“Lo que da miedo es el presente”
El responsable del certamen señala el papel alegórico de los zombies
El escritor y crítico cinematográfico Ángel Sala (Barcelona, 1963) lleva trece años a la cabeza del Festival de Sitges. En esta edición, que tendrá lugar del 3 al 12 de octubre, se exhibirán entre otros los nuevos títulos de David Cronenberg, Jaume Balagueró y Jean-Luc Godard.
Pregunta. ¿El fantástico es el género más potente en el panorama internacional?
Respuesta. Es el género que más se amolda a los cambios. El público está respondiendo de forma masiva, cada año las 10 películas más taquilleras son fantásticas. Y se está produciendo un fenómeno curioso: el cine de terror es cada vez más popular. Hay gente que se ha acercado porque ven Walking dead en televisión en casa.
P. Este año se presentan varias distopías futuristas de terror, que cogen elementos de la crisis actual. ¿Nos da miedo el futuro?
R. Yo creo que nos da miedo el presente. Todo cambia tan rápidamente que el cine de ciencia ficción ha dejado de hablar de lo que pasará de aquí a 200 años; es más aterrador lo que nos pueda ocurrir dentro de poquito. Curiosamente, también el cine de ciencia ficción más teenager también está siguiendo esta línea, con películas como Divergente, Los juegos del hambre… la palabra distopía está en la mente de todos, y la ciencia ficción usa el bajo presupuesto para hablar de realidades que se parecen mucho a la nuestra.
P. Ciencia ficción y low cost parecen términos contradictorios.
R. Ahora identificamos ciencia ficción con grandes presupuestos, pero esto no fue así hasta los años setenta, cuando empezaron a salir grandes producciones como La guerra de las galaxias o Superman. Hemos olvidado que el cine de ciencia ficción nació del low cost y se mantuvo así en la década de 1950, su época dorada. De hecho, todo cambió en 1968 con 2001: Una odisea en el espacio; a partir de allí se identificó el género con la revolución en los efectos especiales. Y aunque eso siga existiendo, como es lógico y necesario, empiezan a plantearse nuevas formas de reflexionar sobre esas temáticas desde postulados más autorales. Lo vemos en películas como Moon, Código Fuente, Looper...
P. ¿Qué película nos va a perturbar más este año?
R. Tenemos unas cuantas bastante perturbadoras. Sobre todo un film austríaco, Goodnight mommy, que debate sobre la crueldad de los niños. Es realmente aterradora. También hay un film griego, Norway, que juega en el terreno de Canino. Son ejemplos de cine que sin tratar temas clásicos del género consiguen que salgas de la sala bastante inquietado.
P. ¿Casan bien el thriller y el fantástico?
R. Siempre han tenido mucho que ver. En este festival muchos thrillers han sido premiados. Johnnie To ha ganado dos veces como mejor director, y también Tarantino, aunque en el fondo hace cine negro postmoderno. Pero este año lo hemos querido separar y darle una relevancia especial. Hemos detectado un renacimiento del thriller europeo; en Francia se vuelve a hacer polar, en Inglaterra se hace un cine negro interesantísimo... Es un terreno muy fronterizo. Y estamos huérfanos de festivales de cine negro y de acción.
P. ¿Cómo se convierte una película en película de culto?
R. Son una serie de impulsos, sobre todo del público de los fans, de los que repiten las películas… Hoy en día con las redes sociales es más fácil. Antes los fenómenos de culto tardaban 5 o 10 años en ocurrir, ahora prácticamente en seis meses algunas películas empiezan a sonar de culto, sin haber sido muy visionadas ni haber llegado al gran público.
P. ¿Las series están acercando el público general al fantástico?
R. El fenómeno de la televisión en los últimos cinco años ha sido decisivo. Las series desarrollan mejor algunas historias que no podían contarse de otro modo, y además son una vía de fidelización tremenda. Algunas tienen un nivel difícil de encontrar en cine. Soy fan a matar de Juego de tronos, de Walking dead, de Fringe, de Misfits, de Utopia… tengo bastante locura por las series. Y empiezo a ser fan de Doctor Who, una cosa que siempre se me había resistido porque soy trekkie hasta la médula.
P. ¿Cómo está la industria?
R. Está muy desbaratada, pero hay buenos síntomas, nos guste o no la propuesta artística. Películas como Ocho apellidos vascos tienen un mérito a nivel de promoción, de distribución… en ese sentido la industria tiene motivos para estar contenta. El problema está más en la exhibición, en la falta empatía del público en las salas. Debería fomentarse la educación de la mirada, enseñar cómo ver cine y cómo verlo bien. Es un país donde se va poco al cine, porque tiene más inconvenientes que ventajas. Y encima es caro. Es una situación bastante lamentable, pero empiezan a salir iniciativas interesantes.
P. Sin embargo la gente sí va a Sitges. ¿Cuál es la clave del éxito?
R. Ser muy fiel a un género, que es el que demanda al público, y evitando que sea un simple multiplex, un cine con palomitas más. Intentando que ver películas sea una experiencia más completa. Y el ambiente, la ciudad, ayudan. Es el ritual, lo que hacía que ir al cine fuera guay: quedar con los amigos, tomar algo... eso se ha perdido.
P. ¿Por qué gustan tanto los zombis?
R. El zombi se ha convertido en una alegoría de muchos de los miedos de la sociedad contemporánea.
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