Los perros pueden viajar desde hoy en metro fuera de hora punta y con bozal
La nueva ordenanza prohíbe los collares dañinos y obligará a llevar a las mascotas atadas
Graciela Prestisimone, jubilada, lo esperaba desde hace días. Tenía el bozal a punto y llevaba días mostrándoselo y probándoselo a Jack, su pastor alemán. Ayer —“¡¡por fin!!”, exclama—, el estreno: “He hecho una foto y se la he mandado a mi hija que vive en Suiza, para que vea que por fin podemos llevar los perros en metro”. Madrugó, cogió la línea 2 del metro con Jacken La Verneda y bajó en el paseo de Gràcia para dar una vuelta por el centro y visitar por sorpresa a su otra hija. A mediodía Graciela estaba exultante: “Cada día camino cuatro kilómetros con el perro, ahora tendré la opción de volver a casa en metro si me canso”, celebraba.
En Barcelona, el día de ayer estaba marcado con rotulador grueso en el calendario de muchos dueños de perros: entró en vigor la nueva ordenanza de Protección, Tenencia y Venta de Animales, que permite el acceso de perros al metro, siempre que viajen fuera de las horas punta (de 7 a 9:30 y de 17 a 19 horas), atados, con bozal y que estén inscritos en el registro municipal y lleven el chip que identifica al dueño. Los fines de semana el acceso es libre, como ocurre con las bicicletas.
La nueva ordenanza tiene otros puntos que cambiarán la vida de los perros de la ciudad, como el hecho de que deberán ir siempre atados por la calle. Pero este apartado, más peliagudo para un Ayuntamiento que afronta elecciones el próximo mayo, se ha aparcado hasta dentro de 15 meses.
Otras novedades son la prohibición de usar collares dañinos (de pinchos, ahogo o eléctricos) o cuestiones domésticas como que está prohibido dejar a un animal solo en casa más de tres días o de 12 horas si se trata de un perro. Garantías del bienestar animal que si los dueños incumplen los vecinos podrán denunciar. La ordenanza prevé multas de entre 300 y 900 euros en función de la gravedad de la infracción.
Volviendo bajo tierra, los propietarios de perros celebraban ayer sobre todo que tendrán la posibilidad de moverse por la ciudad con su mascota sin tener que coger el coche. Como en Berlín, Bruselas, Ámsterdam o Ginebra, como subrayó el concejal Jordi Martí. Ayer, en general, la reacción del resto de pasajeros ante la presencia de canes en los vagones fue recurrir a una frase cargada de sensatez: “El problema, cuando lo hay, no son los perros sino los dueños de los perros y cómo les educan”. De hecho, la ordenanza especifica que los dueños deben responsabilizarse de la actitud del animal en el metro y llevarle atado a menos de 50 centímetros.
Desde la Asociación por el Bienestar del Perro Urbano Udols, Nacho López aplaudía la ordenanza y se mostraba convencido de que contribuirá a que los perros pasen menos tiempo solos en casa. Con todo, advertía, hay que acostumbrar a los animales al bozal antes del primer viaje en metro. En este sentido, recomiendaba comenzar con un bozal de rejilla que permita premiar a los perros con comida los primeros días, en pruebas que las primeras jornadas deben ser de apenas unos minutos. Luego, acostumbrarles al bozal en la calle y finalmente, bajar al metro.
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