Fin a la ‘etapa Sagi’ en el Arriaga
El director artístico ha marcado su impronta en el teatro bilbaíno con los estrenos de producción propia y la diversidad de la programación
La etapa Sagi en el Teatro Arriaga entra en el tramo final. El director de escena Emilio Sagi (Oviedo, 1948) ha decidido que no habrá prórroga para su contrato después de ocho años de trabajo en el primer teatro de Bilbao. Cuando en diciembre de 2015 abandone su despacho del Arriaga, será el segundo director con una trayectoria más prolongada desde que el teatro fue reinaugurado, tras Luis Iturri, que estuvo al frente del Arriaga durante 12 temporadas, hasta su fallecimiento en 1998.
Sagi, a falta de conocerse la programación del año de la despedida, deja un legado de producciones propias que bajo su dirección escénica han dejado su huella en el Arriaga. La última, el estreno de la ópera contemporánea El juez. (Los niños perdidos) el pasado mes de abril con la vuelta a la ópera escenificada del tenor Josep Carreras. Pero antes presentó, entre otras, las zarzuelas El dúo de la Africana y Mirentxu, las óperas Les mamelles de Tiresias, Il Mondo della Luna (en coproducción con la ópera de Monte-Carlo) e Il viaggio a Reims (con el Festival Rossini de Pésaro y otros tres teatros internacionales).
La llegada de Sagi al Arriaga fue un empeño del entonces alcalde de Bilbao, Iñaki Azkuna. Acabado el contrato de Lluís Pasqual tras tres temporadas, el vacío en la cúpula del Arriaga, 100% propiedad municipal, se llenaba con otro nombre de prestigio. El contrato vinculó a Sagi con el Arriaga por cuatro años, que arrancaron con el compromiso de mantener el carácter multidisciplinar del teatro, darle alma con los montajes de producción propia y conectarlo con los circuitos internacionales.
“Emilio ha sabido colocarse muy bien la txapela, combinada con unos zapatos maravillosos que le permiten pasear al Arriaga por todo el mundo y abrirlo a la vez a todo tipo de públicos, con una coherencia y una personalidad propias en su diversidad”. La imagen de la txapela y los buenos zapatos la crea el ex director artístico de la Asociación Bilbaína de Amigos de la Ópera (ABAO), Jon Paul Laka, para ilustrar que en el caso de Sagi “la personalidad del teatro y la ciudad se fusionan con la personalidad del director artístico”.
Una familia de artistas
Nieto de Emilio Sagi Barba y sobrino de Luis Sagi Vela, grandes nombres de la zarzuela, Emilio Sagi nacio en Oviedo en 1948 en una familia que le permitió conocer el mundo de la lírica de cerca. Estudió Filogía Inglesa y Musicología, y ejerció como profesor universitario antes de emprender su carrera profesional en el teatro.
Su primer trabajo como director escénico fue un montaje de La Traviata, de Verdi, en el Teatro Campoamor, de Oviedo. en 1980. Diez años más tarde fue nombrado director artístico del Teatro de la Zarzuela, de Madrid, cargo que ocupó hasta 1999.
Dos años después asumió la dirección artística del Teatro Real, en Madrid, donde permaneció cuatro temporadas. Y desde enero de 2008 es el responsable artístico del Teatro Arriaga, en Bilbao.
El nombre de Sagi está unido al teatro lírico pero en el Arriaga ha respetado su carácter multidisciplinar, fomentando la diversidad de la programación. Teatro, música, ópera (con una sección para el público infantil organizada con la ABAO), musicales, danza, espectáculos de pequeño formato en el foyer o en el escenario, con el público compartiendo el espacio escénico, talleres o visitas guidas han conformado la oferta de cada temporada. Aún más, Sagi abrió el teatro a los artistas aficionados. Con las mismas condiciones técnicas que los profesionales, fueron estrellas de los Plenilunio, las veladas de danza, música o cabaret que coinciden con la luna llena. Los artistas amateur, estrellas en un gran teatro por un día, han llenado la sala de su público fiel, como los estrenos más cotizados.
Todos los géneros han sumado para mantener los números en época de crisis. El último ejercicio se cerró con 88 espectáculos, un 20% más que el año anterior, con lo que el teatro estuvo abierto 182 días y subió ligeramente el número de funciones. No se consiguió mantener los 152.665 espectadores de 2012, que cayeron a 148.547.
El director del Museo de Bellas Artes, Javier Viar, miembro del consejo de Administración del Arriaga, destaca que Sagi ha dejado una impronta de “calidad sin tormentos”. “Es un director con recursos muy comunicativos, con un sentido del espectáculo e ingenio para equilibrar la programación con obras de calidad, atractivas y populares”, señala.
Viar destaca que ha abierto el Arriaga a artistas y profesionales jóvenes, en buena parte procedentes de entorno, creando un modelo que teatro puede heredar tras su marcha. Laka coincide: “No deja un terreno quemado que hay que volver a sembrar”.
Las responsabilidades de Sagi en el Arriaga no han cerrado su trabajo en el exterior. El director artístico una temporada más, hasta el final del próximo año, y en paralelo seguirá dirigiendo sus montajes en teatros de medio mundo, como hasta ahora. La fórmula para conseguirlo se basa en contar con el escenógrafo Daniel Blanco como director adjunto. Y en defender, como le gusta decir, que “un teatro es como un cuartel”.
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