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COMISIÓN SOBRE EL FRAUDE
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

De elusión también se vive

Como si algo de aquellos treinta años de silencio aún flotase en el Parlament, se cerró la sesión con una sensación de tristeza y vacío

Prosiguió el interminable desfile de expertos por la comisión de investigación sobre el fraude y las evasiones fiscales. Afuera en el parque también era invierno y las butacas de la Sala de Grupos empezaron a hundirse como un recuerdo. Quienes comparecieron este lunes 15 fueron los señores Joan-Francesc Pont Clemente, Luis Manuel Alonso González (ambos catedráticos de Derecho financiero y tributario de la UB y ambos propuestos por CiU) y el señor Carles Ramió (catedrático de Ciencias políticas y administración de la UPF, propuesto por ERC). Los dos primeros torearon al alimón (que significa conjuntamente y no que lo hicieran con acidez). Coincidieron el uno y el otro en señalar que la represión de los defraudadores es un gesto inútil y que la sociedad es la culpable (en concreto, es el modelo legal lo que falla), coincidieron también en diferenciar entre fraude y elusión y coincidieron, sobre esta base, en la exculpación metafísica, que no moral, del expresidente Jordi Pujol. Es decir, en todo lo que a los convergentes les gusta oír y desearían decir.

El profesor Pont (barba blanca y baja, mejillas descubiertas como un hombre justo) utilizó la terminología masónica (no en vano es públicamente presidente del grado 33, el que permite a los médicos examinar la vibraciones torácicas), y así se refirió varias veces a los principios de libertad, igualdad, justicia y pluralismo, sentenció que el altruismo debe prevalecer sobre el egoísmo, aludió a la república “en el mejor sentido de la palabra” y señaló que “el único camino que existe es la obediencia de las leyes”. Cerró la charla el profesor Alonso con la conclusión de que hay que tratar mejor a las rentas del capital que a las rentas del trabajo porque si no el capital se marcha.

En el turno de preguntas, la señora Meritxell Borràs, diputada del grupo de CiU, elogió efusivamente las palabras de estos dos profesores y manifestó que ellos sí que eran diferentes, sobre todo respecto al experto que había comparecido en la sesión anterior (por el señor Mayo, coordinador del sindicato de técnicos de Hacienda, a quien había preguntado que quién era él en su oficio, qué méritos tenía y, casi, quién le había dejado entrar). El diputado por ERC, el señor Oriol Amorós, que vino afeitado y sin traje, fue felicitado en su flamante paternidad por el presidente de la comisión, el señor David Fernández (sudadera gris, el anorak negro colgado sobre el respaldo de la butaca caoba y presidencial). Antes de iniciar su turno de preguntas, Amorós se quejó de que los padres de esta cámara tampoco tenían derecho a los 13 días de baja por paternidad y que habría que luchar por ello. Como al diputado del grupo popular, el señor Sergio Santamaría, (calcetines negros, frases bien dibujadas: “la clave de bóveda del sistema”, y “d” final pronunciada “z”, lo que convierte la virtud en virtuz), le gustase tanto lo que dijo el profesor Pont sobre la obediencia de las leyes como único camino existente, pidió que se aplicase no sólo al sistema financiero sino a la política catalana en general.

En la segunda parte de la sesión, la charla del profesor Carles Ramió fue clara, precisa y contundente. Puso la corrupción política en el meollo de la financiación de los partidos y advirtió que sobre todo era culpa de los políticos y no de los funcionarios ni de los empresarios. Habló también de los 30 años de silencio pujolista y dijo que la corrupción política que hay en Cataluña es muy parecida a la que hay en España, y que ambas son “igual de casposas” y, en el caso catalán, un grave obstáculo si se pretende construir “un nuevo país”. Alto, severo, riguroso, más cerca de Unamuno que de Berlinguer o de Togliatti, el señor Marc Vidal, filólogo y diputado de ICV-EUiA, se lamentó de que no le publicaban sus artículos en los periódicos (no hay nada más melancólico que un filólogo no publicado), e instó al profesor Ramió a que fuese él quien con su pluma denunciase al fin esos silencios, pues a él le han publicado siempre y con frecuencia.

En el turno correspondiente al grupo de Ciudadanos, el señor Carlos Carrizosa (gafas con cordel, aire de sastre nocturno que repasa el tejido social), afeó al grupo popular el caso Bárcenas pero a continuación coincidió con su portavoz en lo vano de lo que promete la expresión “nuevo país”. Como si algo de aquellos treinta años de silencio aún flotase en el Parlament, se cerró la sesión con una sensación de tristeza y vacío. Seguía el invierno en el parque. Para alegrar los corazones, aquella rumba de los Chichos que decía: “Porque todo lo que piensas tú / Son elusiones, qué más me da / Son elusiones, y así nací...”.

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