_
_
_
_

Adictos al ‘swing’

El enérgico baile creado en EEUU para sobrellevar las penurias de la Gran Depresión vuelve con fuerza a Madrid en otra época de crisis

Sergio C. Fanjul
Alumnos durante una clase de 'swing'.
Alumnos durante una clase de 'swing'.Álvaro García

El baile tradicional madrileño, el chotis, es famoso por bailarse muy recto y girando sobre una sola baldosa, con los pies muy juntos, mirando al frente. Pero ahora lo que pega es el swing,que es justamente lo contrario: se baila sobre el máximo de baldosas posibles, con pies hiperactivos y el cuerpo electrizado, casi dislocado. Así, con alocados giros y saltos, se mueven los participantes esta noche en la Swing Madrid Night, que se celebra cada jueves en la sala Ya'sta.

 A partir de las diez de la noche van llegando los bailarines con ropa cómoda y muchas ganas de bailar. La pista se va llenando y se respira buen rollo: todos bailan con todos y se congrega fauna variopinta, algunos dominan el baile a la perfección mientras que otros no tienen mucha idea y se inventan la mitad de los pasos. Pero no hay problema: hemos venido a divertirnos. De roqueros tatuados a señoras de mediana edad, de inocentes chicas danzarinas a rastafaris veteranos. Cualquiera puede ser un adicto al swing.

“Hace algunos años íbamos a un garito de rockers y nos miraban mal cuando bailábamos, nos decían que molestábamos”, dice Silvia Merino. “Pero con el tiempo se fueron uniendo más parejas y acabaron invitándonos a cervezas, porque animábamos el local”, añade. Merino es, junto con Juanjo Pacheco, la organizadora de esta noche semanal de swing.

Hace seis años montaron la escuela Blanco y Negro Studio, especializada en este tipo de baile. Desde entonces, dicen, la afición ha ido creciendo y, al mismo ritmo, han ido apareciendo cada vez más escuelas, bandas, asociaciones y grupos de bailarines. También son artífices del festival Swing Madrid, que el pasado marzo celebró su sexta edición, y organizan frecuentes eventos en Matadero.

“El swing es un baile sencillo que, además, es creativo, porque tiene gran parte de improvisación”, dice Jesús Carreras, presidente de la asociación sin ánimo de lucro MAD for Swing, que trata de ser paraguas y punto de encuentro de toda la actividad que se da en la ciudad relacionada con este baile. Desde que se fundó, hace menos de dos años, ha reunido a 200 socios y del 13 al 15 de junio celebran el primer Madrid Lindy Exchange, unas jornadas dedicadas a la cultura swing.

“Esto puede verse como algo freak, pero hay que dejar claro que a nosotros no nos interesa el enfoque nostálgico. Apreciamos este baile y esta música más allá del tiempo en el que fue creado: no nos interesa el vintage”, explica el presidente. Es, además, una vuelta al baile de contacto: “A la gente le gusta llevar o ser llevada, no como en la música de discoteca actual que se baila separado”.

Guía del 'swing' madrileño

Escuelas de baile

Blanco y Negro Studio. www.blancoynegrostudio.com

Big Mama Swing. http://bigmamaswing.com

Big South. www.bigsouth.es

En Modo Swing. www.enmodoswing.com

La Morada Swing. http://lamoradaswing.org

La Industria. www.espacioarteyensayo.com

Madrid Vintage Club. En Facebook.

El Círculo de Vicky y José Antonio. www.circulodevickyjoseantonio.es

Swing Alcalá. En Facebook.

Asociaciones

MAD for Swing. www.madforswing.es

Los lunes al swing. En Facebook, www.facebook.com/LosLunesAlSwing

Escuelas de música

El Molino. www.elmolinoescueladeartes.com

Escuela de música creativa. www.musicacreativa.com

El swing emergió hace mucho tiempo en un lugar muy lejano, en los Estados Unidos de los años 30, sin embargo, la situación era parecida a la actual. El crac del 29 había acabado con los felices años veinte y el panorama era, como ahora, desolador. El swing, alegre, colorido y vacilón, vino a ser algo así como el New Deal de los bailongos. “Fue como una válvula de escape para aquellos años duros; la juventud de la época buscaba la forma de salir adelante”, dice Carreras. Fue la época de apogeo de las big bands que acompañaban los bailes, la época en la que mandaban nombres como Count Basie, Duke Ellington, Benny Goodman o Glenn Miller.

En la faceta dancística algunos de los grandes nombres fueron Frankie Manning, Norma Miller, Dean Colling o Maxie Dorf.

“Por aquellos tiempos, en 1927, se hizo una fiesta en el club Savoy de Nueva York en homenaje al piloto Charles Lindberg, que había dado el primer salto en avioneta sobre el Atlántico. De ahí se acuñó el estilo de baile lindy hop, lindy de Lindberg y hop en referencia a los saltos”, explica Juanjo Pacheco. El citado lindy hop es el estilo de baile swing más popular, aunque existen muchos otros, como el balboa, el blues, el jazz steps o el boogie woogie. ¿Es difícil bailar swing? “Es un poco como el piano: es fácil iniciarse (el piano tiene teclas que suenan cuando las pulsas y se puede tocar una melodía rápidamente), pero luego el perfeccionamiento es más complicado”, explica Carreras, el presidente de MAD for Swing.

Los fanáticos del swing madrileño organizan sus fiestas de baile, a veces pinchando discos, pero otras con música en directo tocada por algunas bandas que animan el cotarro en la ciudad, como son Mad 4 dixie, Jingle django (una banda callejera a la que puede verse tocando los domingos por El Rastro), Gangster swing o Los salvajes del swing.

“Al principio nos acercamos nosotros a las bandas, pero no nos entendían demasiado bien… Sin embargo, ahora son las bandas las que se acercan a nosotros y adaptan sus ritmos para el baile”, relata Pacheco. Algunos se adentran en territorios más contemporáneos como el neoswing, surgido en los años noventa, que utiliza la guitarra eléctrica y fusiona con otros estilos, o el electroswing, que introduce los sonidos electrónicos.

Aunque los bailarines de swing suelen vestir lo más cómodo posible, en ocasiones especiales lucen la indumentaria propia de la época: para ellas, faldas de tubo, blusas, flores en el pelo recogido; para ellos, pantalón suelto, corbata ancha o tirantes, gorra o sombrero de la época, zapato bicolor. ¿Y se liga bailando swing? “No se trata de ligar sino de bailar, pero como en las fiestas todos bailamos con todos y hay tan buen rollo siempre hay alguno que se confunde”, dice Carreras.

De los últimos en llegar a la escena swing son el colectivo Los lunes al swing. Se conocieron en las clases de la escuela En Modo Swing (que se celebraban los lunes) y fueron haciendo grupo. Javier Benedicto (también conocido como el rapero y agitador cultural Mentenguerra) ejerce de portavoz y relata una motivación semejante a la de los lindy hoppers de la Gran Depresión: “El statu quo quiere que estemos produciendo, trabajando, amargados... Nos dijimos: hay que meterse un chute bueno de autoestima, de alegría, hay que probar. Se están eliminando las formas de diversión que no requieren de inversión económica, pero nosotros podemos ir a bailar a cualquier lado”.

Y lo hacen: bailan en parques, en calles de barrios como Lavapiés y en sus propias fiestas, en las que introducen música en directo y de todo tipo, no solo jazz, siempre que sea bailable: “Porque queremos seguir teniendo la cabeza en el presente. Nos gusta poner canciones de las últimas décadas y bailarlas a ritmo de swing. Desde un clásico de Glen Miller, pasando por el Dúo Dinámico o Marisol, hasta los más actuales Pharrel Williams o Stromae”, añade Benedicto.

Su lema es: actitud, lindy y soco. “El soco es la bebida que hemos adoptado como nuestra, es el Southern Comfort, un licor creado en Nueva Orleans cuando se buscaba una cosa más fuerte que el bourbon y más suave que el whisky”, explica el portavoz de Los lunes al swing. Consuma con moderación: es su responsabilidad. El swing puede ser adictivo.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Sergio C. Fanjul
Sergio C. Fanjul (Oviedo, 1980) es licenciado en Astrofísica y Máster en Periodismo. Tiene varios libros publicados y premios como el Paco Rabal de Periodismo Cultural o el Pablo García Baena de Poesía. Es profesor de escritura, guionista de TV, radiofonista en Poesía o Barbarie y performer poético. Desde 2009 firma columnas y artículos en El País.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_