¿Una zurda?: Pregunten por Xala
Junto a Barriola superan a Urrutikoetxea y Aretxabaleta en la final del Cinco y Medio
La distancia del cinco y medio es una bilbainada bien pensada. Consiste en habilitar una disculpa pelotazale para mantener la competitividad dentro del cuadro profesional, a ser posible en el frontón Bizkaia, tan magno como el primer día. Se trata, sobre todo, de que ninguno de los cuatro pelotaris se quede frío en la cancha: siempre hay una ocasión para soltar un pelotazo y ahí está la emoción para el espectador.
En la final del torneo disputado este sábado en Bilbao, los finalistas se desgastaron. Si el cuatro y medio es una especialidad asfixiante en el mano a mano, propia solo de quien tiene reflejos y una preparación física de triatleta, cuando se juega con la ventaja de un cuadro más y, además, en parejas la cuestión radica fundamentalmente en no perder ripio. Vaya, como en los primis: quien se descuida, pierde
Habían llegado a la final de este trofeo los vizcaínos Urrutikoetxea y Aretxabaleta, por Asegarce como alternativa de juventud, mientras enfrente comparecían los veteranos de Aspe Xala y Barriola, que han dispuesto de muchos torneos para engrasar su compenetración. A bien que se notó luego la experiencia de solventar un partido de aristas. Un resultado final de 22-15 para el vasco-francés y el navarro explica que hubo diferencia.
Xala tiene un prodigio escondido en su garrote izquierdo. Propio de su calidad y de una irregularidad que le ha impedido haber llegado más arriba, comparte situaciones de éxtasis con ausencias inexplicables. Pero en esta final, Xala tiró de repertorio. Algunos de sus tantos son propios de que Urrutikoetxea los repase con detenimiento en Zarátamo. Estuvo muy autoritario en su zona, nunca rehusó el mano a mano y por ahí vino la gota de confianza para amarrar un partido con volteretas hasta su ecuador.
En este tipo de torneos, los delanteros se examinan ida y vuelta. Así, Xala envió remates vitales; Urrutikoetxea, peligrosos. Una diferencia determinante para que decida el marcador en cuatro chispazos. Algunos recados de Xala con la izquierda fueron tratados de remates mortales más allá de que el material le fuera como un guante. Urrutikoetxea no le pudo imitar salvo un par de excepciones cuando todavía nadie había roto a sudar lo suficiente.
Después de esos intercambios de golpe para poner a prueba el riñón y la mano del contrario, es posible que los jóvenes desaprovecharan su ocasión de marcar territorio. No lo hicieron cuando el marcador les sonreía y ahí cavaron su tumba. Propiciaron la suave reacción de los veteranos y cayeron en la trampa de errores infantiles como aquel saque al vértice de las dos paredes de Urrutikoetxea que parecía jugar entre aficionados. Eso sí, en el calentamiento le había salido bien.
Con este desnivel, siempre sostenido en una desventaja en el entorno de los cinco tantos, no era una tarde para las apuestas. Todo quedaba reducido a saber quién remataba mejor. Y ahí Xala sacó tajada, sobre todo con algunas sentencias de izquierda que le encumbran como ese delantero incómodo al que puedes ganar, sí, pero sin descuidarte. Urrutikoetxea lo hizo con errores infantiles de quien todavía no siente el arrope de la autoestima y abrió el desagüe a la derrota.
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