¿Seguiremos o no con el austericidio?
Termina agosto, el ferragosto que llamaba Indro Montanelli, al octavo mes en Roma (la de ahora). El calor y las vacaciones hacían tradicionalmente de este mes una pausa casi absoluta de la actividad política y en gran parte del resto de actividades. El impasse daba lugar a un corte abrupto en la agenda política que justificaba iniciar septiembre reflexionando sobre lo nuevo o sobre las previsiones que cuando menos para el último semestre se hacían.
Este año, no sé si porque agosto no ha sido especialmente férreo o porque la crisis ha reducido el número de ciudadanos que salen de vacaciones, la agenda política no se ha visto interrumpida y por tanto la previsión o mejor dicho, la reflexión sobre las previsiones está íntimamente ligada con los temas que han sido portada y argumento informativo en los distintos medios.
Desde luego el terremoto Pujol se extenderá a lo largo del resto del ejercicio y posiblemente en sucesivos ejercicios. Difícilmente se puede discutir que en mayor o menor medida tendrá trascendencia sobre el camino que siga Cataluña. En breves fechas la manifestación o los actos de la Diada tendrán detrás la sombra de los Pujol o los Puig. Próximo está también el 9 de noviembre, fecha fijada para la convocatoria de la consulta en virtud de la flamante Ley catalana de consultas sobre la que pende la espada de Damocles del Tribunal Constitucional. No hay que olvidar que aún antes de lo señalado asistiremos al referéndum escocés cuyo resultado, y sobre todo, cuyas consecuencias en caso afirmativo serán completamente determinantes del proceso catalán. Todo esto no dejará de ser absolutamente trascendental para Euskalherria.
Por otro lado, se ha debatido largo y tendido este verano a propósito de la alcaldada, nunca mejor dicho, de Rajoy para modificar la Ley electoral en lo que se refiere a la elección de los alcaldes y en la elección de la mayorías en las corporaciones. Pedro J. Ramírez califica a Rajoy como el presidente de la democracia que más ha antepuesto los intereses de su partido a los intereses de su Nación. Esta cacicada no hace sino revelar la debilidad del PP y del miedo que tiene a Podemos, el otro tema de tertulias y debates de este verano y que induce a medios a buscar, bucear y malinterpretar para hacer público cualquier declaración o actuación que pueda hacer daño a esta fuerza.
Digo que el PP tiene miedo a Podemos y así lo afirmo porque quien no creo que le infunda el más mínimo temor es el Partido Socialista. La inconsistencia del ciudadano Pedro Sánchez ha resultado evidente tras comprobar que no ha existido ningún efecto con ese nombre. Pero bueno, en el pecado lleva la penitencia el PSOE porque la operación Sánchez ha consistido en dejar la renovación y regeneración del partido en manos de Pepe Blanco, Pepe Bono y Susana Díez.
Faltan 8 meses para las elecciones municipales y forales aquí y demás autonómicas en el Estado: con la mencionada alcaldada de Rajoy ha traído la cuestión de las elecciones al momento actual. Por lo que a nosotros nos corresponde, el pucherazo tiene menos trascendencia porque nuestro sistema de partidos es diferente pero la manifiesta debilidad, la caída libre del Partido Socialista abre una gran duda sobre cuál será el efecto en el resto de formaciones.
Todo esto será objeto de debate pero para mí lo más trascendente de esta nueva temporada resulta del descenso de tipos de interés hasta el 0.05% y la adquisición de deuda y activos por el BCE por importe de 500.000 millones de Euros. Esta actuación es lo mismo que hicieron en 2009 la Reserva Federal y el Banco de Inglaterra y sus países han campeado un poco mejor el temporal. ¿Frente a esta actuación seguiremos o no con el austericidio? o, sobre todo por lo que aquí concierne, ¿seremos capaces de aprobar presupuestos de crecimiento de estímulo fiscal?
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