La primera directora que sonó
La Filmoteca Española le dedica un ciclo a la cineasta Dorothy Arzner
Si echamos un vistazo al cine actual, el 21% de los directores son mujeres. Un porcentaje exiguo. Aunque hubo aún tiempos peores. En el Hollywood de los años treinta y cuarenta no hacía falta sacar porcentajes, solo existió una directora, Dorothy Arzner. La Filmoteca Española recupera estas semanas el ciclo que hace un mes le dedicó el Festival de San Sebastián a esta pionera, la única cineasta sindicada en aquella época. Que además lo dejó en la cúspide de su carrera, harta del machismo imperante. Criada en Los Ángeles, trabajó en diversos puestos en las majors (los grandes estudios de Hollywood) hasta que sobresalió su montaje de toreo en Sangre y arena (1922), con lo que varios directores recurrieron a su talento en la edición antes de que ella misma se pusiera detrás de las cámaras como máxima responsable en tres películas mudas y 14 habladas entre 1927 y 1943.
Debutó detrás de las cámaras con un taquillazo, La reina de la moda (1927), y con Manhattan cocktail (1928) se convirtió en la primera directora de la historia de una película sonora. La loca orgía (1929) demuestra su talento exprimiendo a la estrella de Paramount Clara Bow. En RKO dirigió la segunda película como protagonista de Katherine Hepburn, Hacia las alturas; se apuntó al recién creado Sindicato de directores, y concilió calidad y taquilla en The last of Mrs. Cheyney, The bride wore red, La mujer sin alma o Dance, girl, dance, antes de abandonar Hollywood tras la Segunda Guerra Mundial. Nunca se arrepintió. Se ganó la vida como profesora y directora de anuncios.
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