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FOLK

Homeopático

James Vincent McMorrow, llorón profesional, llenó Barts

Se decía en el documental Running Up That Hillsobre Kate Bush que los grandes artistas acostumbran tener personalidades muy marcadas por lo que resultan fácilmente parodiables. Aunque sólo sea por esto, James Vincent McMorrow será un gran artista. Cara de chico sensible y pulido en tiempos crueles, mirada de arcángel perdida en el infinito, falsete tierno para descongelar sensibilidades aceradas y canciones “de verdad”, de esas que el tópico indica son buenas porque se pueden defender con una guitarra acústica. Colección de lugares comunes que conducen hacia la autenticidad, concepto escurridizo y semánticamente impreciso que sólo en la publicidad y entre los falsificadores de billetes adquiere un sentido inequívoco.

Llenó Barts. Sus canciones se escucharon en un silencio religioso roto por la estruendosa adhesión que remataba cada una de sus canciones, defendidas bien con guitarra acústica, eléctrica o teclado. Y eso que, exactamente igual que la homeopatía, el irlandés sólo funciona en dosis infinitesimales. En primer lugar porque su falsete, hijo de una noche loca entre Jimmy Somerville, Bon Iver y un castrato senegalés, reitera unos recursos plañideros que saturan. Segundo porque sus canciones no son excelentes, todo lo más monas. Tercero porque toca la guitarra como un cantante de metro. Y cuarto porque sumados los tres puntos anteriores se tiene la sensación de estar escuchando a un llorón profesional que además siempre llora igual. Sin duda cuestión de percepciones, de modo que se entiende que también pueda gustar por la reiteración de sus fragilidades y ese aspecto tan poco sutil de rodea endomingada. Vincent es el vecinito que mereció triunfar.

En su cancionero exhibido en Barts mostró las piezas de sus dos discos, mas una versión más o menos reconocible de Steve Winwood (Higher love), lo que pareció otra versión, en este caso I love you more than you'll ever know, de Donny Hataway y lo que no fue versión aunque la pieza se titule igual que otra, If i had a boat (Lyle Lovett). Es el mundo de Vincent, un mundo de equívocos donde la transparencia del personaje cautiva por su “auténtica" y frágil sencillez. Quizás por ello, encaje tan bien en el anuncio de la Lotería, un comercial donde funciona porque suena lo justo. Poco.

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