Lección de estilo en el Auditori
Daniele Gatti, ejemplo de dominio musical con la Orquesta Nacional de Francia
Cuando una orquesta encuentra al director musical adecuado se produce una química especial, un efecto cuasi milagroso que lleva a los músicos a dar lo mejor de sí mismos, transmitiendo así al público la impagable sensación de que, además de ganarse, y muy bien, la vida con su trabajo, disfrutan haciendo música. La Orquesta Nacional de Francia ha encontrado su titular ideal en el director italiano Daniele Gatti, un valor en vertiginoso ascenso internacional que en septiembre tomará las riendas de la famosa orquesta del Concertgebouw de Amsterdan relevando a Mariss Jansons, que deja el cargo por su precario estado de salud.
Probablemente, el idilio de Gatti con la mejor orquesta de Francia tiene los días contados, pero de momento, si tienen oportunidad de asistir a uno de sus conciertos, no duden ni un instante: se lo pasarán en grande. Así sucedió el lunes en el Auditori de Barcelona. En su cuarta actuación en la temporada de Ibercamera, el director milanés dio una lección de estilo y dominio orquestal, sin violentar la respiración natural de cada partitura. En la primera parte dirigió dos piezas tocadas por el genio: La Mer, de Claude Debussy, y La valse, de Maurice Ravel. Gatti ya puso el listón muy alto recreando con fantasía y sutileza los juegos de luces y colores de un mar que Debussy pinta en tres bocetos sinfónicos de mágicas sonoridades
La Nacional de Francia, que ha crecido artísticamente bajo su mando de forma admirable, suena cada vez mejor, con maderas de marcada personalidad y una cuerda que ha ganado cuerpo y que, en lugar de tocarlo todo demasiado fuerte -una plaga muy extendida- ofrece ahora muchos más matices en la gradación dinámica. Con estos mimbres bien trenzados, sin prisas ni tensiones gratuitas, Debussy sonó a Debussy. Tambien Ravel sonó a Ravel, lo que, tratándose de un ejercio de virtuosismo orquestal como La valse, equivale a decir que sonó a gloria.
DANIELE GATTI
Orquesta Nacional de Francia. Daniele Gatti, director. Obras de Debussy, Ravel y Chaikovski. Auditori, Barcelona, 23 de marzo
Después de lucir estilo en el repertorio que forma parte del ADN musical de la orquesta francesa, Gatti dirigió en la segunda parte una de las sinfonías de Chaikovski que mejor definen la turbulenta personalidad del compositor ruso, la Cuarta, que no necesita ninguna indicación programática para transmitir la angustia ante la fatalidad del destino; un relato sonoro que combina lirismo, ensoñación, melancolía, miedos y una implacable fuerza dramática. La versión fue antológica, bien narrada y tocada con ganas. Un gran concierto que tuvo como única propina la obertura de La forza del destino, una pieza a menudo servida de forma rutinaria pero que sonó a Verdi con toda su energía y esplendor.
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