Negras son las praderas
El matrimonio célebre gracias a ‘True detective’ encarna una versión casi kafkiana del universo campestre de Hank Williams

Ah, la televisión. El matrimonio que integran Brett y Rennie Sparks lleva dos décadas en activo y su reciente (y agreste) álbum Wilderness hace el décimo, pero ha tenido que aguardar a que Far from any road se convirtiera en tema central de la serie ‘True detective’ para fulminar el aforo de El Sol (299 asistentes) con dos semanas de antelación. Las inclemencias meteorológicas prolongaron la espera hasta las 22.49, pero la inaugural My sister’s tiny hands se encargó de borrarnos demoras y chubascos del pensamiento: esa historia sobre serpientes y botellas de whisky barato constituye un ejemplo perfecto del universo oscuro, grotesco y pesadillesco que frecuenta la pareja.
Su referente más obvio (y más existiendo vínculo conyugal) es el de Johnny Cash y June Carter Cash, pero los Sparks asumen una dimensión más estrafalaria. Somewhere else to be, por ejemplo, es la típica balada con sabor a derrota que firmaría Hank Williams, pero Brett toca en ella la guitarra eléctrica como si fuera Steve Earle. Y When the helicopter comes vuelve a ser una clásica pieza vaquera de estrofas sin estribillo, solo que el hombre de la barba entrecana la pervierte con un solo trabucado, tal que un Arto Lindsay primerizo.
El exitazo televisivo afloró en apenas media hora, pero en realidad esa pieza apenas sobresale sobre el resto. Nos quedamos antes con Weightless again, en la que Rennie coge el banjo y ofrece unas armonías prístinas… para hablar sobre suicidios desde el Golden Gate. O con la imitación de la voz turbulenta de su difunto abuelo para Down in the ground’ Esa colisión casi kafkiana entre dulzura y tenebrismo representa, en realidad, lo más seductor de esta Familia de Guapos. Negras son las praderas por las que transitan durante 70 minutos los cónyuges y su percusionista. Tan plácidos y bromistas en apariencia, como en su esforzada traducción simultánea al castellano de The sad milkman. Y tan inquietantes, empero, en cuanto nos adentramos en sus paisajes.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.
Archivado En
Últimas noticias
Cinco series que han sorprendido en 2025 (y que aún estás a tiempo de ver)
Sí, clonar a tu mascota es posible… pero también implica riesgos éticos enormes
Por qué los incendios de 2025 han disparado las emisiones de CO₂ en España
Menos trámites, más casas: así quiere la UE acelerar la construcción de vivienda
Lo más visto
- Sin duchas ni camas adecuadas, y con obras en marcha: así estrenaron 30 niños extranjeros el centro de acogida de La Cantueña de Ayuso
- Guardiola elimina la prohibición de que los jefes de servicio de la sanidad pública ejerzan en la privada y sube un 59% la derivación de pruebas
- El “canibalismo interno” se extiende en el PSOE a la espera del día después de Sánchez
- El Ayuntamiento de Valencia y el Levante piden a LaLiga aplazar el partido contra el Villarreal por las fuertes lluvias
- El hombre que desarmó a uno de los atacantes en Sídney es aclamado como un héroe en Australia




























































