Amar y perder los papeles
No recordábamos una delantera de tanta calidad desde Amiano, Roberto Martínez, Solsona, José María y Pepín
Albert Camus definió al hombre del siglo XX como un lector de periódicos. Algunos no es que estemos anclados, sino que seguimos fieles al siglo XX, un siglo de la hostia, con sus dos Guerras Mundiales, su Guerra Civil, sus 40 años de franquismo, su Transición, y así hasta llegar al actual marasmo no ya nacional, sino galáctico, con permiso de Jaume Sisa, donde lo único seguro es que el sol saldrá por Antequera. Por eso leemos el periódico en su versión de papel, la original, la táctil, la olfativa, la sonora, la sensual y vital. Si hay quien se abraza a los árboles, nosotros nos abrazamos a los periódicos de papel, que al fin y al cabo incluyen a los árboles, radicales por definición. Nos gusta leer los periódicos porque rezuman tinta, sintaxis, ortografía, párrafos, gramática, acentos, puntos y aparte, y seguidos y suspensivos… y por qué no, puntos finales. Los periódicos rezuman vida, tan necesitados estamos de ella. Qué placer leer que la gente se divorcia más pasado el verano, de donde deducimos que se enamoran más durante el otoño, se casan más durante el invierno, empiezan a dudar más durante la primavera y, efectivamente, todo se va más a la mierda, si cabe, durante el verano.
En esos mismos periódicos contemplamos la fotografía del delantero periquito Cristian Stuani celebrando su espléndido gol al Granada, señalándose el número 8 del Power8satidum que luce su camiseta, o quizás señala el escudo blanquiazul, aunque esto último parece menos probable. No señaló Stuani con su dedito autocomplaciente a su compañero el extremo Lucas Vázquez, que le lanzó un extraordinario y preciso pase mortal de necesidad. De Lucas Vázquez, gallego de La Coruña, no se puede dudar sobre si sube o baja la banda, pues está demostrando lucidez, arrojo y técnica. Es decir, que el año próximo no jugará ya con el Espanyol. No recordábamos un plantel de delanteros españolistas de tanta calidad desde los tiempos de Amiano, Roberto Martínez, Solsona, José María y Pepín.
Atesoramos 17 puntos tras 15 jornadas, puesto decimoprimero. Cuando el entrenador y sus pupilos se pongan de acuerdo sobre a qué quieren jugar, el salto de calidad será extraordinario. Domingo, 12 del mediodía. 18.405 espectadores en el Espanyol-Granada. Tristes números. Para repoblar Cornellà-Él Prat necesitamos extremos eléctricos como Lucas Vázquez, o el recién recuperado Paco Montañés, natural de Castellón de la Plana, por no hablar de delanteros como el tótem charnego Sergio García, más necesario que nunca ahora que reparten carnets del buen catalán; o del ebanista, por su color y por artesano del gol, Felipe Caicedo, quien debería arrastrar a Cornellà a la numerosa parroquia ecuatoriana del extrarradio barcelonés; o del citado Stuani, uruguayo como Luis Suárez, mordaz como Luis Suárez, más inteligente que Luis Suárez, pues Stuani no muerde con los dientes, sino que muerde con la metafísica. Gran presidente para los uruguayos José Mújica. Leímos en los amados papeles su defensa de Luis Suárez tras su infantil agresión odontológica al italiano Chiellini en el pasado Mundial: “En la FIFA son una manga de viejos hijos de puta”. Queremos prohibir el insulto en los campos de fútbol, loable propósito. Prohibir la violencia, del género que sea, a base de leyes y de código penal. La experiencia con la mal llamada violencia de género no invita al optimismo. Hasta que no afrontemos una reforma de nuestro pensamiento, el de los adultos que educamos a nuestros niños y niñas, no habrá nada que hacer. Estamos con Humberto Maturana, el futuro no son los niños, el futuro somos nosotros.
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