¿‘Quo vadis’ 2015?
El año electoral que comienza nos trae la esperanza de poder materializar un cambio político en todos los niveles de gobierno
Los excesos gastronómicos, festivos y espirituales que celebramos en las fiestas del solsticio de invierno nos ayudan olvidar la realidad por unos días. Una neblina de paz, amor y buenos deseos para el año nuevo provocan un espejismo donde los regalos, el cava y las uvas nos trasladan en una especie de Matrix edulcorado. Pero es un espejismo. La semana pasada, el asesinato de 12 personas en un ataque a la revista Charlie Hebdo en París nos devolvió a la cruda realidad: la de un mundo enfermo, contaminado de odio, intolerancia y cinismo.
No obstante, hay esperanza. Una esperanza que se puede materializar en la oportunidad de cambio que significan siempre unas elecciones. En 2015 hay comicios en casi todos los ámbitos administrativos y eso significa que tenemos la posibilidad de cambiar personas, partidos y políticas públicas que hasta ahora han destrozado la existencia a mucha gente. En principio, las primeras elecciones serán las municipales, las más próximas a la ciudadanía y las que pueden incidir de manera más clara en la vida cotidiana de las personas. Además, en el ámbito municipal se pueden crear más fácilmente formas de confluencia social y política. Esta vez será especialmente interesante ya que emergen todo tipo de experiencias más o menos innovadoras con unas características básicas: confluir, participar y ganar. Todas ellas protagonizadas por personas provenientes de los sectores sociales más dinámicos.
La aparición de Guanyem o Ganemos en varias ciudades, donde confluyen partidos no sectarios de la izquierda radical con un fuerte bagaje de políticas de transformación y, movimientos sociales que denuncian las políticas de austeridad de la derecha gobernante, son ejemplos esperanzadores. En el ámbito municipal debe nacer el cambio, la ruptura, con políticas potenciadoras de la economía local, ecológica y solidaria, mediante la remunicipalización de los servicios públicos y el uso de energías renovables gestionadas democráticamente, la ordenación del territorio con un urbanismo de cercanía y potenciando la soberanía alimentaria.
Las segundas elecciones serán las generales. Generan enormes expectativas ya que parece ser que acabarán con el sistema bipartito y pueden suponer la ruptura de un status quo dominado por los poderosos y la corrupción. La irrupción de un nuevo actor político ha tensionado a todo el arco político, pues aparece como una fuerza transversal que huye de la definición ideológica y se centra en un mensaje simple: los de abajo contra los de arriba.
El mercadeo obsceno de Mas y Junqueras continua con la participación de la ANC y Òmnium , que pastorean a uno y otro para que entren en el redil de las elecciones plebiscitarias
Las encuestas dan buenos resultados a este nuevo partido sin esforzarse demasiado en preparar un programa de gobierno. Con un par o tres de eslóganes y una buena política mediática, recoge votos a izquierda y derecha. Pero no por ese simplismo ideológico pueden ser peores gobernantes que los que hemos sufrido en estos últimos años. Suponen, conjuntamente con otras fuerzas progresistas, una oportunidad para acabar con la Transición, con sus políticos (por fin Alfonso Guerra ha dejado su escaño momificado) y con hacer política basada en el clientelismo y la corrupción. Son necesarias nuevas personas, nuevas ideas, nueva política, nuevas maneras de articular la participación ciudadana, un nuevo pacto social y un nuevo modelo económico y energético que ponga fin a las desigualdades, a la corrupción y al fraude fiscal, y a la destrucción del medioambiente.
Por último, nos queda una duda: no sabemos si habrá elecciones en Cataluña. El mercadeo obsceno de Mas y Junqueras continua, con la participación estelar de la ANC y Òmnium Cultural, que pastorean a uno y otro para que entren en el redil de las elecciones plebiscitarias. Estos dos políticos cada vez se parecen más a Tom y Jerry: el gato y el ratón que se odian, se abrazan, se mienten, se quieren, se golpean, llegan a acuerdos, uno se quiere comer al otro y, como cosa particular de esos humanos, se envían mensajes a través de la red social para manifestar sus diferencias. Los partidos nacionalistas e independentistas están llevando al ridículo a nuestro país; para hacer prevalecer sus ideas han sido capaces de trapichear los presupuestos, engañar a la ciudadanía y no gobernar.
Pero este mismo mes tenemos otras elecciones, y aunque no se celebren en España, tienen mucha importancia para quienes desea un cambio radical. Las elecciones en Grecia y el triunfo de Syriza significarían un toque de atención a las políticas austericidas que los dirigentes de la UE han impuesto a los países del sur de Europa. Sería un acicate y un fuerte impulso emocional y político para quienes deseamos una ruptura política en España y sería un varapalo para los poderes económicos, financieros y políticos que día sí, día también, amenazan con grandes penurias a la ciudadanía de Grecia si gana la izquierda radical que representa Syriza.
Esperemos que los dioses del Olimpo se apiaden de los mortales del sur de Europa y que nos lancen augurios de fuerza y esperanza para derrotar a la derecha y empezar una nueva etapa histórica basada en la libertad, la fraternidad y la igualdad. Si no nos fallan, encenderemos hogueras en su honor que purificaran el ambiente.
Joan Boada Masoliver es profesor de Historia
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.