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Un okupa inesperado

Juan Mayorga estrena este sábado 'El elefante ha ocupado la catedral', su primera obra infantil

Ensayo de la obra infantil de Juan Mayorga 'El elefante ha ocupado la catedral'.
Ensayo de la obra infantil de Juan Mayorga 'El elefante ha ocupado la catedral'. Samuel Sánchez

Se acercaba la fecha límite para entregar el texto de la obra, pero las ideas brillantes parecían hibernar en pleno verano. Era la primera vez que Juan Mayorga elegía a los niños como público y, a pesar de llevar más de dos décadas escribiendo teatro, no estaba seguro de cómo enfrentarse a ese nuevo reto. Una noche de insomnio, con su respiración como único sonido de fondo, fijó la vista en el techo de su dormitorio. Lo que vio entonces pudo ser fruto de un sueño o de una imaginación desmedida, pero asegura que allí, entre el gotelé de sus paredes, estaba la imagen que andaba buscando desesperadamente. La imagen a partir de la cual crearía el argumento de su próxima función: un elefante entrando en una catedral.

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Años más tarde, justo antes del estreno de aquella obra que nació una noche de verano de 2011, el dramaturgo confiesa que su elefante era en realidad una gotera. Y que quizá esta historia que relata para explicar el origen de su primera (y única hasta el momento) obra infantil fuera una fantasía que de tanto contarla se haya acabado creyendo. "Supongo que todo lo que rondaba por mi cabeza en ese momento tiene algo que ver con el germen de esta obra, como en todas". Pero casi nunca, dice, es un proceso consciente. La idea de la ocupación estaba muy presente en su vida y por eso, tal vez, ideara a este "okupa insólito", a este paquidermo que invade una catedral gótica de un pequeño pueblo horas antes de la llegada de un grupo de turistas noruegos, creando una crisis sin precedentes que rompe el monótono transcurrir de los días.

Nadie sabe cómo ha llegado el animal hasta allí, ni cómo sacarlo. Solo unos héroes atípicos, un fontanero y su aprendiza, se atreven a lidiar con la situación metiéndose en el interior del elefante a través de su trompa. Todo lo que sucede a continuación es un viaje surrealista en el que los protagonistas irán conociendo a todos los personajes que han sido engullidos por el animal: un sacristán que vende detallados mapas del interior del elefante, con regiones diferenciadas por colores, un ladrón que se hace pasar por turista o unos monaguillos que van repartiendo botellines de agua. "Quería hacer un buen espectáculo, un poema escénico que fuera divertido", explica el dramaturgo. "Pretendía evitar el moralismo y el didactismo tan presente en el teatro infantil".

"Es muy importante que los niños se diviertan en el teatro", opina Juanfra Rodríguez, director de la producción que se estrena esta tarde a las 19:00 en el Teatro Paco Rabal. "En España cohibimos demasiado a los niños. No les dejamos hablar, ni reírse demasiado alto. Y claro, cuando sean adolescentes se irán al fútbol porque preferirán ver otro tipo de espectáculo donde puedan manifestarse. Así estamos perdiendo público, y no es algo que nos sobre", lamenta el Premio Max de Teatro Infantil 2001 por su obra Marcelo, un extraño forastero. "En otros países, como Bélgica, Canadá o Japón, hacen un teatro más atrevido, con menos prejuicios y nunca políticamente correcto". Rodríguez se despidió del teatro infantil en 2004 porque sentía que no podía contar las historias de la manera que él quería. Pero hace unos meses, un grupo de actores contactó con él para llevar a cabo este proyecto y no pudo negarse. Le atrapó, dice, "el código de locura" de esta obra que fue pensada para ser interpretada por niños y que por primera vez la representa una compañía profesional.

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Pero antes de llegar a este tercer acto, la historia del elefante tuvo una introducción y un nudo atípicos. Todo comenzó como un trato entre cuñados. Mayorga le pidió a Pedro Sarmiento un piano que no utilizaba para que su hijo pudiera practicar. Y el compositor le demandó a cambio que escribiera una obra para que la representaran los niños de la urbanización donde veraneaba. "Siempre había querido hacer una función infantil, pero nunca me había decidido porque escribir para niños es muy difícil y quizá el teatro lo es especialmente", opina el dramaturgo. "Los espectadores más pequeños no negocian, te los tienes que ganar por completo". Después de aquella primera representación, en la que actuaron dos de los hijos del Premio Nacional de Teatro, el dibujante Daniel Montero Galán ilustró el texto y la editorial veintisiete letras lo publicó en 2012.

Dos años más tarde, los cinco actores y el músico que conforman el elenco ensayan a contrarreloj para llegar con los deberes hechos al día del estreno. “Somos conscientes de que la obra necesita rodaje para mejorar algunos detalles, pero, en general, estamos muy contentos con el resultado, teniendo en cuenta que es una producción de bajo presupuesto”, cuenta María Moral, una de las intérpretes. La mayor parte de la financiación la han obtenido de la plataforma de micromecenazgo Verkami, donde han recaudado 3.415 euros. Moral destaca por encima de todo “la calidad humana” del espectáculo. “El apoyo que hemos recibido por parte de Juan (Mayorga), de Pedro (sarmiento) –que ha compuesto la música- y de la editorial, que nos ha cedido ejemplares del libro para regalárselos a los mecenas ha sido increíble”. Con los nervios a flor de piel y expectante por ver la reacción del público, Mayorga concluye con una reflexión sobre la importancia del teatro: “Es un espacio para imaginar otros mundos posibles. Quien ha tenido la suerte de ver buen teatro de pequeño, guardará ese tesoro para siempre”.

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