El fin de la renta antigua acaba con un histórico de la hostelería de Vigo
El restaurante bar Choco se dispone a cerrar porque no puede asumir el nuevo alquiler
A mediados del siglo pasado surgió en pleno centro de Vigo un restaurante de arquitectura ecléctica, abundante en art decó y racionalismo. Con sus escaleras que se enroscan, su cuidado mobiliario y una iluminación sorprendente, era un escenario singular para un restaurante de corte clásico, que se inauguró bajo el nombre de Choco. Tras más de medio siglo de actividad y varias reinvenciones, la última para convertirse en café-bar, el Choco, todo un clásico de la ciudad, apura sus últimas fiestas. El fin de la renta antigua lo apuntilló.
La propiedad, ya sin inquilinos en ninguno de sus pisos, pertenece a una promotora que no es ajena a la crisis del sector. Sin apenas gasto en mantenimiento, el local, ubicado en la calle Alfonso XII, en pleno Ensanche de la primera mitad del siglo pasado, se ha ido deteriorando progresivamente. “Tenemos filtraciones y humedades, pero en la situación actual no podemos arriesgarnos a hacer reformas en el bajo”, explica José Lorenzo, hijo de los fundadores del Choco y actual responsable del establecimiento. “Cada vez que hay un temporal tenemos problemas graves, y la subida del alquiler nos impide continuar con la actividad”,
El Choco está íntimamente ligado a la historia de Vigo de la segunda mitad del siglo XX y los primeros años del XXI. Surgió como traslado de un negocio desde la vecina Redondela. Durante décadas fue el escenario de celebraciones y encuentros sociales. Su proximidad con la antigua comisaría de la Policía Nacional influyó notablemente en sus horarios y clientela. Con la jubilación de la primera generación, los hijos de los fundadores tomaron el mando en 1999 para convertirlo en un café de tarde que prolonga su horario hasta las primeras copas de la noche. El acierto de su restauración, muy cuidadosa con el establecimiento original, diseñado por el arquitecto Arturo Fraga, fue una de las claves de su conversión en clásico de la noche viguesa.
El Choco es una víctima del fin de los contratos de renta antigua, pero no la única en Vigo. Son numerosos los establecimientos que merecen la categoría de históricos que bajan la verja por última vez, incapaces de asumir incrementos de los alquileres de hasta el 200% para locales en estado de conservación cuando menos dudoso. Otro caso ilustrativo es el de la tienda de instrumentos Manrique Villanueva, ubicada en la céntrica calle Velázquez Moreno desde hace 107 años.
Como en la mayoría de cierres por los nuevos alquileres, la subida de la renta no es la única causa del cese de la actividad, pero sí la gota que colma el vaso. Para Manrique Villanueva, que lleva el nombre de su fundador, un músico que fue primer violinista de la Sinfónica de Madrid, la competencia de la venta por Internet fue letal. Demasiados obstáculos para continuar con un negocio que cada vez lo es menos.
Tras el fallecimiento sin descendencia de Villanueva en 1972, la tienda pasó a una sociedad de sus sobrinos nietos que se mantiene hasta la fatídica fecha del 7 de enero de 2014, la de su cierre definitivo. La familia ha crecido y el entendimiento es cada vez más complicado, por lo que sus actuales encargados han decidido poner fin a más de un siglo de historia. Con el cese de actividad pierden su trabajo dos empleadas, una de ellas con más de 45 años de experiencia en el local.
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