Citroën insiste en los despidos que provocaron cuatro huelgas de hambre
La planta echó a dos operarios por un comportamiento que la CIG achaca a un “error” Dos sindicalistas relevan a los compañeros hospitalizados ayer
Cuando comenzaban su octavo día de huelga de hambre, Henrique Pérez y Miguel Dapía claudicaron. Una semana larga a base de agua mineral, zumos y algún que otro yogur líquido hizo mella en los dos veteranos trabajadores de la fábrica de PSA Peugeot Citroën de Vigo, que el 1 de julio iniciaron una huelga de hambre en protesta por el despido de dos compañeros. A primera hora de ayer fueron trasladados a un hospital, mientras otros dos empleados, al igual que los dos anteriores pertenecientes a la sección sindical de la CIG, les dieron el relevo. La empresa ha anunciado que no habrá readmisiones.
El conflicto viene de atrás, pero estalló en mayo, cuando los dos despedidos dejaron de cumplir con obligaciones relacionadas con la seguridad, según la versión de la empresa con el objetivo de denunciar lo que consideraban una carga excesiva de trabajo. La CIG no niega que la elevada tarea está en el origen de la falta, pero rechaza que la cometieran como método de protesta y alegan que en ningún momento se puso en peligro la seguridad de los vehículos. Citroën coincide en este punto, aunque señala que eso es así porque funcionaron los sistemas de control adicionales.
Debido al deterioro de su salud, Pérez y Dapía, de 59 y 61 años, pidieron ayer el traslado al Hospital Xeral de Vigo, donde fueron ingresados en Observación para ser sometidos a pruebas y rehidratación. Su relevo lo tomaron otros dos destacados miembros de la sección sindical de la CIG, su máximo responsable, Manuel Domínguez, y Ernestina Rodríguez. “Nuestra intención es quedarnos aquí mientras la salud aguante, pero hay otros dos compañeros para darnos el relevo, porque esta es una huelga indefinida”, advirtió Domínguez.
La empresa abrió expediente a los trabajadores el 16 de mayo, cuando conoció el caso, y resolvió el 24 de junio el despido “por una negligencia gravísima de la que además eran conscientes”. Según su versión, dejaron de ejercer un control visual sobre una pieza de sujeción de las pastillas de freno, con tres agravantes: que se trata de una operación de seguridad, que pudo poner en riesgo a las personas; que lo hicieron de forma aleatoria y sin avisar a sus superiores, lo que dificultó el control; y que cuando estos lo detectaron, desoyeron sus advertencias y persistieron en su actitud.
Los representantes sindicales afirman que fue un mero error humano, derivado de una deficiente organización del trabajo que ya habían puesto en conocimiento de los responsables de la factoría. Y añaden que la única consecuencia que tuvo fue que dejaron de marcarse como debidamente montados coches con el sistema de sujeción perfectamente ensamblado. “Entendemos que se cometió una irregularidad y que se puede sancionar a los dos trabajadores, pero jugar con el pan de sus familias es una absoluta exageración”, afirma Domínguez.
Citroën descarta por completo dar marcha atrás a la medida disciplinaria, que la CIG atribuye a una nueva política del departamento de Recursos Humanos. “Están tratando de extender el miedo en los trabajadores, es algo que no se produjo nunca en la historia de esta factoría”, acusa Domínguez. La empresa asegura que solo readmitirá a los despedidos si hay una sentencia. “De momento no tenemos ninguna noticia de que el caso haya sido denunciado ante las autoridades laborales”, afirma un portavoz.
El líder de la CIG, Suso Seixo, que se trasladó ayer a Vigo con la intención de visitar a los huelguistas, denunció el “ritmo de trabajo abusivo” que se está imponiendo a los operarios en la planta, y denunció que los afiliados de la CIG en la misma son objeto de “persecución”. Citroën se encuentra actualmente en proceso preelectoral, de cara a las elecciones sindicales de octubre.
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