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‘Delicatessen’ 1714

El Museo Marés de Barcelona expone grabados de época con protagonistas y escenarios de la Guerra de Sucesión

José Ángel Montañés
Carlos III recibiendo a la reina Elisabet Cristina de Brunswick en Barcelona, en 1708.
Carlos III recibiendo a la reina Elisabet Cristina de Brunswick en Barcelona, en 1708.colección gelonch viladegut

La inauguración de exposiciones sobre el Tricentenario de la Guerra de Sucesión ha sido tan intensa como el bombardeo que sufrió la ciudad de Barcelona en 1714. Pero todo llega a su fin. La última es una delicatessen, una muestra con apenas una treintena de grabados originales que representan a los protagonistas y los escenarios de un conflicto que cambió la historia de Cataluña. El culpable es el coleccionista Antoni Gelonch Viladegut (Lleida, 1956) que hace dos años fue el primero en acudir a Toni Soler, acabado de nombrar comisario de los actos en Barcelona, con la propuesta de mostrar las imágenes que vieron los coetáneos de los hechos.

“He buscado imágenes en Estados Unidos, Reino Unido, Alemania, Francia o España”, explica Gelonch, empresario farmacéutico y consultor, que desde 2002 ha ido adquiriendo los cerca de 800 grabados que forman su colección, con piezas que van desde el siglo XV hasta la actualidad.

En la exposición Una mirada a 1700, inaugurada en el Museo Frederic Marés de Barcelona, se pueden ver el poder, el territorio, la vida cotidiana y la devoción religiosa. “El grabado era el único arte al que accedía el pueblo para conocer acontecimientos históricos”, explica el coleccionista, que pone sus obras, que luego se verán en Sant Cugat, a disposición de quien las quiera exponer.

Marès, Pamuk y la red de minimuseos

Según el director del Museo Marès de Barcelona, Josep Maria Trullén, la delicada muestra Una mirada a 1700 se enmarca en la línea expositiva de convidar colecciones particulares para que dialoguen con piezas del propio museo. Trullén explicó a este diario que en un par de semanas su museo pasará a formar parte de una red de pequeños centros de coleccionista europeos, formado por unos cinco centros. Sin querer adelantar nombres, Trullén mencionó el artículo publicado en marzo por el premio Nobel Orhan Pamuk en The New York Times sobre museos pequeños, en el que, aparte de citar el Museo Marés, habló del Gustave Moreau de París, el Bagatti Valsecchi de Milán, el Rockox House de Antwerp, el Mario Praz de Roma o el Museo de la Inocencia de Estambul, creado por el propio Pamuk.

Las imágenes son exquisitas, y algunas inéditas y únicas, como la de Felipe V, en un grabado de 1701 de Joan Baptista Ravanals, como rey de España con sus atributos: la corona real, la espada ceremonial y el Toisón de oro. “Felipe V jamás vistió así, y de hecho esta imagen corresponde a la forma de mostrarse en ceremonias de Carlos III”, asegura Gelonch delante de esta imagen que adquirió a un coleccionista valenciano.

De entre los diversos grabados destacan el desembarco de la reina Elisabet Cristina de Brunswick en Mataró o su posterior llegada a Barcelona. en ambos casos, los protagonistas aparecen siempre en posturas solemnes y rodeados de símbolos de poder real, una imagen que, con la difusión de estos grabados —bien dentro de libros o a la venta en plazas y mercados en pliegos de cordel—, no hacían más que multiplicar y extender su imagen real y las hacían más útiles para su uso político.

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Después de los grabados con vistas de la ciudad de Barcelona, Tarragona, Lleida o Tortosa, creados con la doble finalidad de mostrar cómo eran las ciudades conquistadas o para proporcionar información detallada de las que eran objetivo de conquista, se muestran los escenarios, los paisajes y la cartografía de la guerra, en auge en aquella época.

También, son notables los destinados a algunos de los protagonistas mayores del escenario político-militar del momento: así, está un retrato de gran valor (por los pocos que se conservan de él) del archiduque Carlos, o los de los duques de Berwick (borbónico) y de Peterborough (austracista), así como planos de las batallas de Almenar (1710), Prats de Rei (1711) y Cardona (1711), además de los asedios de Barcelona de 1705 y 1714, sitio que se muestra a partir de seis famosas imágenes grabadas en 1750 por Jacques Rigaud, que refleja con gran exactitud las diferentes fases del asalto de las tropas borbónicas que culminó el 11 de septiembre.

La exposición, asesorada por el historiador Xevi Camprubí y que permanecerá abierta hasta noviembre, se completa con otras treinta piezas de gabinete del propio Museo Marés que ilustran los objetos la vida cotidiana y doméstica. Es el caso de unos naipes, un abanico, pendientes, colgantes, dos marcelinas para tomar chocolate de plata, un tintero o un bote para confitura, entre otros.

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Sobre la firma

José Ángel Montañés
Redactor de Cultura de EL PAÍS en Cataluña, donde hace el seguimiento de los temas de Arte y Patrimonio. Es licenciado en Prehistoria e Historia Antigua y diplomado en Restauración de Bienes Culturales y autor de libros como 'El niño secreto de los Dalí', publicado en 2020.

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