Duelo de titanes
Jordi Cortés y Damián Muñoz logran en "Ölelés", un montaje que cumple 10 años, una mayor cohesión
A lo largo de la reciente historia de la danza contemporánea hay dúos que se han convertido en imperecederos como por ejemplo Canción del compañero errante de Maurice Béjart, Rapta de Vicente Sáenz y Ölelés de Jordi Corés y Damíán Muñoz y ello se debe a la calidad de los elementos artísticos y técnicos. Ahora la programación del Mercat de les Flors de Barcelona brinda al público la posibilidad de disfrutar de nuevo de Ölelés, coreografía de la que se cumple diez años y que puede verse en la Sala Pina Bausch hasta el 18 de enero. No se lo pierdan. Si en 2004 les cautivó ahora les noqueará, ya que la mayor madurez artística de sus intérpretes y creadores, Jordi Cortés y Damián Muñoz, así como sus más de 100 representaciones han dado a la obra una mayor cohesión y al baile más fluidez y versatilidad.
Ölelés
Coreógrafos e intérpretes Jordi Cortés y Damián Muñoz; Colaboración artística de María Muñoz; Música: (collage); Iluminación de Javi Ulla; Vestuario de Antonio Belart; Espacio escénico de Jordi Cortés, Damián Muñoz y María de Frutos; Voz de Silvia Pérez Cruz.
Mercat de les Flors. Sala Pina Bausch.
Barcelona. 9 de enero
Basada en el libro del escritor húngaro Sándor Márai, El último encuentro, la coreografía recrea sentimientos enfrentados sobre la amistad, la decrepitud de la vejez y la soledad. Ölelés es el reencuentro de dos viejos amigos después de 40 años de distanciamiento, de una dolorosa separación. El rencor, la venganza, el amor y la decepción tejen un mosaico de intensas pasiones que se expresan a través de un vocabulario gestual fértil que encadena las ricas frases coreográficas con gran fluidez.
Ölelés es un apasionante diálogo cuerpo a cuerpo entre dos hombres, que luchan por reencontrar su antigua amistad como antídoto a la soledad que les ahoga en su vida actual.
Al empezar el espectáculo se ve a dos hombres en el ocaso de sus vidas, uno, Jordi Cortés, sentado en una silla con una copa de vino en la mano y el otro, Damián Muñoz, columpiándose en el espacio. La aparente tranquilidad que muestra es el preámbulo a la tormenta emocional que se avecina. Un ramo de flores suspendido del techo, en el centro del escenario, marcará el comienzo de ese reencuentro. Un ramo que morderán y estrujarán y que acaban por destruir, conscientes de que el tiempo lo marchita todo. El sugestivo collage musical, que mezcla crispantes pasajes sonoros con fragmentos de ópera y canciones de Silvia Pérez Cruz enmarca el enfrentamiento de estos dos amigos a ritmos diferentes.
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