El señorito Cañete
El ramalazo machista del candidato popular hunde sus raíces en un clasismo mamado en Jerez
Es el ministro que más bienes declara en su renta. Pertenece a la casta de abogados del Estado y, por vía matrimonial, a la alta burguesía terrateniente de Jerez. Se hace pasar por campechano, pero es una careta.
La máscara se le ha caído en plena campaña electoral. Cabeza de cartel del PP en las elecciones europeas, Miguel Arias Cañete perdió los papeles en el debate con Elena Valenciano. Al justificarse, se destapó el verdadero Cañete: un señorito prepotente y profundamente machista.
Su frase de “el debate entre un hombre y una mujer es muy complicado, porque si haces un abuso de superioridad intelectual parece que eres un machista” retrata a un misógino empedernido. Sus disculpas, seis días después, son tardías, falsas y hechas a la fuerza: lágrimas de cocodrilo.
Porque Arias es un machista reincidente que ya en el año 2000, siendo ministro con Aznar, dijo que “el regadío hay que utilizarlo como a las mujeres, con mucho cuidado, que le pueden perder a uno”. Al comienzo de la actual campaña electoral acusaba a Valenciano de representar “un feminismo trasnochado”.
Es falso por tanto que Cañete tuviera un mal día. Su machismo hunde sus raíces en un profundo clasismo de barniz jerezano. “Te mira de arriba abajo, como si fuera montado a caballo”, en acertada definición de Iñaki Gabilondo. Su aireada campechanía no es más que paternalismo rancio que oculta a un hombre soberbio.
Nacido en Madrid, abogado del Estado a los 24 años, recala en Jerez, donde se casa con una Domecq. Seis años más tarde entra en política, de la que prácticamente no ha salido. Empresario a ratos, ha rozado el conflicto de intereses con sus cargos públicos. Amante del buen comer y de los coches antiguos.
El machismo de Cañete no es un caso aislado en el PP. Un partido que recurrió la Ley de Igualdad de Zapatero, al tiempo que despreciaba e insultaba a dos de sus ministras, Bibiana Aído y Leire Pajín. Un partido que defiende los colegios que segregan por sexo. El TSJA acaba de condenar a la Junta a que subvencione a uno de esos centros (Albaydar, en Sevilla), en aplicación de la ley Wert.
El machismo está tan imbricado en el corazón del PP que muchas de las medidas del Gobierno de Rajoy están orientadas a devolver a la mujer a la cocina y a cuidar niños, ancianos y dependientes. La reforma de la ley del aborto es puro machismo ideológico: consideran a las mujeres incapaces de tomar sus propias decisiones.
Cañete no está solo. Nadie en su partido ha condenado de manera tajante sus palabras. Eso sí, este señorito de Madrid recriado entre señoritos de Jerez (Gaspar Zarrías dixit) se ha convertido en el estandarte de esa derecha rancia, machista y clasista. Un hombre de las cavernas, como titulada el alemán Die Welt.
@JRomanOrozco
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