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POP | La Habitación Roja

Las canas y el orgullo

Los valencianos celebran su vigésimo aniversario en formato acústico y demuestran que el repertorio es indemne a los años

La Habitación Roja
La Habitación Roja

No es frecuente que un grupo tan infravalorado como America suene en un local para amenizar la espera, pero probablemente no fuera casualidad que anoche nos reencontrásemos en el Sol con aquellos londinenses setenteros mientras se materializaba la comparecencia de La Habitación Roja. A fin de cuentas, nuestros valencianos tampoco gozan de todo el predicamento que merecerían y también cultivan la melodía primorosa, las dulces armonías vocales, esos arpegios prístinos. En la distancia corta y con la sala llena y entregada se disfruta aún más de ese repertorio tierno y evocador, agridulce pero no siempre desesperanzado. Un cancionero atemporal (¡como el de America!) que aspira a prender para siempre un puñado de estribillos en la memoria del oyente.

Abordan ahora los de L’Eliana su vigésimo aniversario, una longevidad ‘indie’ de la que solo pueden presumir Los Planetas o Niños Murantes, con un espectáculo acústico y cercano, de guitarras entrelazadas y reivindicación del pop sin caducidad. Jorge Martí asume esta recapitulación con todas las consecuencias, sin disimular las canas ni el orgullo, aceptando el cuerpo a cuerpo con el público, incluso aquellas peticiones Los ciclos de la vida que los músicos tienen dificultades para recordar. La banda no disimula su apego por temas ya vetustos (“la última vez que tocamos Polideportivo no existía el guasap y teníais más tiempo libre”), pero embelesa con los clásicos afianzados en tiempos recientes. Es precioso el efecto íntimo que logran con Indestructibles, consabida pero muy emocionante crónica sobre el desplome sentimental que anoche parecía heredera de Travis. Y otros escoceses ilustres, Teenage Fanclub, vienen a la memoria en no pocas ocasiones: con La moneda en el aire, por ejemplo.

Reducidos por ahora a formato de trío, los levantinos completan la alineación con precarias cajas de ritmos. Y a menudo ni eso: esos estribillos ascendentes, doloridos pero eufóricos, aguantan muy bien el revestimiento adusto, como si asistiéramos a un nuevo episodio de los Storytellers de VH1. La velada toma como punto de partida La noche se vuelve a encender, tan propicia para un agarrao en la verbena local, e incluye no pocos ejemplos de músicas que podrían complacer, legítimamente, a los padres de sus autores. Les sucedía a los dos títulos más deliciosos y preciosistas de la colección: Younger o Si tú te vas son las variantes indies y con voz tenue de éxitos potenciales para Nino Bravo o Camilo Sesto. Ventajas de abordar temas perennes con el primor melódico como el más irrenunciable de los objetivos.

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