Relaciones peligrosas (con el bosque de fondo)
Muchos de los trabajos subvencionados se realizan de manera muy negativa para el medio ambiente y las ayudas van a parar a muy pocas manos
La novela de Choderclos de Laclos Les liasons dangereuses (Las amistades peligrosas en versión cinematográfica) nos muestra a personajes sin escrúpulos, maquiavélicos y egoístas, que destrozan la vida de quien se cruce por su camino (y la propia, al final). Más cerca en el tiempo y el espacio hemos sufrido otro tipo de relaciones no menos peligrosas, como la del bigotudo amigo del Sr. Gürtel que mantenía relaciones casi íntimas (“amigo del alma”) con el no menos funesto Sr. Camps. Un tipo de relaciones que prosperó al calor de la fiebre del ladrillo, entre ambiciosos emprendedores y boyantes técnicos y políticos de las Administraciones valencianas del PP. Verdaderos tiburones de las finanzas y lobos, hienas, buitres, sanguijuelas (que me perdonen los inocentes animalitos), en estrecha connivencia con Blasco, Fabra, Castedo, Cotino, Costa y tantos más que harían la lista interminable. Las relaciones fueron fructíferas para ellos (aunque al final, algunos han ido a la cárcel... pero poquito). Los atropellados hemos sido los ciudadanos, engañados, estafados, robados, insultados y tratados como eso que huele mal. También nuestro patrimonio cultural y natural ha sufrido daños irreparables, resultado de su alegre retozar a costa de las arcas públicas.
Recientemente hemos sabido de otras peligrosas relaciones, esta vez entre unos pocos empresarios forestales y técnicos y políticos de la Conselleria de TIMA (Territorio, Infraestructuras y Medio Ambiente). Con el bosque de fondo, porque el engranaje funciona con fondos europeos aplicados al bosque. El asunto es que la Administración financia con ayudas públicas la extracción de biomasa (nombre moderno que se da a la vegetación), supuestamente residual, de nuestros bosques. En realidad la CTIMA sólo aporta la asombrosa cantidad del 0,51% de las subvenciones. Un 45,80% lo aporta el Ministerio de Agricultura y el 53,6% son fondos europeos FEADER, supuestamente destinados al medio ambiente y al desarrollo rural. Aún aportando tan poco, la Conselleria es quien regula las ayudas, las reparte y las supervisa, aunque esto último debe suponerles muy poco trabajo. Las víctimas son nuevamente los recursos públicos, a los que todos contribuimos, y que se usan indebidamente, y por otra parte, los bosques mismos, teóricos beneficiarios, que resultan muy destrozados. El desarrollo rural tampoco parece beneficiarse (salvo unos pocos). Sabemos que muchos de los trabajos subvencionados se realizan de manera muy negativa para el medio ambiente y que las ayudas van a parar a muy pocas manos. Además, sólo dos demarcaciones forestales, de las doce existentes, acumulan el 50% de las ayudas.
Todo esto ha estado denunciado en medios de comunicación, pero aún no han hablado los técnicos encargados del seguimiento de las ayudas, como el Sr. José A. Rueda. A quién sí hemos oído y leído es al Sr. Emilio González, jefe del Servicio de Ordenación y Gestión Forestal, para decir que todo está bien, contradiciendo la lógica y tal vez muchas normativas ¿Y qué dice la Sra. Bonig, responsable de la casa donde se cuece esto?
¿Qué puede decir la consellera de los destrozos denunciados, de la concentración de ayudas en pocas empresas, de la distribución territorial inexplicable...? ¿Confirma las opiniones y actuaciones de sus subordinados o los va a investigar o cesar? ¿Va a exigir responsabilidades y, en su caso, sancionar a los culpables, o no? La Sra. Bonig no sólo debe ser honesta, debe parecerlo y, si es necesario, demostrarlo.
Carles Arnal Ibáñez es doctor en Biología y miembro de Acció Ecologista-Agró
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