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Unos padres buscan a su hijo enfermo que se fugó mientras cumplía condena

“Era responsabilidad del Estado y nadie hace nada”, critica la familia El chico se escapó del coche de la educadora social que lo trasladaba

Cada vez que suena el teléfono a José Manuel Rubianes y Mari Pita, el corazón les da un vuelco. Su único hijo, Diego, de 22 años, despareció el día 5 cuando lo trasladaban desde el área de Psiquiatría del hospital ferrolano al centro terapéutico de Asfedro en O Confurco, en Doniños, para tratar su adicción a la droga, casi el menor de problemas mentales con los que carga desde muy niño, cuando le diagnosticaron un grave trastorno de personalidad con apenas 7 años.

Diego Rubianes se escapó del coche en marcha de la educadora social que lo transportaba y nadie ha sabido dar una pista fiable de su paradero. Y no se trata de la fuga de otro chaval, avisan sus padres. Diego cumplía condena por agresión a una agente de la Policía Local de Ares dictada por la sala de lo Penal número 2 de Ferrol en agosto del 2013 y que lo mantuvo un tiempo ingresado en el módulo de pacientes agudos de psiquiatría del Hospital Naval para tratar de estabilizarlo. El juez había ordenado su internamiento terapéutico en un centro (de 1 a 9 meses) y la propuesta fue Asfedro, una comunidad abierta donde la estancia es voluntaria. “Se escapó mientras era responsabilidad del Estado y nadie ha dado orden de buscarlo y capturarlo”, se lamentan sus padres, un matrimonio de mediana edad, tan destrozados como desesperados, sin saber a que puertas llamar para dar con él. No entienden que la Administración “se desentienda por completo” de la fuga de un joven enfermo y que cumplía condena.

En Ares, todos conocen a los Rubianes y a su hijo Diego, un chico que ha tenido que lidiar con el infierno dentro de su propia cabeza y que lleva días sin los fármacos que necesita y que, últimamente, se negaba a tomar. “Esto, y es muy duro, es la crónica de una tragedia anunciada”, teme José Manuel. Tiene 56 años y trabaja como conductor de ambulancias. No es la primera vez que lo llaman para que recoja su hijo en las situaciones más adversas. A su mujer, de 53, de baja laboral con fibromialgia y un linfoma encima, le cuesta hasta explicarse. Sabe que su hijo es una persona muy enferma pero que también puede ser un peligro para sí mismo y para otros. Ella, confiesa, ha sido víctima de maltrato doméstico. Su hijo la golpeó y le prendió fuego a la puerta de la casa con sus progenitores dentro. También cargó contra su padre. Ambos lo admiten pero no se atrevieron a denunciar a su propio hijo.

Durante uno de estos episodios de violencia doméstica, se presentó la policía local y el joven se encaró con una agente. El cuerpo remitió la denuncia al juzgado que condenó al joven y dictó una orden de alejamiento para evitar que se acercase a sus padres. Diego Rubianes tiene una pensión por una minusvalía psíquica del 65%. Al día siguiente a su desaparición, acudió a retirar el poco dinero que tenía a una sucursal bancaria del barrio ferrolano de Ultramar. Llevaba un plumífero, pantalón verde impermeable y botas. Ahí se perdió su pista y de eso hace ya 11 días.

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