Construir y elucubrar
No es normal que quien encabeza Unió desde 1982 promueva otra fuerza política cuyo propósito sería interesante conocer
Tiempos en verdad curiosos, los que nos ha tocado vivir. Antaño, las organizaciones políticas se inclinaban por nombres largos (Partido Socialista Obrero Español, Falange Española y de las Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista, Acción Republicana Democrática Española, Partit Socialista Unificat de Catalunya...) como si quisieran compendiar en ellos tanto su historia como su doctrina. Hoy, en cambio, se llevan los nombres de una sola palabra, un tiempo verbal en modo indicativo o imperativo (Podemos, Ganemos, Construïm, Avancem...) con el significado más vago posible.
Cuatro décadas atrás, cuando despuntaba el sistema de partidos del postfranquismo, la más insignificante sigla de la sopa de letras tenía gran cuidado en proclamar su filiación ideológica (liberal, socialdemócrata, democristiana, socialista, comunista, marxista-leninista...). Hogaño, hay importantes grupos políticos tan difíciles de etiquetar desde el punto de vista de las ideas y del programa, que los periodistas y hasta los propios dirigentes han optado por describirlos mediante el color corporativo de cada uno: el partido morado, el partido naranja, el partido magenta... Vamos, como si fuesen detergentes compitiendo en packaging sobre el estante del supermercado.
Así las cosas, si es la hora de poder, y de ganar, y de construir, y de avanzar, que nos sea lícito también elucubrar. Lo haré a propósito del miembro más joven de la familia de partidos new style: Construïm, el movimiento auspiciado por Josep Antoni Duran Lleida. Tal vez sea útil recordar, a título de antecedente, que ya en octubre de 2007 se constituyó el “grupo cívico de opinión” Sentit Comú per Catalunya, el cual al año siguiente apoyó la candidatura de Duran Lleida al Congreso, “por ser quien mejor representa el modelo de sociedad defendido por Sentit Comú”. Mostrando así un perfil que recordaba al de los Amics d'en Pasqual Maragall del decenio anterior, estos amics de Duran Lleida (empresarios y profesionales liberales, a juzgar por los nombres conocidos) elaboraron diversos documentos de contenido más bien anodino; hasta que, en diciembre de 2012, su junta directiva acordó proponer a los asociados la afiliación a Unió Democràtica. ¿Para reforzar las posiciones moderadas ante el nuevo rumbo independentista de Convergència? Es muy posible.
En todo caso, si Sentit Comú surgió aparentemente al margen de Unió para terminar incorporándose al histórico partido, la trayectoria de Construïm parece ser la contraria. La idea y hasta el nombre nacieron de una jornada de reflexión y debate organizada a finales del pasado noviembre por el Institut d'Estudis Humanístics Miquel Coll i Alentorn (INEHCA), que es la fundación y el think tank de UDC; y la nueva jornada que debía celebrarse el pasado 31 de enero bajo el enunciado Catalunya i Europa: present i futur, y que fue suspendida cinco días antes, llevaba también el sello del INEHCA.
Ver al think tank de un partido organizando el parto y el bautizo de otro partido distinto y potencialmente competidor no resulta muy habitual
Ahora bien, convendrán conmigo que ver al think tank de un partido político organizando el parto y el bautizo de otro partido distinto y potencialmente competidor no resulta muy habitual. No fue, por ejemplo, la Fundació Rafael Campalans la que promovió el nacimiento de Ciutadans en 2006, ni la Fundación Pablo Iglesias la comadrona de Podemos, a principios del año pasado. Porque resulta que, entretanto, Construïm se ha registrado como partido político: completamente al margen de Unió Democràtica, sí; pero teniendo como único portavoz o intérprete conocido hasta hoy a Josep Antoni Duran Lleida.
Lo cual tampoco es demasiado frecuente. No lo es —me parece— que quien encabeza UDC de forma casi omnímoda desde 1982 hasta hoy (con un paréntesis entre 1984 y 1987) promueva al mismo tiempo otra fuerza política y ejerza, siquiera provisionalmente, el liderazgo mediático de esta última, descrita en los periódicos como “la plataforma de Duran Lleida”. Cuando Àngel Colom creó una nueva sigla (el Partit per la Independència, PI) a las 24 horas de haber dejado la secretaría general de Esquerra Republicana, creímos que había batido un récord, pero el de Alcampell lo ha superado con creces: ahí es nada, montar dos caballos a la vez, en medio del frenético galope de la política catalano-española. ¡Esto no lo hacían tan bien ni los cosacos de Mazeppa!
Sería del mayor interés conocer, retórica al margen, los propósitos de Construïm, e identificar a esos “representantes de la sociedad civil” —¿todavía los hay en situación de disponibles?— que impulsan la iniciativa. Pero, puesto que el señor Duran no nos lo revelará por el momento, sólo queda elucubrar. ¿Tal vez prepara una montura de recambio para el caso de que la mayoría de Unió Democràtica, fiel al legado de sus fundadores y sus mártires, no quiera seguirle por la quimérica tercera vía y le descabalgue? ¿Aspira a tener una marca desde la que atraer a los despojos menos ultras de un PPC desarbolado por Ciutadans? ¿Quiere, sólo, dar un poco de solemnidad a su retirada?
Ni idea. Sólo espero que Construïm no sea un remedo de aquella Unió Democràtica/Centre Ampli, el partidillo con que, en 1979, Anton Cañellas transitó desde UDC hasta el patético fracaso de Centristes de Catalunya.
Joan B. Culla i Clarà es historiador
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