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La Sinfónica y Rumon Gamba firman un gran Mendelssohn

Stefan Jackiw deslumbró al auditorio con su versión de la ‘Fantasía Escocesa’ de Max Bruch

La Orquesta Sinfónica de Galicia ha celebrado en el Palacio de la Ópera de A Coruña su cuarto concierto de abono de vierrnes bajo la dirección de Rumon Gamba. En programa, Movimiento, de Jesús Torres; la Fantasía Escocesa, op. 46 de Max Bruch, en la que acompañó al violinista Stefan Jackiw, y la Sinfonía nº 3 en la menor, op. 56, Escocesa, de Felix Mendelssohn.

Movimiento, obra obligatoria del Concurso de Dirección de Cadaqués en su edición de 2004, responde a los planteamientos requeridos para una pieza dedicada a tal fin; y como tal, es un verdadero estudio de timbres, ritmos, dinámicas y fraseo. Un verdadero “tour de force” para directores noveles que hizo que el primer premio de aquella edición quedara desierto. Gamba hizo una lectura precisa y expresiva de la obra, sacando un gran rendimiento de la calidad sonora de la Sinfónica.

Stefan Lackiw deslumbró al auditorio con su versión de la obra de Bruch. Una técnica absolutamente impecable –afinación perfecta, agilidades, ataques y un preciosísimo sonido – puesta al servicio de una partitura que permite todo lucimiento posible a su intérprete. Jackiw fue más allá con gran musicalidad y fue excelentemente acompañada por Gamba y la Sinfónica. El sonido redondo y aterciopelado de sus cuerdas y los diálogos con la flauta de Claudia Walker Moore y el arpa de Céline Landelle redondearon una magnífica versión de la obra.

Gamba dirigió la Escocesa tal como la pensó Mendelssohn: sin más interrupción entre sus movimientos que el tiempo imprescindible para respirar y marcar el tempo de cada uno de ellos. La obra obra cobra así todo su sentido y vigor. Gamba resaltó la energía tranquila que emana del inusual Andante con moto inicial y su orquestación, densa y transparente como una niebla a orillas de Loch Lomond.

En el Scherzo, el sinuoso canto del clarinete de JuanFerrer sobre el ritmo vivo de las cuerdas fue preludio del hermoso canto conjunto del tutti. La luminosidad del Adagio fue más realzada que atenuada por esa sombra beethoveniana que lo recorre en la cuerda baja. Finalmente, el inicio del Allegro vivacissimo sonó como visión sonora de alguna melodía de espíritu danzante como las que inspiraron a Mendelssohn durante su viaje a Escocia de 1830 y la majestuosidad y profundidad de su final emuló la de los montes y lagos de sus Highlands.

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