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Un pueblo con su estrella

Colmenar Viejo lanza un proyecto para poner en contacto al patinador Javier Raya con empresas locales para financiar su formación como deportista de élite

El patinador Javier Raya durante su ejercicio en los Juegos Olímpicos de Sochi.
El patinador Javier Raya durante su ejercicio en los Juegos Olímpicos de Sochi.alberto montenegro

Las afinadas líneas que las cuchillas del patinador Javier Raya trazan sobre el hielo son tan decisivas para su carrera como sus llamadas a los pequeños comerciantes de Colmenar Viejo. Raya, vigésimo quinto en los Juegos de Invierno este año en Sochi, mantiene contactos con empresas, tanto a nivel local como nacional, para que costeen una preparación anual que supera los 10.000 euros. “La idea es que estén interesadas en mejorar su imagen con el deporte, que no sea un gasto sino una inversión”, explica el patinador.

El patinaje artístico tiene las particularidades de un deporte minoritario. Su tocayo Javier Fernández, campeón de Europa y cuarto clasificado en Sochi, ha puesto a esta disciplina de invierno en el mapa, pero su repercusión sigue siendo cosa de unos pocos días. “Después de los Juegos se olvida todo. La visibilidad mediática haría que las empresas vieran que somos importantes y nos ayuden”, reclama Raya.

El patinador de Colmenar cuenta con una beca anual de la Comunidad de Madrid de 4.400 euros y el dinero que le dan sus padres, ambos funcionarios. Entre los 500 euros al mes que gasta por patinar en Madrid y los más de 5.000 que desembolsa en su gira de verano en Toronto (Canadá), la factura deportiva de Raya es la de muchos otros atletas con un futuro incierto ante el descenso de ayudas públicas.

Raya tilda de injusta la tabla rasa por la que se asignan las becas, que tienen en cuenta los resultados sin valorar las particularidades de cada deporte. Entiende que en disciplinas como la lucha, la natación o el atletismo, donde hay varias categorías, la competencia es menor que en patinaje, donde todos compiten juntos: “Quedar el 18º en un campeonato de Europa de patinaje podría ser el equivalente a ser campeón en alguna de esas categorías”. Al no ser España un país donde el deporte de invierno esté implantado (la delegación para Sochi, la mayor de su historia, fue de 20 atletas), no abundan las pistas bien cuidadas.

Mientras los grandes eventos deportivos son costeados por la federación de turno, Raya pone el acento en que el paso al siguiente nivel en el ranking depende del número de campeonatos que pueda costearse. “Si quieres mejorar tienes que viajar más, hacer más campeonatos, estar más tiempo en el extranjero”, añade Raya. En un deporte tan completo como el patinaje, que exige tanto la plasticidad artística como el rigor técnico, la presión de vivir en la frontera que separa la gloria del desastre es muy estrecha. “Caerte es una putada. Hay mucha presión y hay que estar preparado psicológicamente”.

En el momento de la entrevista Raya está descansando en la playa a una semana de marcharse a la pretemporada de Toronto. Aún no cuenta con el patrocinio de ninguna empresa, pero sí mantiene contactos. “Hay empresas a las que no le interesa por tratarse de un deporte minoritario. A otras solo les vale que hayas llegado a un nivel top, pero para llegar a ser Rafa Nadal es necesario haber contado con recursos antes”, denuncia.

En otros lugares su propuesta ha tenido una recepción mejor. “Hay empresas más pequeñas que se fijan más en los valores”. Aún lejos de la fama de su tocayo, Raya no recibe tantas llamadas como envía. “Somos nosotros los que buscamos empresas a través de todo tipo de contactos. No estamos buscando un tipo en concreto, nos vale cualquier empresa”.

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