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‘Mal rollito’ en la Feria de Abril

La lucha fratricida entre la nueva y la vieja organización marca la fiesta

Camilo S. Baquero
La Feria de Abril se celebra en el Fórum hasta el 4 de mayo.
La Feria de Abril se celebra en el Fórum hasta el 4 de mayo.GIANLUCA BATTISTA

Es la Feria de Abril y cientos de mujeres envueltas en sus trajes típicos andaluces suben por la ligera cuesta que lleva a la explanada del Fórum barcelonés. Desde lejos se escuchan las sevillanas de las casetas y llega el olor a frito. Nada fuera del guión que se repite cada año, desde hace 43, en diferentes sitios de Cataluña. Un octavilla repartida entre los asistentes, sin embargo, sugiere que algo se mueve subrepticiamente. En ella se ve una foto de Francisco García Prieto, el histórico presidente de la Federación de Entidades Culturales Andaluzas de Cataluña (FECAC), y otra de su antecesor, Daniel Salinero. Las une el signo de igual (=). “Las mismas empresas amigas. Salinero nos toma el pelo”, reza el texto.

Una lucha fratricida, organizada desde dentro, tiene la tradicional y masiva Feria como campo de batalla. El rebujito a tres euros, los mojitos a cinco y la manzanilla siguen regando la fiesta, mientras el público baila y dice pasárselo bien, como siempre. Pero en medio, las dos facciones —la vieja (García Prieto) y la nueva junta de la FECAC (Salinero)— viven su propia Guerra Fría. Y así estarán más allá del 4 de mayo, cuando se apague el tradicional alumbrado.

El pasado enero, García Prieto abandonó la presidencia de la Federación tras 27 años de una gestión no exenta de críticas por la gestión de la Feria. Muchas quejas también provenientes de ciertos sectores que identifican tanto faralaes y taconeo con una parte de la Cataluña que no quieren ver. Lo cierto es que la nueva directiva de la fundación denunció a Prieto ante la Fiscalía por malversación de fondos. La Feria de Abril recibe varias subvenciones de las diferentes Administraciones, aunque año tras año se reducen. El Ayuntamiento de Barcelona, por ejemplo, aportó 70.000 euros para esta edición.

La organización de la Feria, sin embargo, es bicéfala. Por un lado está la FECAC y por la otra la Fundación FECAC. Esta última es la responsable del convenio con el Ayuntamiento de Barcelona que hace posible la realización del evento en la explanada hasta 2015 y García Prieto es su patrón vitalicio. La Federación es dueña del nombre.

Algunos defienden los nuevos aires que ha traído Salinero. “Es la primera vez que las entidades tenemos representación en la junta de la Feria”, asegura Serafín Bocanegra, presidente del Centro Andaluz de la Comarca de Estepa y Sierras del Sur. Algo que también defiende Miguel Ramos, de la Casa de Andalucía de Cerdanyola. “Hemos logrado bajar un poco los precios, pero ya había muchos contratos firmados con proveedores”, asegura. En todas las casetas productos como la manzanilla, la carne y el pescado es suministrado por un mismo proveedor. “En el mercado no todo el mundo puede responder a la logística que necesitamos”, dice Bocanegra. El mismo Salinero muestra la octavilla en su contra: “A algunos les interesa la oposición”.

García Prieto llegó ayer a la Feria sobre la una de la tarde. Dando la mano a diestro y siniestro paró en la caseta de su hijo —otro de sus vástagos también es responsable del montaje de la carpa del PSC— para después ir a comer a otra. “Yo me pregunto quién manda aquí, esto es un desorden”, aseguró el expresidente mientras recibía el saludo casi cortesano de muchos de los presidentes de las entidades. “Yo no era un experto en ferias, iba haciendo y aprendiendo con el paso de los años. Si lo hubiera hecho tan mal, ¿la gente me saludaría?”, se defendió.

Todo el mundo, a cara descubierta o bajo petición de anonimato, no duda del papel fundamental en la Feria que ha tenido García Prieto. Cuando se pregunta por la legalidad de sus cuentas, todos prefieren mirar a otro lado. Salinero dice que “empieza de cero”. Bocanegra, añade, “cuando acabe esta feria sabremos si hubo cambio o no”.

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Sobre la firma

Camilo S. Baquero
Reportero de la sección de Nacional, con la política catalana en el punto de mira. Antes de aterrizar en Barcelona había trabajado en diario El Tiempo (Bogotá). Estudió Comunicación Social - Periodismo en la Universidad de Antioquia y es exalumno de la Escuela UAM-EL PAÍS.

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