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La lluvia pasó de largo

El Festival Primavera Sound de Oporto congrega 70.000 personas en tres días de conciertos

70.000 espectadores en tres días de música es el balance final de la tercera edición del Festival Nos Primavera Sound de Oporto, que acabó con las primeras luces del pasado domingo. Bendecido por el público, la filial del evento barcelonés consolida su existencia en un recinto, el beatífico Parque da Cidade, que por su amplitud proporciona unas magníficas condiciones de visibilidad de los conciertos. El diseño para la conversión del espacio natural en un auditorio múltiple, con cuatro escenarios, zonas de descanso, área comercial y de restauración y hasta postes con prismáticos, también fue determinante para que los tránsitos de tamaña multitud pudiesen efectuarse sin agobios. Valga como ejemplo la tercera noche, en la que el certamen alcanzó su capacidad máxima en una jornada, cerca de 25.000 personas, sin que se produjesen colas eternas para conseguir cualquier cosa. La logística procuró igualmente mejorar las condiciones de confortabilidad de los asistentes. La amenaza de lluvia añadió unos chubasqueros al kit festivalero clásico de bolsa convertible en mantel para tumbarse sobre el césped. Las nubes se quedaron pero respetaron los conciertos, así que las fotos clásicas de esplendor en la hierba en el Primavera portuense también son las de este año.

La amplitud del cartel y la convivencia de propuestas lleva a que cada uno se haga su ruta aunque la atención principal se concentre en el escenario principal, que el viernes pasado sumaba tres atracciones: Warpaint, Pixies y Mogwai. El cuarteto angelino hizo una notable interpretación de casi todo su disco nuevo, homónimo, editado en el sello Rough Trade a principios de este año. Juegos de voces sensuales, una línea de bajo muy marcada y la batería jugando al contrapunto complacieron al público de las ocho de la tarde y a los que iban ocupando posiciones para ver a Pixies más de cerca que nadie. David Lovering, Joey Santiago, Paz Lenchantin y Black Francis tenían muchos miles de ojos pendientes y jugaron fuerte. En vez de recrearse en la nostalgia de sus clásicos que todo el mundo conoce, defendieron con tenacidad y coraje las canciones de Indie Cindy, su disco de este 2014. Es obvio que el tiempo no se quedó detenido en 1991 y la realidad es que aquí no consiguieron conectar con el público del modo esperado, delante de miles de personas, muchos gallegos entre ellas, que probablemente llevaban todo ese tiempo esperando para verles en directo por primera vez en la vida. mantuvieron el interés durante hora y media, pero el parque no se vino abajo con "Debaser", como hubiese ocurrido hace veinte años.

Sin unas expectativas tan exigentes y con una buena legión de fans, la puesta en escena de Mogwai hizo de la madrugada algo emocionante. Los escoceses también tienen álbum de estreno, Rave Tapes, y lo desgranaron envueltos en sombras, escalofriantes durante los 16 minutos de la emblemática "Mogwai fear Satan". Además de agradecer al público la espera, se refirió Stuart Braithwaite al "honor de tocar con bandas con las que hemos crecido, como Pixies y Slowdive". Esa convivencia es marca definitoria del Primavera Sound, que esa noche brindó maravillosos reencuentros como Television, curiosidades como Shellac, la gamberrada del productor Steve Albini (Pixies, Nirvana) con categoría de banda residente del festival que ha estado presente en todas la ediciones y el encanto de Slowdive. Diecinueve años después de su separación, la banda de Neil Halstead fue capaz de emprender un viaje en el tiempo con final feliz que podría fructificar incluso en nuevo material. Y en las horas de nocturnidad muy avanzada, cobijadas bajo la carpa del escenario Pitchfork, el dj noruego Todd Terje salvó los muebles con su electrónica retro.

 La jornada final, con honoríficas menciones para Neutral Milk Hotel, Lee Ranaldo, John Grant, una muy buena versión de los catalanes Standstill y el salero de !!! (Chk chk chk), sobre todo por culpa de su incansable cantante, Nic Offer, tenía un nombre propio, The National. Después de un año girando sin parar con Trouble will find me (2013), su sexto disco, ya está muy claro que los de Ohio juegan en la liga de las estrellas. Son tan capaces de dar recitales donde sus ardorosas composiciones se transforman en experiencias íntimas, como de desbordar un estadio. Esa nueva faceta se puso de manifiesto el sábado pasado, cuando 25.000 gargantas se unieron para corear sus canciones-himno como "Mistaken for strangers", "Bloodbuzz Ohio", "Graceless", "Fake Empire" y "Sorrow", en compañía de Annie Clark (St. Vincent), quien tocaba a continuación en el palco vecino. Y llegó "Mr. November" y el portentoso cantante se entregó al público. Con su aire desamparado, más parecía que Matt Berninger buscaba un refugio entre desconocidos después de deambular por el escenario con una copa de vino que nunca se acababa. Mientras la marea enfervorizada lo transportaba de un lado para otro, aún pudo seguir entonando, cosa que, seguidamente, en "Terrible Love" ya fue imposible, así que los seis que se quedaron arriba tomaron las riendas del asunto para llevar a buen puerto algo que no parecía un bolo más dentro de un festival, sino un concierto propio. Rescatado el vocalista, concluyeron como suelen hacerlo, chalecos y corbatas en su sitio y regalando la sentida "Vanderlyle Crybaby Geeks" sin amplificación y todos juntitos al borde del escenario, despidiéndose del público del que se habían adueñado.

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