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FERIA DE FALLAS

Oreja al tesón y valor de Talavante

Detalles de Morante y sin pena ni gloria Paquirri

El diestro pacense Alejandro Talavante durante su faena con la muleta al toro Superior, al que cortó una oreja.
El diestro pacense Alejandro Talavante durante su faena con la muleta al toro Superior, al que cortó una oreja. MANUEL BRUQUE (EFE)

La corrida de Zalduendo tuvo buen fondo, pero la fallaron las fuerzas. Discreta de presencia, el sobrero, que sustituyó al primero, y el cuarto bajaron el listón que, sin ser alto, mejoró en los restantes. También fue corrida de aprobado simple en varas, con un sexto que se entregó en primera instancia, reculó en la segunda saliendo suelto y, a la postre, resultó el más complejo de todos. El sobrero peleó en el caballo con más genio que bravura y a cabezazo limpio con el peto. El resto, sin pena ni gloria. El viento, en ocasiones, y los terrenos equivocados de alguna faena, pudieron esconder la realidad de ciertos toros.

La única oreja de la tarde la cortó Talavante, en el tercero. Fue el toro más claro de salida, el que mejor son tuvo en el capote. Talavante lo recibió por tijerillas, para seguir con lances a pies juntos y una media de remate. Con dos picotazos, pero certeros, se saldó un primer tercio que remató Talavante con un quite por gaoneras. Sin previa alguna, en los medios, y en cite con la muleta plegada comenzó por naturales. Talavante eligió terrenos donde el viento campaba a sus anchas, fuera del tercio entre los lados 1 y 2. Tuvo, pues, dos atenciones que prestar: el toro y el viento. Así, la faena no tuvo continuidad pero mantuvo siempre el interés. Las series, dejando llegar mucho al toro, salieron a golpes. Valiente y vertical, con actitud y una buena puesta en escena, gestionó bien las fuerzas justas del toro que siempre tuvo vocación de colaborar por la causa. Una arrucina, cuando el viento racheó fuerte, puso un punto de emoción al momento por lo incierto del resultado. Salió bien y limpio del trance. Un desplante final, despreciando muleta y espada, coronaron el capítulo. No importó que la espada cayera trasera y caída, para que la presidencia atendiera la petición de premio.

ZALDUENDO / PAQUIRRI, MORANTE, TALAVANTE

Toros de Zalduendo, el primero lidiado como sobrero. Discretos de presentación. De buen fondo en general, aunque de fuerzas muy justas.

Rivera Ordóñez "Paquirri". Más de media trasera (saludos); dos pinchazos y entera trasera –aviso- (silencio).

Morante de la Puebla. Media habilidosa y dos descabellos (pitos); -aviso- pinchazo hondo que basta (saludos).

Alejandro Talavante. Entera trasera y caída (oreja); casi entera –aviso- y descabello (palmas).

Plaza de Valencia, 18 de marzo. 7ª de Fallas. Casi lleno.

En los cinco toros restantes, la suerte o el acierto fue por barrios. Talavante tuvo que despachar al toro más complejo del lote, el sexto. Con entrega al primer puyazo, dejó al descubierto su mansedumbre en la segunda. En banderillas, un par muy meritorio de exposición de Juan José Trujillo a toro descompuesto y distraído. Talavante abrió por estatuarios y con uno del desprecio se marchó fuera de las rayas. Cuando quiso someter, el toro cantó su cobardía. Defensivo el toro, también justo de fuerzas, la faena fue como un intercambio de golpes. Talavante aguantó el cuerpo a cuerpo, se metió en los terrenos del toro y, sin brillantez pero con seguridad, ganó la batalla a los puntos.

La faena de Morante al quinto fue insistente y de cuidar que el de Zalduendo no se le viniera abajo. Morante se dejó ver insistente, hasta trabajador en faena larga. Por la derecha se escaparon algunos muletazos con temple y gusto; por la izquierda no hubo caso. Una serie final, sobre el pitón derecho, fue jaleada. Pero con el toro parado, la larga faena no alcanzó nivel e incluso el primer aviso sonó antes de entrar a matar. En el segundo de la tarde el viento fue enemigo añadido al asunto. Manseó algo el toro, que amagó con rajarse, y Morante tras probaturas por la cara sin convencimiento acabó pronto con una situación que nada prometía.

El sobrero que abrió la realidad del festejo metió la cara sin problemas. Se dejó hacer mucho por la derecha y se quedó más cortó por el otro lado. Rivera Ordóñez lo trató sin molestar y la faena murió sin relevancia alguna. El cuarto, un novillote escaso de todo, también tuvo su partido. Rivera se lo pasó sin problemas, y sin brillantez, y la faena feneció cuando el toro también se vino abajo. Se apagó la vela y todo quedó en nada.

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