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El íntimo legado de la elegancia

La familia de Andreu Alfaro abre su taller a la exhibición permanente de la colección del gran escultor valenciano

Ferran Bono
Una de las salas de exposición de taller Alfaro.
Una de las salas de exposición de taller Alfaro.JOSÉ JORDÁN

La elegancia de las líneas de Andreu Alfaro era el correlato de su personalidad. Y una característica del taller del gran escultor valenciano (1929-2012) que ahora se transforma en el depositario de su legado, en la sede de su colección más íntima, la más estimada por el artista, la que él conformó para disfrute de sí mismo con la conciencia de ser compartida en conjunto. Sus hijos Andrés, Carles y Anna son los artífices de la transformación de ese racionalista obrador (precisamente, el nombre de la calle donde se ubica) en el Taller Alfaro, un espacio abierto al público y consagrado a la memoria y obra de este creador comprometido que se inaugura este jueves en la localidad valenciana de Godella.

Un acto que conservará la naturaleza íntima del proyecto. Asistirán algunos de los amigos de Alfaro que han querido colaborar en la selección de la muestra, compuesta por 49 esculturas y 22 dibujos. Se trata del cantante Raimon, el escritor Manuel Vicent, los artistas Eduardo Arroyo y Artur Heras, el comisario y asesor de arte Vicent Todolí, los historiadores del arte Juan Francisco Yvars y Josep Salvador, los galeristas Joan Gaspar y Helmut Dreiseitel y el arquitecto Fran Silvestre, además del crítico e historiador Daniel Giralt-Miracle, que ha ejercido de coordinador del proyecto.

Giralt-Miracle no duda en situar a Alfaro a la altura de Chillida y Oteiza por su importancia en la escultura española. Y destaca sobre todo su ánimo investigador “en el despliegue de líneas y planos” y en el uso de diferentes materiales. Por eso califica de una excelente idea preservar y poner en valor el legado de un artista, precisamente, allí donde trabajaba con los instrumentos con los que trataba el metal, el mármol, la madera, en su “pulcro taller, despojado de artificio”, junto a la colección de diseño de electrodomésticos de su hijo.

El diseñador Andrés Alfaro incide en el propósito de respetar la colección de su padre, como la concibió, dándole la mayor difusión posible, con la posibilidad de prestarla para exposiciones itinerantes. Ya hay interés en Barcelona y en Alemania, país con el Alfaro siempre estuvo muy ligado, por exhibir las obras que sintetizan por las diversas etapas creativas: planchas, módulos, geometrías variables, figuras lineales o el universo de Goethe. “Velamos por su legado y queremos difundirlo, pero nada de hacer un panteón o cosas así, a lo que mi padre era muy aséptico”, comenta Carles Alfaro, director escénico y teatral.

La familia no quiere entrar en la injusticia (poética y prosaica) de que ninguna sala del IVAM, por ejemplo, lleve el nombre de Alfaro, que fue clave en la fundación y en la concepción del museo, entre otras cosas, por proponer la incorporación de su primer director, Tomás Llorens. Tampoco Raimon. El intérprete setabense prefiere recordar a “un gran amigo cuya obra se puede ver por todo el mundo”, al que conoció a principios de los años sesenta y al que dedicó una canción y le nombró en otra, junto a otros homenots como Joan Fuster, Vicent Andrés Estellés o Vicent Ventura. El cantante se declara buen conocedor de la obra y de los diferentes lenguajes de Alfaro, desde sus obras monumentales urbanas hasta sus esculturas más íntimas.

También Manuel Vicent rememora la figura del escultor que no deslinda de su personalidad: “Más allá de la generosa amistad que llevó a Andreu Alfaro a ilustrar mi libro Contraparaíso con unos dibujos deliciosos, de líneas muy puras, un trabajo conjunto que aún recuerdo como un tiempo muy feliz, a la hora de admirar su obra nunca he podido desligar en este artista su estética de su comportamiento moral. Sus esculturas abstractas están imbuidas de una descarga colectiva, constituyen allí donde se erigen, la síntesis más elegante del espacio público”.

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Sobre la firma

Ferran Bono
Redactor de EL PAÍS en la Comunidad Valenciana. Con anterioridad, ha ejercido como jefe de sección de Cultura. Licenciado en Lengua Española y Filología Catalana por la Universitat de València y máster UAM-EL PAÍS, ha desarrollado la mayor parte de su trayectoria periodística en el campo de la cultura.

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