La laguna protegida que ahoga el paseo marítimo
La Xunta desagua el delicado lago de A Frouxeira, en Valdoviño, antes de que rebose, intentando evitar las inundaciones que se repiten desde hace un lustro
Cuando a la laguna costera de A Frouxeira le quedaban pocos centímetros para anegar el paseo marítimo de Valdoviño, la Xunta abrió un canal para desaguarla. El agua fluye desde el viernes por la zanja que rompe la barrera dunar para conectar el lago con el mar. Las tormentas y grandes mareas de los últimos días han acelerado el llenado de un humedal con seis protecciones ambientales reeditando un problema que se repite cada otoño desde hace un lustro y que causa estragos en fincas privadas y en el mobiliario urbano. Por primera vez, la Xunta le tomó la delantera a la inundación y hace una semana que movilizó las máquinas para evitar que el agua se le fuera de las manos como ocurrió en los últimos tres años. El jueves por la mañana, horas antes de que una tromba de agua descargase sobre Ferrolterra, los operarios de Tragsa ya habían empezado a trazar una línea zigzagueante sobre el arenal de A Frouxeira para excavar con palas un canal artificial de desagüe para aliviar la presión hídrica del humedal.
La de Valdoviño es una de las pocas lagunas costeras que mezclan agua dulce y salada en toda la costa atlántica europea, un hecho singular que motivó su inclusión en el convenio internacional Ramsar que protege a otros 67 humedales en España. Se nutre del agua de los riachuelos Vilar, Rego Magno y Castro, y la protección ambiental se extiende por 485,23 hectáreas en la perpendicular de un arenal de 2 kilómetros que arranca en el faro de Meirás.
Los vecinos de las veinte casas que encaran el lago en primera línea, por si acaso, ya se habían pertrechado de sacos de arena contra el probable desborde de un espacio amparado por su valía ambiental con otras cinco figuras -humedal protegido, Red Natura, LIC Costa Ártabra, ZEPA (aves) y Zepvn (Zona de Especial Protección de los Valores Naturales)- que los dejó aislados en diciembre del 2011, la peor de todas las inundaciones que han sufrido estos tres años y que llegó al juzgado sin mucho recorrido.
Durante toda la semana, los técnicos de la Consellería de Medio Ambiente no le han quitado ojo al lago haciendo cálculos entre la cota de agua, las mareas y la previsión de lluvias para proceder antes del punto de rebose. El vaciado mecánico del lago es una posibilidad que la Xunta se preocupó de hacer constar mediante un protocolo en el Plan de Conservación para este espacio único que ultima su tramitación administrativa después de cuatro años de espera.
La regulación del lago ha sido un quebradero de cabeza para el Gobierno gallego desde finales del 2009. Cuando la lámina de agua se desbordaba sobre el asfalto, Medio Rural -que entonces tenía la competencia sobre Conservación da Natureza- permitió que se abriese una amplia zanja a mitad de la playa que rompió la barra de arena que separa el lago del mar. El agua salió en tromba y prácticamente desecó el humedal.
La estampa casi desértica de un espacio único del litoral atlántico derivó en un pequeño tsunami ambiental que llegó al Parlamento gallego. El primer gobierno de Alberto Núñez Feijóo comprometió entonces un plan específico para proteger y regular A Frouxeira que que ha tardado casi cinco años en cuajar y que disgusta sobremanera a los colectivos ecologistas. Lo definen como una herramienta de gestión “a la carta”, carente de rigor científico, repleto de errores, sin estudio hidrológico y lastrado por “serias deficiencias”. El DOG publicó este miércoles el dictamen favorable de la memoria ambiental, uno de los últimos pasos hacia su aprobación definitiva por encima de la batería de alegaciones de los ambientalistas y de la oposición municipal de Valdoviño (PSOE), que reclamaron mayor participación vecinal en su redacción para cuidar de una laguna en la que pescan desde hace décadas y que consideran parte del ADN de una localidad con mucho tirón turístico.
Adega sostiene que el lago de A Frouxeira, junto a la playa que le da nombre, quedó tocado por la barrera de piedras que le colocaron para blindarlo frente al fuel del Prestige y su delicado ecosistema se ha resentido desde entonces. El vaso de agua se colmató con los materiales que depositó la corriente y el lago ya no es capaz de autorregularse como antaño, cuando bombeaba el exceso de líquido por un canal en el extremo derecho. “La Xunta prefiere degradar el equilibrio del lago antes que modificar una obra que nunca debió construirse de ese modo”, apunta Adega sobre el paseo marítimo, que se levantó por debajo de cota de inundación. “Otra oportunidad perdida”, concluyen.
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