Climent y Varea, gratas sorpresas
Cortaron una oreja cada uno. Mansa y complicada novillada de Talavante. Los astados, correctos de presentación y mansos
¡Varea, sorpresa! Por fondo y formas. Por dominar la escena y por buen toreo. Sorteó un primer novillo ofensivo, que derribó en la primera vara más por flojedad del caballo que por fuerza o entrega. En banderillas se montó un mitin, que a punto estuvo de estropear un buen novillo. Salvado ese trance, Varea se impuso cien por cien, siempre por el camino recto, sin buscar nada que no fuera puro. Primero solventó el molesto vientecillo que se giró y, después, destapó unas formas de torero poderoso y de calidad. Mano baja siempre, enganchando bien y soltando la embestida en el momento justo. En todo caso la calidad, por uno y otro pitón, como estandarte. Siempre tirando largo. Muy solvente en las salidas de cada serie. Faena ligada y poderosa, en fin, al mismo tiempo. Y luminoso final, con unos doblones a una mano de singular torería. Lástima que tan buena faena se pasara de rosca, porque el novillo que acabó noble y bueno, distraído, no obedeció como debía.
TALAVANTE / LORENZO, CLIMENT, VAREA
Novillos de Talavante. Correctos de presentación. Mansos en líneas generales en los primeros, tercios. Y muy desiguales de juego en la muleta, más complicados que otra cosa
Álvaro Lorenzo. Estocada —aviso— y descabello (silencio); dos pinchazos, estocada —aviso— (saludos).
Cristian Climent.—Aviso— tres pinchazos y entera (silencio); entera baja —aviso— (oreja);
Varea. Pinchazo, entera habilidosa —aviso— (oreja); entera tendida y hábil de ejecución y tres descabellos (vuelta al ruedo).
Plaza de Valencia, 23 de julio. 3ª de Feria. Casi media.
No estuvo por la labor el sexto, que se puso complicado en banderillas. Varea le buscó las vueltas y encontró un resquicio con la muleta en la izquierda. Por ese lado volcó la faena Varea. La muleta siempre cogida por el centro del estaquillador. Muy auténtico todo, aunque esta vez también todo menos llamativo. No podría ser de otra manera dadas las condiciones del novillo. Pero solvencia y torería, y pureza, en todo. Sin perder la cara; sin atolondrarse. Cabeza fría, también. Exprimido el novillo, Varea zanjó el asunto con otra estocada habilidosa y muy tendida, que necesito de tres descabellos.
El bonito colorado que abrió plaza fue eso y nada más que eso: llamativo envoltorio, aunque sin regalo dentro. Ya libró de salida embestidas mansas y de mal estilo. Empujó con la cara alta en el primer puyazo, haciendo sonar el estribo, mientras que en la segunda se escupió nada más sentir el hierro. En banderillas, de nuevo cara alta. Y ya en la muleta, un resumen bien condensado de todo ello. Cabezazos y más que embestir una fea manera de topar. Álvaro Lorenzo mostró la cara de un novillero placeado. Insistió por aquí y por allá, sin encontrar una gota de esperanza. Tanta insistencia fue, al cabo, tan estéril como absurda y acabó levantando protestas de la gente.
No fue fácil el cuarto, otro novillo de afiladas puntas. Barbeó tablas nada más salir de toriles y mostró una clara mansedumbre en el caballo. Antes de llegar a la muleta de Lorenzo, Climent lo quitó por gaoneras tan ceñidas que en un par de ellas salvó de milagro el físico. Brincó en banderillas el novillo y no se dejó fácil. Lorenzo le consintió en la muleta. Solventó con oficio el derrote final del novillo en cada pase. Un desarme avisó al novillo que podría tener fácil presa. Y cuando lo tuvo en sus manos no perdonó, se llevó por delante a Lorenzo en una voltereta muy fuerte que dejó mareado al novillero. Una vez recuperado —necesitó sentarse en el estribo para volver en sí—, Lorenzo, valiente, volvió a ponerse con la muleta en la zurda. Consintió otra vez y acabó por imponer su ley a novillo que tuvo su guasa. Mucho que torear ese novillo, con un Álvaro Lorenzo sin brillo pero con oficio y pundonor.
Antes de tomar el capote, el segundo de la tarde se pegó dos vueltas al ruedo completas. Sin hacer caso de nada ni nadie. En un quite de Varea, en su turno, el novillo dejó ver que no parecía tan malo. No fue tan malo. Tampoco bueno. Aunque por el lado izquierdo tuviera mejor son y recorrido. Por ahí lo toreó Cristian Climent, en tres series completas, lentas y consintiendo. Fue lo mejor de una labor muy larga, que acabó pagando el novillero al matar cuando el novillo estaba pasado y bien pasado de faena. El aviso, incluso, le llegó antes de montar el estoque.
Otro colorado de capa fue el quinto. Y otro manso al que añadir a la lista. Sobre todo manso en banderillas, tercio por el que anduvo suelto y buscando una salida de emergencia. Climent no le dudó un instante. Sorteó el barullo con que el novillo quiso meterlo y poco a poco fue haciéndose un hueco. Una vez aparentemente dueño de la situación, Climent tuvo tiempo y ocasión de dar a conocer su buen gusto. Un pase de pecho, en tres tiempos obligado por el novillo, derivó la faena a mayor nivel. Se dejó querer Climent y un par de detalles de resolver sendas situaciones complicadas, confirmaron al torero. Pero la noción del tiempo se le fue de la mente a Climent y el novillo hizo por él en un descuido. Voltereta sin consecuencias. Las manoletinas finales le dieron un aire más vistoso a una faena que tuvo solidez.
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