Un paisaje interior
Muy francés en su meollo formal, con un gusto exquisito para la musica y la ambientación, Jean-Philippe Dury hace un esfuerzo notable por ofrecer una producción de compañía
¿Es o no es esta seria propuesta de Dury un ballet narrativo? ¿Hay un libreto a seguir o solamente unas sugerencias de máxima que guían la acción bailada? Muy francés en su meollo formal, con un gusto exquisito para la selección musical y la ambientación, este bailarín y coreógrafo galo asentado en Madrid tras su paso por la Compañía Nacional de Danza, hace un esfuerzo notable por ofrecer una verdadera producción de compañía en toda regla, con un “ensemble” muy entonado y parejo donde destacan claramente las evoluciones de grupo. Su evidencia de talento hace pensar en cómo quedaría este producto con los recursos necesarios, aunque en su modestia, el resultado es muy digno. El nivel de los bailarines tiene exigencia, y casi siempre el argumento dramático, en su densidad, sugiere un tempo escénico que lo acota en lo lento; en el segundo tiempo, una vez superada la exposición, hay algo más trepidante y rítmico. Al final vuelve esa expansión de suelo en, digamos, un tipo de adagio, más ralentizado todavía, como un implacable tiempo irreal que desborda la acción; hay apariciones, retales de memoria y una intención abierta a la libertad interpretativa.
LAS 4 ESTACIONES DE VICTORIA
Compañía Elephant in the black box; coreografía y escena: Jean-Philippe Dury; vestuario: Mathilde Cotteverte; música: collage de D. Guerra García; luces A. Pérez; vídeo A. Guzmán. Teatro del Instituto Francés. 28 de noviembre.
¿Asistimos a escenas de una vida en particular o acaso se trata de otro formato simbólico y otra intención metafórica? ¿Cuál es la época precisa de la ambientación? Por momentos sugiere el período de entreguerras; en el relato del filme también hay otro discurso paralelo igual de críptico y fragmentado, de difícil hilatura, donde se leen recuerdos. Hay una cita literaria en el programa de mano: es de Evan Lovewood, pero ¿quién es Evan Lovewood?
Con el collage musical la falta de información lo debilita; al principio se adivinan algunos compases de Vivaldi modernizados (si es que eso es posible), después unos fragmentos operísticos, pero la amalgama no está del todo cohesionada y quizás acude a demasiados estilos diferentes. Es verdad que esa banda sonora es muy bien utilizada por el coreógrafo para contar o dibujar su ambiente de interior penumbroso y opresivo.
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