La nostalgia no es un error
El bailarín y coreógrafo Toni Mira invita al espectador a un viaje a través de su dilatada carrera profesional y emocional
En el ecuador de la programación de danza del Grec 2014 el público ha podido disfrutar de un íntimo y fluido solo, Monòlit, de la mano Toni Mira. El bailarín y coreógrafo catalán, fundador de la compañía Nats Nuts en 1987, invita al espectador a un nostálgico viaje a través de su dilatada carrera profesional y emocional. El jazz y la danza contemporánea se entroncan en un expresivo y fluido baile, que provoca numerosos recuerdos al público que ha seguido la carrera profesional de este artista, una de las figuras más representativas de nuestra reciente historia de la danza.
Monòlit
Idea original, creación e interpretación de Toni Mira; Dramaturgia de Claire Ducreux; Textos de Claire Ducreux y Beth Escudé Gallés; Composiciones musicales de Joan Saura; David Moreno; Lou Reed, René Aubry y Silvia Pérez Cruz; Ayudante de escena: Miquel Ruiz; Construcción de la escenografía de TA!Teatre-Auditori de Sant Cugat; Diseño de luces de Nani Valls; Grec 2014. Espai Lliura. Teatre LLiure. Barcelona. 12 de julio
El protagonista de este montaje es un bloque de piedra, un monolito, que Mira utiliza como metáfora de un sinfín de emociones. El rectangular bloque le protege de los miedos, le sirve de apoyo, le esconde o le ayuda a subir a lo alto. En este espectáculo el público se reencontrará con el Mira de Strangers in the Night, Newton y Loft, tres obras que resumen el vocabulario coreográfico de este artista: su obsesión por desafiar la gravedad, su gusto por la geometría (estudió hasta 5º curso de Arquitectura) y su debilidad por los personajes de la noche. El juego con el monolito es ocurrente y a la vez significativo, ya que se convierte en un bloque de la vida del autor. Un bloque al que ha puesto punto y final y se muestra dispuesto a iniciar otro.
En Monòlit, Toni habla al público sobre el momento existencial que atraviesa en esta etapa de su vida, además canta, toca la guitarra y baile claqué, facetas de sus tiempos como protagonista de musicales. El baile de esta obra es fértil y entraña un fuerte poder de seducción, que subraya el poso de experiencia de su intérprete, que a sus 57 años aún se siente con fuerzas para trepar por el monolito o para cargarlo, aunque sea con la ayuda de un asistente, Miquel Ruiz.
Otro de los aciertos de este montaje es la música, un atractivo collage que incluye composiciones de David Moreno, Lou Reed, René Aubry, Sílvia Pérez Cruz y del desaparecido, Joan Saura, a quién Mira le dedica esta coreografía.
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