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Irujo supera más de un susto

El delantero navarro, a la final después de un duro partido con Urrutikoetxea y de sufrir con la mano izquierda

j. .m. g.
Juan Martínez de Irujo, otra vez a la final de un manomanista.
Juan Martínez de Irujo, otra vez a la final de un manomanista.eitb

Juan Martínez de Irujo se ha llevado dos premios en uno al vencer a Mikel Urrutikoetxea (22-16) en la primera semifinal del campeonato manomanista. De un lado, la presencia en la octava final de este torneo y, de otra, el del sufrimiento por haber resistido sin la mano izquierda en debidas condiciones el envite de un rival con poderío que le ha metido el miedo en el cuerpo.

Era, sin duda, la oportunidad de Urrutikoetxea, que va quemando etapas a un ritmo pausado. En su cancha natural más allá de la talismán de Arrigorriaga tenía que imponerse al Irujo menos entero por su renqueante garrote izquierdo para acariciar la gloria de su primera final en el escenario a donde todos los pelotaris quieren llegar siquiera una vez. Pero no ha podido ser porque todavía le queda la malicia insolente de los killer, de quienes después de remontar un marcador adverso de siete tantos no son capaces de apuntillar y se les va la dicha entre los dedos.

Como era lógico, Irujo tenía la etiqueta de favorito porque le acompaña la leyenda hecha realidad. Lo ha demostrado en cuanto ha podido. A pesar del tanto inicial de Urrutikoetxea, el delantero navarro ha puesto un margen insultante que parecía determinante aunque dejaba algunos destellos proclives a la duda. Irujo no acababa de golpear con la consistencia que se le presume y la promera vizcaína sacaba muy bien la izquierda y tenía en el sotamanos un acertado recurso ante las contingencias.

Así se explica más fácil que se llegara al empate a once y la cátedra revoloteando traviesas entre las gradas. Había partido, se pensaba. Urrutikoetxea se había subido a las barbas del favorito, creían los optimistas vizcaínos. Resultó un espejismo. Desde la silla de la contracancha, Josetxo Areitio veía que se diluía la esperanza sin saber muy bien el motivo. Precisamente cuando Irujo más empezaba a acusar la debilidad de su izquierda, su rival no remató. Por eso el marcador siempre iba del mismo lado sin que nadie atisbara un cambio de rumbo.

Irujo se presenta en la octava final en sus once manomanistas como profesional

Había tiempo, no obstante, para tantos disputados, para restos tan bellos como aquel gancho de Urrutikoetxea con los dos pies en la pared izquierda que se ofreció estético. Pero los tantos seguían siendo de Irujo, con los dientes prietos y la ambición intacta, la misma que le ha permtido disputar ocho finales en los once manomanistas disputados a sus 32 años. Así hasta el final de un duelo que apuntala las opciones para el título del ganador a la espera de un previsible aplazamiento antes de jugársela con una de las dos sorpresas de este año, Idoate y Retegi Bi. A Urrutikoetxea le queda seguir subiendo más de un peldaño.

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