Un radar a la vuelta de vacaciones
Agentes de Movilidad se colocan con un cinemómetro mañana y tarde en un tramo de la A-42 en el que se ha reducido la velocidad en 20 kilómetros por hora
Cuando los conductores se acercan al kilómetro 5 de la autovía de Toledo (A-42) se están encontrando con mucha frecuencia a una furgoneta blanca con rayas azules y amarillas subida a la acera. Muchos ya saben que se trata de los agentes de Movilidad y que justo detrás del vehículo está un radar colocado en un trípode. La imagen se repite mañana y tarde en horario continuo.
El equipo del Ayuntamiento de Madrid anunció el 1 de agosto que el tramo comprendido entre la M-40 y la plaza de Fernández Ladreda (también conocida como Elíptica) vería reducida la velocidad para que los conductores se fueran aclimatando a los 50 kilómetros por hora que rigen en el paseo de Santa María de la Cabeza. En lugar de ir a los 90 por hora de antaño tendría que reducirla hasta los 70. Así de esa forma también se conseguían menos emisiones de los coches y se mejorara la calidad del aire en toda la zona.
La novedad ha llegado este verano, cuando miles de madrileños estaban de vacaciones. Una enorme señal en la parte derecha anuncia a la altura del kilómetro 5,850 que la velocidad del tramo en algo menor. Esta indicación no está desdoblada en el carril izquierdo, como es preceptivo con las señales de prohibición. Eso hace que muchos conductores no sepan que hay nuevas indicaciones en la zona, con el consiguiente riesgo de sanción.
Los agentes de Movilidad, encargados de regular el tráfico, se están colocando justo al final del puente por encima de la avenida de los Poblados desde hace semanas. Aprovechan un recodo de la vía de servicio en el distrito de Usera para aparcar la furgoneta de forma que les tape el radar y que el conductor no les vea. Eso sí, para cumplir la legalidad colocan a unos 50 metros una señal de “velocidad controlada por radar”. La situación es tal que resulta imposible que lo vean los conductores de los carriles central e izquierdo.
Al principio, causaba sorpresa y muchos no se daban cuenta de que estaban colocados allí. Ahora ha funcionado el boca a boca y los conductores paran ante el riesgo de que les pueda caer una sanción que, por muy leve que sea, puede alcanzar los 100 euros. Su pago se vería reducido a la mitad en caso de que se pagara en el periodo voluntario.
La situación es tan surrealista a veces que los conductores pegan bruscos frenazos al ver la presencia de la furgoneta y el posterior radar. Eso sí, si no hay una persona junto al trípode con una llamativa prenda amarilla fosforescente el cinemómetro no funciona. Es de los denominados de barrido. El operador tiene que moverlo y posarlo sobre un vehículo para que le mida la velocidad a la que circula. En cuanto detecte que sobrepasa el límite (los 70 kilómetros), congelará la imagen y dará la velocidad a la que circulaba. El conductor tendrá que afrontar la correspondiente denuncia.
“Lo hemos hecho de una manera visible, con la furgoneta bien a las claras, para que los conductores supieran que estábamos allí y así bajaran la velocidad”, explicaron ayer fuentes del Ayuntamiento de Madrid.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.