El abuso de jardines y piscinas deja sin agua a urbanizaciones en Altea
El Ayuntamiento trasvasa 800 metros cúbicos diarios para potabilizar pozos salinizados
La urbanización El Áramo, en Altea (Alicante), ha gastado este verano toda el agua potable que quedaba en los pozos de la sierra de esta localidad de La Marina Baixa. "El consumo de agua potable para el riego de jardines y llenado de piscinas", informa el Ayuntamiento, "ha sido el detonante final" para que el Consistorio activara las obras de emergencia destinadas a proveer de agua potable a 4.500 viviendas.
Altea se encuentra estos días bajo la prohibición del uso de agua potable fuera del consumo humano. La sequía que asola la provincia alicantina ronda ya el año y este verano, según informó la mercantil que distribuye el agua en la zona, "el uso exagerado por las comunidades de propietarios" incrementó el consumo de agua en un 15 % en esta zona donde habita un importante número de residentes foráneos, mucho inglés y alemán.
Una desaladora a la espera
Parte de la sequía que sufre La Marina Baixa podría solucionarse con una aportación de la desaladora de Mutxamel-El Campello (Alicante), en la vecina comarca de L’Alacantí. Herick Campos, diputado socialista en el Congreso, sostiene que en poco tiempo. "En un mes", apunta el político alicantino a tenor de una respuesta parlamentaria del Gobierno central, "podría acabarse el problema de sequía en esa comarca acabando la ampliación de la desaladora. La obra se puede acabar de forma inminente", dice Campos, "solo faltaría activar la maquinaria".
La Marina Baixa tiene un déficit hídrico aproximado de 12 hectómetros cúbicos anuales, según la sociedad estatal Aguas de las Cuencas Mediterráneas (Acuamed). Durante la construcción de la desaladora, Acuamed ofreció en 2007 la posibilidad al Consorcio de Aguas de La Marina Baixa de proveerla de 10 u 11 hectómetros cúbicos de producción y obtener otro hectómetro mejorando el abastecimiento urbano de las poblaciones a través el canal que sale del río Algar, que desemboca en Altea.
"No tendrían ni que recurrir a los acuíferos y mantendrían su turismo de lujo", continúa Campos, que achaca a "la cabezonería del PP" su cerrazón respecto a las desaladoras impulsadas por el último Gobierno socialista. Los populares, con el presidente valenciano Francisco Camps a la cabeza, se opusieron a ellas en favor del trasvase del Ebro, descartado por los socialistas para el Plan Hidrológico.
La agricultura de la zona ya recibió su trasvase del Júcar. Los residentes de las urbanizaciones de la sierra de Altea, agua de los depósitos municipales, pero desde Ciclo Hídrico confiesan que la medida no podrá prolongarse más allá de octubre, "es necesario que llueva". Y Campos pregunta: "¿A qué esperan para acabar la desaladora y activarla?".
Pedro Barber, concejal del Partido Popular de Ciclo Hídrico, aseguró que "se están suministrando 800 metros cúbicos diarios" que han evitado "los cortes que parecían inevitables". Para ello, el Ayuntamiento realizó una obra para bombear agua desde un depósito municipal a esta zona donde se encuentran también otras urbanizaciones consideradas de lujo como Altea Hills y el Maestrazgo, que beben del pozo de El Áramo. La obra costó 190.000 euros, que salieron de la partida de Aigües d'Altea para mejoras de inversión, según fuentes municipales.
El pasado 16 de julio la dirección general de Salud Pública restringió el suministro de agua al analizar los líquidos extraídos de los pozos de Sierra de Bernia y comprobar que no eran aptos para bebida o preparado de alimentos en grupos de población sensible. Hacía una semana que la mercantil gestora del agua había comunicado al Ayuntamiento su "imposibilidad" de poder garantizar el suministro "en un breve plazo".
La falta de lluvia en toda la comarca, cuya agricultura necesitó en julio de parte del trasvase realizado desde el río Júcar al Vinalopó, ha salobrizado los pozos. "Con la mezcla de agua hemos conseguido bajar los cloruros" y "en poco tiempo" se retirará la prohibición del uso de agua.
El desarrollo urbanístico de Altea supera los parámetros de sostenibilidad marcados, informan desde Urbanismo. Altea tiene un plan general que data de 1982 y debía haberse revisado a los diez años, pero la ciudad viene creciendo desde entonces a golpe de PAI (planes de actuación integrada) favoreciendo un crecimiento expansivo que los expertos consideran inapropiado para el ahorro de agua y del que durante el boom inmobiliario vivió más de un 30% de los locales.
La entrada de los ecologistas de Cipal (Ciudadanos Independientes por Altea) en el gobierno del Partido Popular "está propiciando un cambio en el urbanismo de la ciudad", señaló la concejal ecologista, Carolina Punset. De momento, Punset ha conseguido en esta legislatura reducir el volumen de edificabilidad y prohibir la construcción de urbanizaciones de pisos en la sierra, entre varias medidas. En breve, sacará el nuevo plan.
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