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Perfil
Texto con interpretación sobre una persona, que incluye declaraciones

González suena a candidato

El líder regional espera que el PP despeje lo antes posible su camino hacia las elecciones de 2015 tras calmar las turbulencias que caracterizaron su llegada a la presidencia

José Marcos
Ignacio González.
Ignacio González.AGUSTÍN SCIAMMARELLA

Ignacio González no vio la televisión, no escuchó la radio y no leyó ningún periódico en los 22 días de vacaciones que se tomó este verano. El presidente de la Comunidad desconectó del mundo entre el 2 y el 24 de agosto en el ático de Estepona que tanto ha dado que hablar. Al menos eso cuenta. Salvo la atención que le requirió el traslado al Hospital Carlos III del sacerdote Miguel Pajares, que falleció tras contraer el virus del ébola en Liberia, González dedicó el tiempo a jugar al pádel con amigos ajenos a la política, como un decorador y un profesor universitario. A descargarse música y hacerse recopilatorios variados, de la bossa al jazz. A dibujar imágenes pop arten el iPad. Y a montar en moto (a sus 53 años, solo lo hace en los días de estío). La tregua, buscada, solo se entiende de una forma completa con el horizonte no escrito que aguarda González.

El silencio de Mariano Rajoy sobre si será o no el candidato del Partido Popular para gobernar Madrid en las elecciones del próximo mayo, cosa que hace desde dos años tras la renuncia o espantada de Esperanza Aguirre, según las distintas versiones que se cruzan en el PP, le mantiene alerta y le come tiempo, por más que en su entorno resalten que “no trabaja agobiado” por ser el elegido de Génova. González alega que, aparte de por un interés obvio, el partido debería despejar la intriga cuanto antes para que los engranajes funcionen en plenitud de condiciones y no a la espera de un candidato por resolver.

La sintonía con María Dolores de Cospedal, la secretaria general nacional, le da entretanto oxígeno, como el hecho de que todavía nadie haya saltado a la palestra como alternativa. González, también secretario general del PP de Madrid, es el único que ha mostrado en público, cada vez que surge la ocasión, cuáles son sus intenciones. “Dice lo que piensa ante quien sea”, le define un miembro del partido. Ahí están, por si hay dudas, sus constantes demandas sobre el modelo de financiación (Madrid fue la primera en criticarlo) o el IVA cultural (la última gala de los Goya se lo reconoció con un aplauso unánime), pese a que supusieran enfrentarse a La Moncloa.

En clave interna, el debate del estado de la región le supuso mayores réditos que el curso pasado. Su discurso de la jornada inaugural y, sobre todo, sus intercambios dialécticos con la oposición transmitieron la sensación de que, a falta del dedazo de Rajoy, González ya está en campaña. “Más que a presidente regional, sonó a candidato”, reflexionan en el PSOE. Diversos responsables del PP, de los que algunos le han puesto algún reparo en los últimos tiempos, coinciden en que su papel agradó desde a su equipo de Gobierno como a los diputados rasos populares.

La disminución de las turbulencias que han caracterizado su primer año y medio de mandato han contribuido a una gestión más reposada, sin las aristas con que se estrenó en septiembre de 2012. Cinco días antes de la dimisión de Aguirre, González daba vueltas a un sudoku enrevesado y con un enorme desgaste político a pie de calle: cómo recortar 2.700 millones a los presupuestos y no morir en el intento. Nunca antes un presidente regional había iniciado su andadura de tan mala manera. Con tantos frentes. Aun así, González volvió a marcar el paso al Gobierno central y a Génova aprobando la mayor rebaja fiscal realizada por una autonomía, en vigor desde enero.

Al segundo tijeretón regional (el Ejecutivo de Aguirre, del que fue vicepresidente, había recortado otros mil millones unos meses antes) se sumaron las críticas por el pinchazo de Eurovegas a finales de 2013 y la renuncia al proceso de privatización de la gestión de seis hospitales de la red pública en enero de este año. La presión social de la marea blanca se terminó llevando por delante a Javier Fernández-Lasquetty como consejero de Sanidad. Poco después, González firmó la paz con los profesionales del sector.

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Los reveses de esos dos meses, la noche más negra del PP, dieron paso paulatinamente a una recuperación progresiva del motor económico de Madrid. Y, por extensión, de la figura de González.

A Aguirre le pierde su pronto

En los dos años que han transcurrido desde que renunció como presidenta regional, retirándose a sus cuarteles de inviernodel PP de Madrid, a cuya cabeza continúa, Esperanza Aguirre no ha admitido jamás, de forma expresa, el interés que se le presupone por ser la candidata del partido a la alcaldía de la capital, cargo que nunca ha ocupado, en detrimento de Ana Botella. Pero tampoco lo ha descartado, alentando el debate. Tras años de insinuaciones y frases medias, el posible delito de desobediencia grave al que se enfrenta —se esperaba que no pasara de una falta— tras aparcar el pasado abril en el carril bus de la Gran Vía para sacar dinero de un cajero, darse a la fuga y ser perseguida por una decena de agentes del orden hasta su domicilio en el centro de Madrid, se interpreta como un golpe letal a sus teóricas aspiraciones. Así lo ven las distintas voces consultadas del partido.

La pena, que de confirmarse conlleva una pena de seis meses o un año de prisión, no dejaría una escapatoria fácil a Aguirre: la Ley Orgánica de Régimen Electoral General entiende como “inelegibles” a los “condenados por sentencia firme a pena privativa de libertad, en el periodo que dure la pena”. “Como cualquier otro ciudadano tendrá que responder ante la justicia”, observó el presidente regional, Ignacio González, que esgrimió el incidente a una “cuestión personal”. De hecho, en el supuesto de ser condenada en firme antes de las elecciones autonómicas y locales de mayo del año que viene, Aguirre tendría truncada su candidatura al Ayuntamiento. Y también sería suspendida en el caso de que el proceso se alargase y se conociese el fallo después de que ella se hubiera presentado y hubiera sido votada alcaldesa.

El lunes, cuatro días antes de que se pronunciara la Audiencia Provincial de Madrid en contra de lo que apuntaban la Fiscalía y el Juzgado de Instrucción número 14 de Madrid, la secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal, había instado a Aguirre con dar un paso al frente, o atrás, y aclarar de una vez sus intenciones. "Hay que presentarse y dar el paso al frente", expresó la número dos de Mariano Rajoy, que mantiene una relación distante con Aguirre, sobre todo desde que cuestionó su autoridad interna en el Congreso de Valencia en 2008.

La desimputación de su esposa, Lourdes Cavero, por un presunto delito fiscal y de blanqueo de capitales por el caso ático allanó algo más el camino. Como la mejora de la economía, que dice que Madrid acumula tres trimestres de crecimiento (el PIB regional creció un 1,6% en el segundo trimestre de 2014 por el 0,6% nacional). O que cuenta con la deuda más baja del país (8,6 puntos menos que la media). O los 36.000 parados menos que hace un año (19% de desempleados frente al 24,5% estatal).

A ocho meses de unos comicios en los que el PP, inamovible desde 1995, se juega seguir a los mandos de su principal bastión, el objetivo de González es trasladar los datos macroeconómicos a la ciudadanía. Que el común de los madrileños los perciba en sus bolsillos. De ahí la congelación de los precios públicos, en algunos casos después de unas subidas históricas realizadas por su Gobierno, en el transporte público, el agua, guarderías públicas, tasas universitarias o los comedores escolares. Habrá que ver si es suficiente para sus intereses. De ello depende su futuro. Y el del PP.

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Sobre la firma

José Marcos
Redactor de Nacional desde 2015, especializado en PSOE y Gobierno. Previamente informó del Gobierno regional y casos de corrupción en Madrid, tras ocho años en Deportes. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense y Máster de Periodismo de EL PAÍS. Trabajó en Starmedia, Onda Imefe y el semanario La Clave.

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