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La apertura de las nuevas Urgencias de A Coruña desborda al personal

Cada enfermero atiende hasta al triple de pacientes que en el antiguo servicio Un solo profesional debe ocuparse de los seis boxes de vigilancia intensiva

Protesta del personal de Urgencias de A Coruña esta semana.
Protesta del personal de Urgencias de A Coruña esta semana.GABRIEL TIZÓN

Había un enfermero por cada dos pacientes en el servicio de Urgencias del hospital de A Coruña. Ahora debe atender una media de cinco o seis al vez. Los auxiliares de enfermería están totalmente desbordados, obligados a recorrer de lado a lado sin parar las enormes instalaciones recién estrenadas. En el turno de noche sólo son cuatro para una treintena de boxes. El agobio y estrés por las largas distancias es idéntico en el caso de los celadores. Hay uno por cada 800 metros cuadrados de espacio y no dan abasto. “Hay que cazarlos al vuelo”, aseguran sus compañeros. Y los pacientes a resignarse a esperar para ser trasladados a rayos, ecografía o a realizar un escáner.

La acuciante falta de personal y cierta desorganización ha disparado el caos y mal funcionamiento propio de todo traslado en la nueva área de Urgencias del del Complexo Hospitalario Universitario de A Coruña (Chuac). Es seis veces más grande que la anterior pero con el mismo número de profesionales en plantilla, apenas 245 para un hospital del que depende una población de 55.000 personas. La falta de diálogo con la dirección y su caso omiso a las propuestas para corregir disfunciones ha llevado a la junta de personal a movilizarse y hacer públicas sus denuncias sobre las múltiples deficiencias de un servicio que ha mejorado sustancialmente, con el estreno de las nuevas instalaciones hace 15 días, en calidad, espacio y comodidad, pero no en organización.

Comienza el cierre de camas

P. O.

Ha comenzado con este mes el cierre estival de camas, histórico en número, en los hospitales públicos de Galicia. Y se ha disparado la preocupación del personal sanitario por el aumento de las listas de espera, ya de por sí elevadas, y saturación en servicios como Urgencias que puede conllevar el cierre de 1.200 camas durante los meses de verano (el Sergas reconoce que como mínimo serán 1.095).

En A Coruña, quedarán inhábiles desde el 1 de junio al 15 de septiembre 196 camas, a las que hay que sumar 14 plazas en Ginecología durante el mes de agosto. En las nuevas Urgencias del hospital coruñés, temen que ocurra cualquier pico de saturación, dado el mal funcionamiento que ya vive el servicio por la falta de personal y caótica reorganización de algunos aspectos.

Entre el más de un millar de trabajadores eventuales del área sanitaria de Compostela, principalmente enfermeros que se movilizan contra la precariedad laboral y pérdida de calidad asistencial que provoca, la preocupación también es grande. Un colectivo que reprocha además al Sergas, en aras de paliar el tijeretazo que impuso en sus cuentas, de abusar del pago de horas extras a profesionales y médicos de plantilla para cubrir bajas y vacaciones en vez de recurrir a personal eventual. “Se presta así el servicio con menos costes, al ahorrarse las cotizaciones a la Seguridad Social”, protestan los eventuales, que presentaron la semana pasada casi 200 reclamaciones en el Clínico Universitario de Santiago (CHUS) reclamando un reparto más justo e igualitario del trabajo.

Las carencias denunciadas en un manifiesto firmado por 113 profesionales de Urgencias, y del que se ha desmarcado el sindicato médico —no por inciertas, sino por considerar prematuro hacerlas públicas—, resultan tan graves como en la inmensa mayoría fáciles de solucionar. Pero la dirección del hospital coruñés, cerrada en banda en su voluntad de no aumentar el personal para atender un servicio seis veces más grande, se mantiene firme en atribuir a la novedad y falta de adaptación “las distorsiones iniciales” en las nuevas Urgencias.

No obstante, ante el revuelo causado por las denuncias públicas de los profesionales, avaladas también por una gran parte de los médicos y cuyo sindicato, Omega, atribuyó la apertura “prematura” de las nuevas instalaciones a un interés electoralista del Gobierno de Alberto Núñez Feijóo ante los comicios europeos del pasado 25 de mayo, la Gerencia del hospital aceptó finalmente y a regañadientes mover ficha. Reabrirá el diálogo y comenzará esta semana una ronda de conversaciones para tratar de subsanar situaciones de colapso o desbordamiento del personal que ya es patente pese a que de momento no haya aumentado, sino lo contrario, el número de pacientes, unos 150.000 cada año.

Todos son conscientes de los colapsos cíclicos de Urgencias en el hospital coruñés. Aunque se espera que la reformada área evitará hacinamientos de enfermos y reducirá los tiempos de espera, los profesionales alertan de que el caos puede ser de órdago de mantener el actual déficit de personal. Y hay que tener en cuenta, advierte Gloria Vázquez, portavoz del colectivo de enfermería, que la media de edad y la dependencia de los pacientes es cada vez más alta, con ancianos en su mayor parte aquejados de múltiples patalogías que requieren más atención y dedicación.

Está previsto un único enfermero, en los turnos de fin de semana y de noche, para atender los seis boxes de atención urgente y vigilancia intensiva, reservados a pacientes cuya vida corre peligro. La gerencia del centro se defiende de las críticas asegurando que no es previsible que estén ocupados los seis boxes a la vez. Pero puede ocurrir, denuncian enfermeros y auxiliares. Y tampoco es de recibo para estos profesionales que a los tres días de abrir las nuevas Urgencias, se haya retirado 22 de los 50 sillones que había en el área de observación —destinada a los que esperan análisis y resultados de pruebas— para meter camillas que habían quedado proscritas del área de camas del servicio. “Es contradictorio y reprobable”, denuncian los profesionales de Urgencias, “la zona de sillones no está equipada para los enfermos que necesitan estar encamados, no hay cortinas, ni estores para preservar su intimidad, ni donde apoyar una bandeja de comida si quieren una dieta específica, ni ropa de cama”. Es sólo otro ejemplo más de las disfunciones del nuevo servicio.

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