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LOS LUGARES DE SANTIAGO LORENZO

Formica, shawarma y Telemadrid

Frente a las nuevas tiendas de drones, el escritor vizcaíno reivindica las casas de modelismo y los bares populares

Santiago Lorenzo, el pasado día 19, ante la carta del restaurante Byblos.
Santiago Lorenzo, el pasado día 19, ante la carta del restaurante Byblos.Samuel Sánchez

1. Calle Mieres. Se encuentra al este de García Noblejas, en una colonia con calles dedicadas a asturianadas. Tiene la particularidad de su galería comercial años sesenta, con bares y tiendas que convierten este tramo en una suerte de Benidorm en Madrid.

2. Centro Cultural Conde Duque. Un antiguo cuartel del XVIII que, tras la reforma, parece un centro para jubilados de pueblo agónico. Destaco su colección permanente. Su fondo de pintura figurativa, no obstante, desdice y conjura a las vanguardias jeta de gente que no sabe dibujar una cara si no es con el truco del seis y el cuatro, la cara de tu retrato. (Conde Duque, 9-11).

3. Hobbies Vicente. Tienda de maquetas especializada en la escala 1:72 y en rarezas de ayer y hoy, con referencias que no se encuentran en ningún sitio. Recibe las novedades antes que nadie (Andrés Mellado, 25).

4. Casa Reyna. Histórico del modelismo madrileño. A tener en cuenta su fondo de material ferroviario descatalogado, y un asesoramiento cariñoso y eficiente (Concepción Arenal, 5).

La risa triste

Santiago Lorenzo (Portugalete, 1964) invoca como nadie el tono agridulce en sus historias y dota de magistral aire tragicómico a sus protagonistas. ‘Las ganas’, título recién publicado, divierte y conmueve.

5. Bar Byblos. Hogar en Madrid. Lo lleva Toni, un libanés como de Las mil y una noches que es puro esmero en todo lo que toca. Repletito de recuerdos. Para mí y para todo el que se pase, rica jamada y amabilidad por doquier (Corredera Baja de San Pablo, 4).

6. Lana, S. A. El taller de José Luis Arrizabalaga, Arri, donde este inmenso director de arte hace lo que de verdad le gusta: trastear con la madera. Antes, Mer García Navas y yo ocupábamos el local. Sólo se lo queríamos pasar a alguien al que quisiéramos mucho. (La Nao, 3).

7. Barrio de Las Musas. Se respira una paz que no sé si es cosa mía o alcanza a todo el mundo. Una tranquilidad densa que emparentará posiblemente con algún déjà vu pero que creo que puede sentir cualquiera. Si a alguien le pasa, que me lo cuente. Meterse en el Pub Dribling (Nicolasa Gómez, 93) es viajar a través de las décadas, pasatiempo de placer loco.

8. Bar Benteveo. Era bar de formica y skay. Hace años lo cogieron unos y lo dejaron como lo encontraron, con la idea de mantenerlo así. Supongo que es lo mismo que hicieron en El Palentino o el Café Comercial, locales modélicos ya fuera de toda dimensión temporal. Sabia vía para ganar la categoría de clásico: aguantar un aspecto con paciencia y con la eternidad como premio. (Santa Isabel, 15).

9. Cafetería HD. Lo mismo. Dejarlo como estaba. Es decir, con un puro ambiente de cafetería snack de los cincuenta, forradito de listas de madera que se cruzan ortogonalmente con su caprichosa planta (¡oblicua a la perpendicular de la calle!). Hasta los baños se han respetado. Siempre está lleno, para envidia de los arremangados mentales que destruyeron su local porque se pensaron que si lo modernizaban ganarían público. (Guzmán el Bueno, 67).

10. Ciudad de la Imagen. Para ver el edificio de Telemadrid en perfecto estado de uso y sin embargo abandonado, mientras se alquilan como platós locales de por ahí. Palco preferente para hacerse una idea de la miseria moral a la que ha llegado la gobernanza de esta Comunidad.

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