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Ferrol recibe al Beethoven más heroico

La OSG y López Cobos celebran el primer concierto sinfónico del nuevo Auditorio de la ciudad

La Orquesta Sinfónica de Galicia ha celebrado con dirección de Jesús López Cobos el primer concierto sinfónico del nuevo Auditorio de Ferrol. En programa, el Beethoven más heroico, con Egmont, op. 84 -la música incidental para el drama homónimo de Goethe- en la primera parte y la Sinfonía nº 3 en mi bemol mayor, op. 55. En Egmont.La dificultad de acceso al recinto a través de toda una serie de calles cortadas por obras y rodeado de interminables vallas produce un sentimiento entre la provisionalidad y la desolación, solo en parte aliviado por las vistas de la Ría de Ferrol. Una vez en el vestíbulo del edificio, del contraste entre el blanco mármol de sus suelos y la calidez de la madera de los paramentos de su vestíbulo surge una cierta impresión de soledad que se prolongaba en el primer piso en un patio de butacas con apenas tres cuartos de entrada y un anfiteatro completamente vacío.

La acústica del auditorio es en general del agrado de los músicos. Desde el centro del patio de butacas se advierte mucha presencia de sonido y un aceptable equilibrio de masas sonoras, que solo se ha alterado en alguna ocasión a lo largo del concierto y que habrá que valorar con más precisión a auditorio lleno.

Desde el punto de vista musical el resultado ha sido sobresaliente: la versión que López Cobos hace de la Tercera, que interpreta sin partitura, responde a la letra y espíritu de la obra de Beethoven. Quizás el detalle más significativo a este respecto fue la redonda brillantez en el canto de la sección de trompas en el Trio del Scherzo, allegro vivace, donde, con un tempo tan ligero como impone la lectura más literal de la versión crítica de la partitura, encaja toda la majestuosidad de las versiones hiperrománticas a que nos tenían acostumbrados los grandes directores del s. XX.

La Sinfónica sonó como en las grandes ocasiones: sus maderas se oyeron llenas de color; los metales, brillantes; los timbales con una rotundidad y hermoso equilibrio. Las cuerdas absolutamente empastadas y llenas de brillantez o profundidad en las diferentes demandas expresivas de la partitura beethoveniana. Un detalle a destacar es la exquisita sutileza de de unos pianissimi, tanto más difícil de empastar cuanto menor sea el número de efectivos –que en el concierto del jueves eran apenas una treintena-. Una versión prácticamente de referencia, en línea con las que hace un año se pudieron gozar en la interpretación de las nueve sinfonías de Beethoven que el maestro zamorano hizo en el Auditorio Nacional de Madrid el día 22 de junio y con excelentes intervenciones de sus solistas.

La música de Egmont ya había dado ocasión al público de gozar de todas estas cualidades sonoras y expresivas de la OSG con López Cobos, con una versión soberbia de la Obertura, los intermezzi y la siegessymphonie. La soprano Manuela Uhl tiene una voz bien timbrada, con una emisión y proyección que le permiten rodar correctamente por el ámbito sonoro del nuevo auditorio. A su interpretación le pudo faltar tal vez una mayor expresividad, especialmente en el lied Freudvoll und leidvoll, en el que la disparidad alegría/tristeza no quedó suficientemente contrastada. El narrador, Santiago Fernández, de hermosa voz baritonal, se expresó mejor en la lírica que en la épica: su última intervención, de texto especialmente heroico, resultó un tanto atropellada. A lo largo de su actuación estuvo muy pendiente de leer su texto escrito, mostrándose bastante inseguro, tal vez como consecuencia de su precipitada intervención inicial.

 

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