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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

La ciudad olvidada

Pese a la publicidad municipal, casi ninguna de las cicatrices que aislan el noroeste de la ciudad han sanado

Este es el título de la jornada de debate que la FAVB (Federación de Asociaciones de Vecinos y Vecinas de Barcelona) y todos los barrios del noroeste de la ciudad, desde Navas hasta Vallbona, han organizado para el próximo 14 de marzo en el Espai 30 de la Nau Ivanow. Se debatirá sobre el retraso que se da en la urbanización de todas estas áreas, atravesadas por las infraestructuras de salida de Barcelona, especialmente por la Meridiana, tantos años irresuelta, por las Rondas y por el trazado ferroviario, con las obras del inmenso intercambiador de La Sagrera a un ritmo tan lento que, tras sufrirlo ya durante seis años, no se prevé que esté inaugurado hasta principios del 2020.

Es la ciudad que queda muerta junto a las inacabables obras del eje a soterrar y es la gran franja urbana, desde Sagrera hasta Trinitat Vella, aprisionada entre la Meridiana y el eje ferroviario. Son áreas en las cuales más que continuidades y conexiones urbanas predominan el aislamiento y la segregación. También hay distritos de Barcelona, como Les Corts, formados por partes muy heterogéneas y grandes áreas autónomas, pero en esta parte noroeste de la ciudad este mismo fenómeno comporta unas condiciones de extrema dureza por el exceso de rupturas y por la escasez de referentes monumentales y de pertenencia.

Las insuficiencias de estos barrios se dan en todos los aspectos. Hace falta un órgano de gestión que replantee la política productiva para la franja de polígonos industriales más grande de Barcelona, que va desde Bon Pastor y el polígono Estadella llegando hasta la Verneda, entrando en Sant Adrià de Besòs, pasando por la gran parcela de la Mercedes Benz y rozando las Rondas, que se va degradando y poblando de más solares y naves vacías.

Han quedado pendientes de realizar centenares de viviendas protegidas y muchas de las existentes necesitan rehabilitación; faltan equipamientos públicos, como los que dependían de las obras de La Sagrera; y se ha de reforzar el comercio de proximidad, especialmente debilitado en estos barrios, frente a la competencia de grandes superficies como La Maquinista y Heron City.

Lo que define los límites y características de estos barrios son las vías rápidas, el resto es desidia y dejadez administrativa

Son necesarias intervenciones de mejora de la calidad del espacio público, que funciona bien en ejes como la calle Guipúzcoa. Al vecindario le gusta más la recientemente remodelada plaza de la Assemblea de Catalunya en La Sagrera, de los arquitectos Josep Miquel Rosselló, Manel Sangenis, Angie Gil y Rosa Gimeno, que el Parque de la Pegaso o que el Nus de la Trinitat, bueno para automóviles y fotos aéreas, malo para los vecinos, por el cúmulo de espacios vacíos inútiles que crea alrededor y por los escasos accesos desde los barrios limítrofes de Trinitat Vella, Baró de Viver y Sant Andreu.

No es difícil entender por qué usan tanto esta plaza remodelada en La Sagrera: es abierta y no cerrada, tiene muchos bancos, vegetación y árboles, buena iluminación artificial, amplia zona de juego infantil, un gran rectángulo polifuncional de tierra y aparatos de gimnasia para la gente mayor.

Los habitantes de estas zonas con tantas promesas incumplidas, especialmente Vallbona, Baró de Viver i Trinitat Vella, están tan escamados y se sienten tan invisibilizados que solo piden urbanismo, que se acaben las improvisaciones y los retrasos, y que se definan proyectos estratégicos para allanar tantas fronteras y para que algún día, por lo menos sus hijos y sus nietos puedan vivir en unos barrios dignos y bien entretejidos.

Lamentablemente, lo que define los límites y características de estos barrios son las vías rápidas, el resto es desidia y dejadez administrativa. Queda por reurbanizar y valorizar el patrimonio ambiental e histórico del Rec Comtal, protegiendo los terrenos agrícolas de Vallbona, al lado de la antigua Depuradora de Agua. Todo un mundo de intersticios, terrain vague o no man's land, que sirvió de escenario para los recorridos de la película El petit indi (2009) de Marc Recha. Y si el río Besòs en el borde de Santa Coloma está urbanizado de manera unitaria, en este lado de Baró de Viver, Bon Pastor y Sant Adrià queda pendiente completar una serie de intervenciones aún fragmentarias y desconectadas.

A pesar de los engaños de la publicidad municipal, de momento casi ninguna de las cicatrices urbanas ha sanado. Ya hay grandes losas de hormigón sobre el trazado de las vías, pero estas siguen impracticables, esperando el futuro parque lineal de La Sagrera, que desde el 2011 tiene un proyecto ganador del concurso, de los equipos Iñaki Alday / Margarita Jover, Rafael Aranda, Carme Pigem, Ramon Vilalata (RCR Arquitectes) y West8, no iniciado en ninguna de sus fases. Y la estación de Cercanías de Sant Andreu Comtal sigue medio paralizada entre las vallas de las obras.

Es inadmisible que Barcelona se haya convertido en este escenario de lujo y representación, que detrás de los decorados de los recorridos más promocionados se deje y se esconda tanta ciudad, y por lo tanto, tantas personas olvidadas.

Josep Maria Montaner es arquitecto y catedrático de la ETSAB-UPC

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