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Màrius Sampere, visible por un rato

El mundo de la cultura homenajea al veterano bardo

Carles Geli
Màrius Sampere (derecha), leyendo sus composiciones junto al escultor  y amigo Josep Maria Camí.
Màrius Sampere (derecha), leyendo sus composiciones junto al escultor y amigo Josep Maria Camí.D.C.

La fuerza de un poeta, solo a veces, es tal que, incluso invisible, es omnipresente. Màrius Sampere (Barcelona, 1928), sabe de eso. Hoy es la cabeza simbólica de una generación que fue —que es quizá aún— injustamente translúcida (Felicia Fuster, Jordi Sarsanedas, Albert Ràfols Casamada, Bartomeu Fiol...), niños en plena Guerra Civil, que sufrieron en la piel la cruda primera posguerra, inclemencias a las que respondieron, como mecanismo de defensa, con un espacio de creación y libertad interior, intangible. Menos intransferible de lo que la crítica literaria catalana ha postulado, asustada por el verso libre y el poema en prosa.

Lo recordaba con tino el crítico y estudioso Sam Abrams, en un inusual acto de desagravio de las letras catalanas al poeta del Barcelonès Nord, anómalo porque el poder cultural suele acordarse cuando uno es ya ausencia. Pero esta vez no: en primera fila, en el acto organizado por la Institució de les Lletres Catalanes (ILC) en el Arts Santa Mònica de Barcelona, Sampere tuvo que escucharse a sí mismo, en un vídeo, en el que admitía: “Quería ordenar todo el pensamiento humano, hasta que descubrí que todo lo que quería decir y hacer podía plasmarlo en una hoja en banco con la poesía”.

Sí tuvo que oír como amigos, familiares y discípulos, en número de unos 150 sampereianos, desglosaban vida y obra y poemas y le consideraban “hermano mayor” (Francesc Parcerisas, decano de la ILC); o que sus pilares poéticos son “Dios, vida, amor y muerte, soldados por la alegría, la tristeza, el placer y el sufrimiento” (Laura Borràs, directora de la ILC).

Su poesía “siempre interpela e inquieta, obliga a salir de la zona confortable, te electrifica”, resumió Abrams. Y el autor de Les imminències lo demostró leyendo algunas de sus composiciones, voz estentórea y puños cerrados con fuerza antigua que reducían los temblores. Y mientras, el amigo y escultor Josep Maria Camí le iba sugiriendo versos o recuerdos, como el brazalete de ébano y plata que le diseñó para su también ayer inseparable mujer, Maria del Carme Tarrés, y en el que el poeta cinceló sus versos más breves: “De Màrius a Carme: Et porto cap a mi / on els passos no et perdren”.

Más vigente que nunca a través de una APP (Infinit, con sus poemas vídeos y obra gráfica en orden distinto cada vez que se abre), 11 poetas catalanes subieron para recitar versos de su admirado maestro. Entre ellos, Lluís Calvo recordo cómo le gusta a Sampere desafiar a la divinidad (“No, Pare, el dolor no calia”), mientras Jordi Julià recorda cómo se hacía eco del exigente “Vull que em tornin el meu temps”, Núria Martínez-Vernis empezaba declarándose (“T’estimo!”) y Jordi Valls, el único que le recitó de memoria, fue a buscar unos versos grabados en un monolito (“Camí vol dir que no hi ha fronteres...”).

“De tus palabras y pensamientos hemos construido los nuestros”, admitía el consejero de Cultura de la Generalitat, Ferran Mascarell, antes de hacer subir a Sampere, al que había leído en 1976, para una foto de familia. Y ahí se hizo visible: De ningú més i l’ombra, su última recopilación, con todos y a plena luz. Así se hizo por fin Sampere visible, ni que fuera por un rato.

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Sobre la firma

Carles Geli
Es periodista de la sección de Cultura en Barcelona, especializado en el sector editorial. Coordina el suplemento ‘Quadern’ del diario. Es coautor de los libros ‘Las tres vidas de Destino’, ‘Mirador, la Catalunya impossible’ y ‘El mundo según Manuel Vázquez Montalbán’. Profesor de periodismo, trabajó en ‘Diari de Barcelona’ y ‘El Periódico’.

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