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Un rincón exquisito

Los británicos Wire, la gran sorpresa del Festival Sinsal San Simón

Un momento del Sinsal San Simón.
Un momento del Sinsal San Simón.

El factor éxito no es pertinente en este cartel, y eso es uno de los alicientes que convierten este festival en una cita especial, pero en muchas ocasiones felices se da la mano con el buen gusto y el atrevimiento. Y estos sí son criterios que observan los programadores de Sinsal San Simón. De ahí que entre los primeros 800 asistentes, los que agotaron las entradas para la primera de las dos jornadas de música con ingredientes secretos, celebradas el pasado fin de semana en el archipiélago de la ría de Vigo, no pocos se llevaron la alegría de su vida al descubrir a los británicos Wire en el menú. Porque disfrutar sin agobios, tumbados en la hierba o bailando descalzos en la primera fila, del arrojo de la banda formada en 1976, influyentes desde entonces en las generaciones posteriores, con nuevas incorporaciones, tan atronadores como acostumbran y en el escenario idílico de la isla al caer la tarde cabe dentro de la definición de lujo.

Así, en lo alto, concluyó la sesión en la que se descubría el plan oculto que, desde un mes atrás, los internautas jugaron a adivinar a través de los indicios que la organización fue soltando en las redes sociales. Cotejando ahora sus respuestas, la menos predecible fue la presencia de los australianos Ginger and the Ghost, dúo de artistas visuales formado en 2012 que destaca por su puesta en escena teatral, su sonoridad épica y la voz aniñada de Missy, la chica con maquillaje de colores con la que todos querían una foto. Ella, siempre sonriente, repartió sonrisas y cervezas entre quienes acudieron a saludarla después de su recital. Compartieron escenario, el reubicado en la pequeña isla de San Antón para que el palco quedase a la sombra y con vistas al mar, con los surcoreanos Jambinai, recién llegados del ya multitudinario Festival de Músicas do Mundo de Sines (Portugal). Su rock experimental, pesado y melódico, al que arriman instrumentos de la tradición musical de su país, como el haegeum (artefacto de cuerda que se toca con arco), el piri (una suerte de oboe) y el geomungo (de la familia de las cítaras), fue otro bocado exótico y exquisito.

Un paraíso. Así definió la isla en su perfil de Instagram el holandés Jacco Gardner, flipado con la experiencia de pasar el caluroso y soleado fin de semana en medio del mar. De hecho, con un paseo por las cuentas de los artistas en las distintas plataformas se comprueba fácilmente lo que casi todos dijeron desde los escenarios, incluido también quien podría pasar por descendiente de Beck, más folkie y psicodélico. Este Sinsal también pasará a la historia por la presencia oscura, intensa y atractiva de Chelsea Wolfe. Pain Is Beauty se llama el cuarto disco de la californiana, publicado el año pasado, título elocuente de una cosmovisión melancólica y envolvente que se expresa en formación de septeto, con cuerdas, teclados y vientos. Y en el capítulo de descubrimientos, otra especialidad sinsalera, unos isleños del sur, los canarios Bel Bee Bee, y los jienenses Blam de Lam, que pronto poblarán las configuraciones de los festivales de verano. La pregunta era "¿Como nos los hemos visto antes en ningún otro sitio?". El indie sigue vivo y estos son algunos de sus frutos más rebuscados.

Las variaciones en el programa del domingo, prácticamente idéntico, se introdujeron en el ciclo "Músicas escondidas", para el que se reservaron los gallegos Apenino, Why Go, Trilitrate y Casperverk Trío, y el recital del africano Mdou Moctar en lugar de los DJs argentinos Frikstailers, o de como la cumbia disparada desde el mando de la Wii mola. La estrafalaria y divertida pareja ya había hecho bailar a toda la isla en la fiesta de bienvenida celebrada el viernes anterior con nombres como la energética Xenia Rubinos, Oso Leone, que estaban como pez en el agua, y la productora londinense Throwing Shade.

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