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Al rescate en su tiempo libre

La asociación ‘Bomberos Ayudan’ nació en Madrid hace menos de un año

Isabel Valdés
Tres de los voluntarios de Bomberos Ayudan entregan unos muebles en un domicilio de Villaverde Alto.
Tres de los voluntarios de Bomberos Ayudan entregan unos muebles en un domicilio de Villaverde Alto.Álvaro García

Al sur de Madrid, en Villaverde Alto, aparca una furgoneta roja de más de seis metros de largo. Tres bomberos fuera de servicio se bajan para descargar los muebles que alguien ha donado para la casa de una madre que cría sola a cuatro hijos y que durante años sufrió el horror del maltrato y fue víctima de violación.

Es parte de la labor de Bomberos Ayudan, asociación que nació en noviembre de 2013 en el Parque I y que crece “a la velocidad del rayo”, según sus propios miembros. Han pasado de 18 a 120 en ocho meses. Antonio Poncela lleva 31 años en el cuerpo y es la cabeza de donde salió la idea. Asegura que no imaginaron nunca tal respuesta: “La población, los compañeros los jefes, las instituciones… Está siendo impresionante”.

Fueron tres las razones que les llevaron a nacer bajo unos estatutos: “La crisis, las ganas de ayudar fuera de la profesión y corresponder lo queridos que nos sentimos por el ciudadano”. Desde enero han puesto en marcha una docena de campañas: recogidas de alimentos, microdonaciones, visitas a las plantas de oncología de los hospitales, recaudación de fondos, recogidas de tapones…. Acciones concretas para problemas concretos.

Es el caso de su colaboración con El Pato Amarillo, asociación en el barrio de Orcasur que lleva funcionando desde los ochenta, cuando la adicción a la heroína de los jóvenes unió a sus madres y que se ha convertido, sobre todo, en banco de alimentos.

Yolanda Corral lleva seis años colaborando en el pequeño local de la calle de Salado, 5. Apenas una docena de voluntarios atienden a 650 familias cada mes. Asegura que desde que Bomberos Ayudan les apoya, sus estantes están más llenos que nunca. “La última recogida tuvo un éxito tremendo. Más de 8.300 kilos de alimentos. La ayuda que nos prestan los bomberos es incalculable”. “Échale sustancia al puchero fue el nombre que se nos ocurrió para promover una campaña que no solo intentara mitigar la falta de alimentos, sino que lo hiciera de forma completa”, dice Hugo Martínez, bombero en la treintena. Normalmente, los bancos de alimentos tienen productos no perecederos o con fechas de caducidad de larga duración. “Nosotros queríamos algo más: productos frescos, proteínas, grasas. Y encontramos la forma”.

Decidieron crear vales especiales con el dinero que generaban en cada evento. “Hicimos huchas solidarias que llevamos a cada cosa que hacemos, y las pusimos también en algunos comercios del barrio. Con ese dinero hacemos vales que se intercambian por huevos, carne, o leche”, cuenta Poncela, orgulloso del buen funcionamiento que está teniendo esa idea en concreto y el proyecto en general. “Aunque en principio íbamos a ser solo bomberos, se han unido personas de fuera del círculo. Familiares, amigos o gente que nos ha conocido en la calle y que quiere colaborar”.

Belén Caballero es uno de esos voluntarios. “Parece que lo malo está más allá de la frontera, pero con que cruces la calle, te lo encuentras”, dice esta community manager que quería involucrarse en algún proyecto solidario y que se encarga de Internet y de la venta del merchandising.

Los comienzos no han sido excesivamente duros. Absolutamente todo les ha venido rodado, “camisetas, vales, huchas… todo ha sido por cortesía de empresas a las que les pareció bien la idea y han querido colaborar gratis. Ahora toca seguir moviéndose. Y tenemos muchas ganas”. El ímpetu se canaliza a través de tres grupos de whatsapp que suenan sin parar. El último, para anunciar al resto de voluntarios de que en una casa de Villaverde Alto, el salón ya no es una habitación desnuda.

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Sobre la firma

Isabel Valdés
Corresponsal de género de EL PAÍS, antes pasó por Sanidad en Madrid, donde cubrió la pandemia. Está especializada en feminismo y violencia sexual y escribió 'Violadas o muertas', sobre el caso de La Manada y el movimiento feminista. Es licenciada en Periodismo por la Complutense y Máster de Periodismo UAM-EL PAÍS. Su segundo apellido es Aragonés.

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