños y alternó la producción nacional con aportaciones extranjeras de primera fila, como Kounellis, Vasarely, Raushenberg o Schnabel. Su hijo Claudi recuerda que “solía comprar en galerías de Barcelona, como Joan Prats, Joan Gaspar o Carles Taché y en Madrid en la desaparecida Soledad Lorenzo, aunque una de sus últimas adquisiciones, un kiefer, la realizó en Venecia”.
"Había empezado comprando obras figurativas convencionales, cuando a principio de los setenta descubrió a Joan Ponç, uno de los artistas mejor representados del fondo, que le empujó a emprender su camino desde el Dau al Set, pasando por la abstracción hasta el pop y la post figuración”, explica Giralt-Miracle. Elegir nueve obras de ocho artistas no debe haber sido fácil, pero con su gran experiencia el comisario ha conseguido una selección representativa y visualmente impactante, que incluye “el mundo de las tinieblas de Ponç, la fuerza matérica de Tàpies, la exhuberancia orgánica de Guinovart, la eclosión cromática de Campano y el contraste entre lirismo y provocación de Susy Gómez”. Junto con las grandes telas, la muestra, abierta hasta el 19 de julio, incluye dos composiciones minimalistas y delicadas de Antoni Llena, construidas con materiales y efímeros y una instalación de Plensa en diálogo con la escultura de la colección Vila Casas que preside la entrada de la Fundación.
En el mismo periodo también se presenta Pintado en 2014, una exposición que reúne la producción más reciente de Manolo Ballesteros (Barcelona, 1965), formada por cosmogonías cromáticas, como mandalas geométricos que invitan a la meditación. Las formas sinuosas de las obras precedentes dejan paso a polípticos sobrios y de colores apagados, mientras que los papeles plegados, como pinturas escultóricas, sirven de contrapunto a la simetría reticular del conjunto.
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